Desde la antigüedad, los mosaicos han cautivado al mundo con sus colores deslumbrantes y su estética distintiva. Hechos comúnmente de azulejos de vidrio dispuestos meticulosamente, los mosaicos abordan el arte y la decoración de una manera increíblemente llamativa.
Debido a sus diseños elaborados y métodos de creación aparentemente misteriosos, uno podría pensar que la práctica de hacer mosaicos es solo para los profesionales. Sin embargo, con sólo un puñado de materiales y un par de herramientas, tu también puedes hacer tu propia obra de arte con vidrio.
Antes de intentar hacer tu propio mosaico, es buena idea conocer un poco sobre su historia única y milenaria.
¿Qué son los mosaicos?
Los mosaicos son obras artísticas hechas a partir de teselas (pequeñas piezas de vidrio, piedra, cerámica u otros materiales naturales). Cuando están hechas de vidrio, estas piezas suelen cortarse en cuadrados o se forman usando herramientas especiales.
Los fragmentos se colocan en patrones, cuadros y otros diseños decorativos que se mantienen unidos por medio de un adhesivo y grout.
La historia de los mosaicos
Los mosaicos han sido una forma de arte popular en varias culturas alrededor del mundo. Los primeros mosaicos conocidos fueron hallados en un templo mesopotámico que data del tercer milenio a.C. Compuestas de marfil, conchas y piedras, estas piezas decorativas y abstractas sentaron las bases de mosaicos realizados miles de años después en la antigua Grecia y el Imperio romano. Sin embargo, a diferencia de los fabricantes de mosaicos mesopotámicos, los artistas clásicos optaron por crear imágenes, patrones y motivos en sus mosaicos.
Desde el siglo IV y hasta el Renacimiento, los mosaicos aparecieron en basílicas católicas de toda Italia. Estas obras etéreas de vidrio adornaban los techos y los pisos y típicamente representaban santos y otras figuras bíblicas.
Los mosaicos también son un elemento básico de la arquitectura islámica, que se volvió muy popular entre los siglos VII y VIII. Estas obras a menudo presentan formas geométricas repetidas, colores vivos y patrones ornamentales, y aparecen tanto en el interior como en las fachadas de los edificios.
Durante la Edad Media, los mosaicos fueron fundamentales para el arte bizantino. Estas piezas suelen tener forma de retratos y son famosas por sus intrincados detalles y el uso frecuente de hoja de oro. Si bien la mayoría de estas obras han sido destruidas, las que quedan son celebrados como algunos de los mosaicos más espléndidos del mundo.
Aunque los artistas del Renacimiento rechazaron este tipo de arte, el mosaico fue revivido por los modernistas. Desde el gran Antoni Gaudí hasta los diseñadores art déco, los artistas modernos ayudaron a mantener viva esta antigua forma de arte y allanaron el camino para los creadores de mosaicos contemporáneos.