Impulsado por los preciosos recuerdos de los seres queridos que ha perdido, el artista japonés Motoi Yamamoto crea para preservar y valorar esos recuerdos que a menudo se olvidan con el tiempo. Conocido sobre todo por sus minuciosas instalaciones de sal, a las que suele dar forma de patrones laberínticos, el artista ha completado recientemente una pieza para una exposición individual en el Museo de Arte de la Ciudad de Setouchi, titulada Sakura Shibefuru. En esta última instalación, Yamamoto creó más de 100,000 pétalos de flor de cerezo con sal.
La extraordinaria instalación también se exhibe junto a otras obras bidimensionales creadas en una etapa anterior de la carrera del artista, que él considera el punto de partida de su obra. “La superficie de la obra que dibujé después de que mi hermana muriera de un tumor cerebral a una edad temprana también se exhibe en esta exposición”, explica Yamamoto a My Modern Met. “Como se trataba de un intento de grabar en mi corazón el momento en que una vida importante dejó de existir, dejé la pátina que estaba apareciendo en el cobre tal y como estaba. Esta creación puede considerarse el origen de mi obra… He seguido creando mis obras durante muchos años para no olvidar los recuerdos de mis seres queridos.
“Estas creaciones son medios para protegerme del instinto de autodefensa del olvido y son como un hábito que ha echado raíces para retener los recuerdos que se pierden con el tiempo. Me he interesado por los acontecimientos del pasado, como las reminiscencias y los recuerdos. Sin embargo, cuando mi mujer murió por enfermedad hace cuatro años, comenzó mi vida a solas con mi hija, y me volví mucho más consciente de su futuro—es decir, de lo que aún estaba por venir—y empezó a producirse un cambio en la forma de enfocar mi trabajo”.
Tan importante como el concepto de la instalación es el medio elegido por el artista: la sal. En la cultura japonesa, la sal se ha relacionado con la purificación desde la antigüedad. Y en muchas otras culturas de todo el mundo, este mineral cristalino se utiliza en ritos y rituales relacionados con la vida y la muerte. También es necesario para mantener la vida y es un elemento esencial de la dieta humana que todo el mundo ha experimentado o probado en algún momento. Para Yamamoto, esto significa que cualquiera puede establecer una conexión con sus obras a través de los recuerdos personales ligados al material y dar forma a su propio significado o interpretación a partir de él.
“La razón principal por la que sigo utilizando la sal es por su hermosa blancura”, revela Yamamoto. “Como la sal es un cristal incoloro y transparente, tiene una calidad ligeramente transparente cuando se ve de cerca, y es casi como si esta blancura suave estuviera recibiendo suavemente el contenido de mi corazón. También utilizo sal porque es un medio difícil de controlar y da lugar a obras muy frágiles. La sal no se adhiere, por lo que se rompe inmediatamente al tocarla y se disuelve cuando le afecta la humedad. Estos rasgos son un factor negativo en términos de mantenimiento y protección de la obra, pero esta inestabilidad siempre me recuerda que todas las cosas están sujetas a cambios y que la vida es finita”.
“Al final de una exposición”, continúa, “nos damos a la tarea de devolver la sal al mar. En esencia, se trata de colaborar con los espectadores para destruir la obra y devolver la sal al mar. Pero lo que me gusta del proceso es que solo utilizo este medio natural durante un momento fugaz en mi obra antes de devolverlo a su lugar en la naturaleza. Este proyecto me permite experimentar cómo mi vida en este mundo es un mero momento en el largo, largo paso del tiempo”.
Al igual que ese concepto, los cerezos en flor también significan la naturaleza transitoria de la vida. El término “sakurashibe-furu”—del que toma el título la exposición—se traduce como “caída de los estambres del cerezo” y es una palabra japonesa estacional que se utiliza en los haikus para significar el final de la primavera. En realidad, estos capullos caídos denotan el final de la temporada de flores, pero también presagian la llegada de la frescura y el verdor de la primavera y el verano. “Mientras pensaba en el futuro de los capullos”, explica Yamamoto, “creé pétalos que acababan de caer, apilando los pétalos mientras contemplaba los árboles que producían estas hermosas flores con sus gruesos troncos, sus flexibles ramas y sus poderosas raíces”.
El diligente y paciente artista admite: “Sigo creando obras para resolver mis propios problemas, pero espero que ofrezcan al espectador la oportunidad de contemplar los distintos escenarios y entornos de las obras. Muchas personas que, como yo, han perdido a un ser querido pueden sentir algo de las obras… Espero que esta obra ofrezca la oportunidad de mirar al futuro mientras se reflexiona sobre los recuerdos más queridos”.
Sakura Shibefuru se inauguró en el Museo de Arte de la Ciudad de Setouchi, en Okayama (Japón), el 9 de marzo y estará expuesta hasta el 5 de mayo de 2021. El artista creará su próxima instalación a gran escala titulada LABYRINTH para la Trienal Oku-Noto 2020+ este otoño. Para estar al día de las últimas obras de Yamamoto, visita el sitio web del artista y síguelo en Instagram.