En las últimas semanas, hemos visto videos virales de animales invadiendo calles que solían ser muy transitadas y reportes de vida silvestre que vuelve a áreas que no habían frecuentado en décadas. Después de todo, con o sin nosotros, la vida sigue su curso. Por ello, científicos como David Barclay, Michelle Fournet y Nathan Merchant están aprovechando este momento histórico para investigar el impacto que ha tenido en la vida marina la disminución de tráfico humano.
El primer estudio de este tipo fue realizado después de los ataques del 11 de septiembre, y se llegó a la conclusión de que existe una correlación definitiva entre el ruido de los barcos y el estrés en las ballenas. A pesar de los efectos devastadores que la pandemia actual está teniendo en la sociedad humana, no ha habido una oportunidad académica como esta desde que se realizó aquella primera publicación. Investigadores que trabajan en observatorios asociados con Ocean Networks Canada han encontrado una caída significativa en las frecuencias de bajo nivel que normalmente se atribuyen a los barcos. En conjunto con datos económicos que muestran un descenso de aproximadamente 20% de exportaciones e importaciones en la región, todo indica que estamos presenciando un nivel de contaminación acústica en el mar similar al de hace 150 años.
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“Tenemos una generación de ballenas jorobadas que nunca han conocido un océano tranquilo”, dice Michelle Fournet, experto en acústica marina de la Universidad de Cornell. Nathan Merchant añade que su equipo en el Centro de Medio Ambiente, Pesca y Acuicultura del Reino Unido “analizará los efectos del coronavirus en el ruido submarino en toda Europa”. Sin embargo, investigadores como Chloe Malinka han expresado su preocupación por la financiación para recopilar estos datos. “Dado el estado actual de la economía, es posible que nadie pueda financiarnos”, afirma.
“Tenemos una oportunidad para escuchar – y esa oportunidad para escuchar no volverá a aparecer en nuestras vidas”, dice Fournet. Los científicos predicen que con niveles de estrés más bajos debido a una menor contaminación acústica, las ballenas y otras criaturas marinas podrán reproducirse, cazar y comunicarse entre ellas con mayor facilidad. Puede que incluso comencemos a ver cantos de ballenas más complejos en estos océanos silenciosos.
Si bien los descubrimientos de estos proyectos de investigación no serán publicados en mucho tiempo, los primeros datos indican que la vida marina se beneficiará de la disminución de estas frecuencias de ruido marino. Solo el tiempo dirá cómo cambiarán los patrones y comportamientos de las ballenas debido a estas circunstancias, y cuánto durarán estos cambios.
Los cierres mundiales por el coronavirus le han dado a los científicos marinos una oportunidad única para documentar los efectos de un descenso en la contaminación acústica entre las criaturas del mar alrededor del mundo.
h/t: [The Guardian]
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