Para el Dr. Artyom Tonoyan, la necesidad de ser políticamente activo viene desde su niñez. Criado en la Armenia soviética, vio de primera mano cómo las protestas podían llevar a un cambio. Y como fotógrafo apasionado, la decisión de salir a las calles mientras las protestas por el asesinato de George Floyd tomaban fuerza en Mineápolis y St. Paul era lógica.
Sus fotografías son un increíble documento de este momento crítico de la historia estadounidense. Tonoyan visitó el lugar del asesinato de Floyd—en el que un mural se ha transformado en un sitio de conmemoración—y luego se aventuró a St. Paul, donde el dolor se convirtió en frustración. Sus imágenes de los manifestantes, quienes lloran la muerte de Floyd y de muchas otras personas negras a manos de la policía, muestran tanto el lado sombrío pero pacífico como la rabia y la violencia de las protestas.
Algunos edificios fueron incendiados, la policía llegó al lugar y lanzaron gas lacrimógenos a los manifestantes—incluyendo a Tonoyan. Para este fotógrafo, quien es investigador en el Centro de Estudios sobre el Holocausto y Genocidios de la Universidad de Minnesota, era importante estar presente para que el público pudiera tener una visión verdadera de lo que estaba pasando.
Tuvimos la oportunidad de hablar con Tonoyan, quien previamente había documentado la reacción al asesinato de Philando Castile en St. Anthony, acerca de sus motivos para fotografiar estos eventos y lo que vio durante las protestas. Lee la entrevista exclusiva de My Modern Met a continuación.
Primero que nada, ¿cómo te sientes? Me imagino que la situación debe ser tensa.
Gracias por preguntar. De momento estoy bien, aunque eso no quiere decir que no me preocupe ocasionalmente. Aunque las cosas se han calmado bastante en Mineápolis y Saint Paul, eso no significa que todo esté completamente bajo control. Cosas como esta rara vez se controlan tan rápido. Todo podría regresar por inercia.
Sé que no es la primera vez que has documentado la reacción del asesinato de una persona afroamericana a manos de la policía. ¿Qué te impulsa a actuar?
Varias cosas. Y puede que necesitemos hablar un poco de historia para explicar lo que me hace salir a fotografiar protestas.
Crecí en la Armenia soviética durante un momento donde el país estaba pasando por enormes cambios ideológicos y estructurales. Después de que Gorbachov tomara el poder, las dos palabras que estaban en boca de todos eran perestroika y glasnost (que significan reestructuración y libertad de expresión, respectivamente); básicamente, eran un intento por reformar el país al permitir ciertas libertades, tanto políticas como económicas.
Para los armenios soviéticos, y por otras “naciones cautivas” de la Unión Soviética, estas libertades significaron hablar de viejos problemas políticos que se habían vuelto tabú. Para los armenios, habían muchos problemas, pero ninguno era tan urgentes como los derechos políticos y culturales de la minoría armenia en el país vecino de Azerbaiyán, así como los problemas ecológicos derivados de los desechos industriales, que crecería hasta convertirse en un movimiento en busca de independencia de la Unión Soviética. Así, en 1988, cientos de miles de armenios salieron a las calles para protestar por estos asuntos.
Tenía 12 o 13 años cuando me politicé, para disgusto de mis padres. Había empezado a experimentar con la poesía y coincidió con el surgimiento de estos movimientos. Así que empecé a ir a estas reuniones de masas, reuniones pacíficas en la plaza de mi ciudad natal de Gyumri, componiendo a veces poemas realmente cursis denunciando el dominio soviético, Gorbachov, el Partido Comunista y más. Más tarde, mi tía, quien vivía en la capital, Ereván, me llevó con ella a las protestas aún más grandes donde la retórica era más incisiva y la atmósfera más tensa. Pero la teatralidad de los oradores y la atmósfera carnavalesca eran verdaderamente seductoras y poderosas para un joven.
(Continuación) Ese tipo de atracción ha permanecido conmigo—ver, presenciar e inspirarse por la reunión espontánea y apasionada de personas por una causa más grande que tú. Siempre me ha fascinado como un esfuerzo colectivo puede traer una nueva realidad política y social.
En cuanto al aspecto “documental”, esto puede sonar raro—y no lo había pensado—probablemente se debe en parte a que perdí mis diarios y la poesía de esa época cuando un terremoto destruyó nuestra casa y mi ciudad natal en el invierno de 1988. Siendo también sociólogo y estudiante de historia, para mí, la importancia de las pruebas documentales no puede ser subestimada. Estoy obsesionado con la recopilación de documentos; probablemente una de las razones por las que aún no he terminado un libro en el que he estado trabajando durante varios años es porque sigo encontrando nueva información que me siento obligado a incluir. Documentar es una forma de vida para mí. Esa es mi forma de pensar en términos generales.
Así que con este tipo de antecedentes, me he sentido obligado a documentar las secuelas de los asesinatos de Philando Castile y ahora de George Floyd; y si las imágenes que intento capturar pueden conmover incluso a una persona, me sentiré reivindicado. Trato de capturar toda la gama de emociones presentes en estas demostraciones y las comparto con amigos y con quien esté interesado.
Intento contar una historia que muchas personas de mi círculo social (y fuera de él) no necesariamente han encontrado interesante o convincente, con la esperanza de que mis imágenes puedan aún hacerles sentir interesados. A través de estas imágenes, intento llevar a mis amigos, colegas y a cualquier persona interesada una representación visual de situaciones sociales que pueden no tener la capacidad, o la inclinación, o el deseo de confrontar. Si no están en estas situaciones, trato de hacerlas llegar a ellos. Así que en cierto sentido, trato de hacerlos sentir menos cómodos. Intento romper con la realidad que dan por sentado.
¿Cómo era la atmósfera cuando estabas en medio de las protestas?
Fui a tres sitios. El primero fue el lugar del asesinato de George Floyd y fue realmente una de las situaciones más tristes en las que me he encontrado en mucho tiempo. La atmósfera era mixta, pero el tono general era sombrío. Había gente enojada, gente afligida, gente desconcertada—sobre todo niños cuyos padres trataban de explicar lo que había pasado y los niños no podían registrar lo que había pasado o lo que estaba pasando. No podían entender el llanto, y los ocasionales y fuertes lamentos, y los arrebatos de ira de los adultos que los rodeaban. Era doloroso verlos tratando de procesar la carga de la que pronto serán herederos.
El segundo sitio fue el tercer precinto del Departamento de Policía de Mineápolis, que me pareció demasiado peligroso como para quedarme mucho tiempo, ya que se podía sentir que algo importante iba a pasar; después de tomar algunas fotos ahí me dirigí a University Ave. en St. Paul donde fui testigo de un caos total. En un momento dado, me echaron gases lacrimógenos. Dos veces. Pero pude moverme a un terreno seguro para tomar un respiro y recuperar la visión antes de volver a casa.
¿Por qué crees que este tipo de protestas son importantes?
No se puede subestimar la importancia de la acción social colectiva. Hay innumerables ejemplos de cambios políticos reales que se han producido debido a las protestas—a menudo pacíficas, a veces no tanto. Por supuesto, existe el contraargumento de que los cambios se implementan mejor a través del voto, a través de un proceso político muy aburrido y muy largo. Sin embargo, lo que las protestas logran, y que tal vez sea su mayor virtud, es que hacen que las élites políticas presten atención. En cierto sentido, las protestas son política por otros medios.
Para complementar esto, creo que fue Kurt Vonnegut quien dijo que, durante la guerra de Vietnam, la gente se molestó porque los vietnamitas no peleaban como damas y caballeros, en uniforme, que es agradable, propio y apropiado. Y extendiendo la metáfora, podemos decir que la gente siente que protestar como damas y caballeros no ha funcionado, o ha tenido un éxito muy limitado y cualificado. Ciertamente, este era el sentimiento general entre los manifestantes.
¿Hubo algún momento en particular de las protestas que te haya llamado la atención?
Creo que la presencia de tantos niños en el lugar de la muerte de George Floyd fue lo que realmente me llamó la atención. Fue doloroso verlos ahí. Esta no debería ser la clase de introducción a la vida de nadie, y mucho menos para los niños. Pero, por desgracia, para muchos niños de la comunidad afroamericana, esta es la dolorosa realidad.
¿Qué esperas que salga de esta experiencia?
La historiadora Lynn Hunt tiene un gran libro llamado Inventing Human Rights donde habla de los orígenes históricos de los derechos humanos, tanto como concepto como un movimiento. Uno de los aspectos más interesantes del libro es cómo el auge de la literatura moderna en lugares como Francia permitió al lector imaginarse en los zapatos de otras personas, por así decirlo, creando un sentimiento de camaradería. Las historias de escritores como Rousseau, Voltaire y otros a menudo retrataban relaciones sociales desordenadas e inarmónicas que permitían a sus lectores imaginar un mundo más equitativo, una sociedad más justa. Aunque no es ficticio, trato de contar historias con mis fotos, historias impulsadas principalmente por la empatía.