El fotógrafo australiano Ray Collins ha convertido su amor por el mar en una profesión gracias a sus impresionantes fotografías de olas. Hemos seguido el trabajo de este fotógrafo por años, primero con su serie Seascapes y más recientemente con sus cinemagrafías colaborativas.
Collins, quien compró su primera cámara en 2007 y dejó su trabajo como minero para seguir su pasión, ha colaborado con National Geographic, Vogue, Patagonia, Apple y Nikon. Sus fotografías muestran el poder del agua, capturando al elemento en todas sus facetas—desde calmada e inmóvil hasta violenta y clamorosa. La calidad artística de su obra le ha permitido incursionar tanto en lo comercial como en el mundo del arte.
Collins (quien, por cierto, es daltónico) viaja por el mundo inmortalizando olas. Su segundo libro Water & Light lo llevó de un rincón del mundo a otro, desde Islandia hasta Tahití, todo con el propósito de fotografiar el mar; además, recientemente participó en el documental Fish People, que ya está disponible en Netflix.
Tuvimos la oportunidad de conversar con el aclamado fotógrafo sobre su amor por el océano y su habilidad para capturar la esencia de las olas. Lee nuestra entrevista exclusiva a continuación.
¿Qué influencia tuvo el haber crecido en Australia con tu relación con el mar?
El mar es lo que mejor conozco. Siempre he vivido cerca de la costa—como la mayoría de los australianos—y de niño sueles salir a explorar tus alrededores. Para mí, estos alrededores eran las playas, acantilados y cuevas que forman el paisaje de donde vivo.
El océano ha sido la única constante en mi vida. En cualquier etapa, en cualquier momento, pasando por cualquier emoción—siempre ha estado ahí para mí.
Compraste tu primera cámara para fotografiar a tus amigos mientras surfeaban. ¿Cómo pasaste de esto a enfocarse solo en las olas?
En retrospectiva, ese fue mi punto de entrada a las olas. Incluso en mis primeras fotografías, el elemento “humano” solo estaba ahí para dar a la ola escala y balance.
Cuanto más evolucionaba en mi trabajo, más me concentraba en lo delicada y bella que puede ser el agua: las formas que toma, las texturas, y la “sensación” que da.
¿Qué es lo que te inspira de las olas?
Son literalmente ondas de energía que se mueven en el agua y nunca se repiten. ¡Nunca se puede volver a tomar la foto! Nada de repeticiones ni segundas oportunidades. Todo esto, además de su belleza, es lo que me inspira todos los días.
¿Crees que el daltonismo ayuda—o entorpece—tu trabajo como fotógrafo?
Creo que ayuda al eliminar la “distracción” del color, ayudándome a enfocarme más en los contrastes, tonos, texturas y composiciones. Si mi vista fuera igual a la de los demás, mi trabajo tal vez no sería tan único.
¿Cuál es tu técnica habitual cuando sales a tomar fotos?
El proceso de presionar un botón para capturar la imagen es casi lo último que pasa. Antes de empezar a disparar intento conocer más sobre el área. Suelo estudiar una gran variedad de mapas meteorológicos, pongo atención al pronóstico de mareas y observo los sistemas de alta y baja presión atmosférica para entender el oleaje; todo esto debe considerarse primero que nada.
Dicho esto, a veces es tan simple como salir de la cama e ir a nadar.
¿Buscas condiciones climáticas o de iluminación particulares?
Mis favoritas son la primera y la última luz del día. Así trabajo con luz horizontal, ya sea de frente o por detrás, y me encantan las nubes. Es como tener una gran caja de luz en mi estudio.
Has colaborado con Armand Dijcks en Elemental, que impulsó tu obra. ¿Cómo surgió esta colaboración y cuál fue la mejor parte de trabajar juntos?
Fue mitad destino, mitad casualidad. Él es verdaderamente el mejor en lo que hace, y también es una gran persona. Creo que en esta era en la que vivimos somos casi como pioneros (es decir, con los medios digitales, la capacidad de compartir todo y las redes sociales). Nada de esto hubiera sido posible hace tan solo unos años. Eso también incluye las cinemagrafías de Armand; es una nueva tecnología. Siempre busco evolucionar como artista y como persona. Las imágenes en movimiento parecían ser un buen siguiente paso.
Empezamos poco a poco, nos dimos cuenta que nos gustaba el resultado final y con el tiempo se convirtió en una gran colaboración. Hemos multiplicado nuestros trabajos al confiar en el otro; es una colaboración realmente genial.
¿Qué esperas que la gente recuerde de tus fotografías?
Como todo el arte, las interpretaciones son diferentes dependiendo de la persona, pero en general mi objetivo es hacer que el público “sienta” algo. No tiene que ser necesariamente algo bueno, pero algo.
En cuanto el impacto que pueden tener mis imágenes… Mi peor pesadilla sería ver al océano convertido en un basurero flotante. Me asusta pensar que nuestros nietos podrían no experimentar la belleza que nosotros pasamos por alto.
Aunque mis imágenes muestran mucho poder y fuerza, el océano es extremadamente delicado, y está cambiando con uno de los más grandes problemas a los que nos enfrentamos hoy en día: la contaminación.
Espero inspirar a la gente a poner a la naturaleza antes que a la conveniencia, sobre todo cuando hablamos de plástico, para que logremos mantener el océano tan limpio como sea posible.
¿Y qué sigue?
Estar presente, y ser una mejor persona de la que era ayer.