En 2011, el artista suizo Urs Fischer prendió fuego al mundo del arte—literalmente—con su instalación de figuras de cera que se derretían en la Bienal de Venecia. Ahora, sus esculturas que se derriten vuelven a ser expuestas, esta vez en la Bourse de Commerce. Este nuevo museo parisino es la última apuesta de la Colección Pinault, que gestiona la colección de arte del empresario francés François Pinault. La instalación Untitled (“Sin título”) de Fischer ha encontrado un nuevo hogar en lo que antes era un lugar de negociación del comercio de grano y otras mercancías.
La instalación de Fischer, que incluye una meticulosa recreación de la escultura de Giambologna de finales del siglo XVI El rapto de las Sabinas, se adaptó a las increíbles alturas de la rotonda. Este punto central del edificio fue renovado recientemente por el célebre arquitecto japonés Tadao Ando. La escultura de Fischer está rodeada por varias sillas y un curioso espectador que se fija en los detalles. Todo es aparentemente normal hasta que uno se da cuenta de que no son esculturas ordinarias: son velas.
El espectador es, en realidad, una efigie del amigo y colega de Fischer, el artista Rudolf Stingel. Las sillas tienen una mezcla ecléctica de estilos e incluyen taburetes africanos, una silla de plástico para el césped, una silla de oficina y un asiento de avión. “Todos los asientos dialogan con la iconografía del gran lienzo maruflado de la cúpula superior”, describe la colección. “Símbolos de la globalización contemporánea, responden a las representaciones del comercio e intercambio intercontinental de finales del siglo XIX, marcadas por la ideología colonial y la cultura popular de la época”.
Al principio de la instalación, se enciende cada vela. A partir de ese momento, se deja que ardan mientras dure la mecha. En una especie de performance, la instalación evoluciona a medida que cada pieza se funde lentamente. Es una fascinante meditación sobre el paso del tiempo a medida que cada escultura avanza hacia un destino de desintegración. Con el tiempo, la instalación pasa del realismo a la abstracción en una especie de memento mori. Aunque la pieza puede resultar melancólica, también es increíblemente fascinante de observar. Actualmente, las mechas están encendidas y toda la instalación—o sus restos derretidos—estará en exhibición hasta el 31 de diciembre de 2021.