Como muchas otras cosas en la cultura mexicana, los árboles de la vida representan una fusión de elementos prehispánicos y europeos: por un lado, los colores y los procesos artesanales de los pueblos originarios; y por el otro, la temática religiosa proveniente de los misioneros españoles. Aquí exploraremos la historia de esta famosa artesanía mexicana, comenzando por el simbolismo detrás del árbol de la vida en sí.
¿Qué significa el árbol de la vida?
El arquetipo del árbol de la vida está presente en la mayoría de las mitologías del mundo, y está lleno de simbolismo. Su significado varía dependiendo de la cultura, pero comúnmente se le asocia con las ideas de inmortalidad o fertilidad.El árbol de la vida era un importante símbolo religioso en la antigua Mesopotamia, y aparece en la Epopeya de Gilgamesh—un poema épico que es considerado el texto literario más antiguo del mundo—haciendo referencia a la inmortalidad. Por su parte, la leyenda dice que Buda alcanzó la iluminación espiritual meditando debajo del árbol de Bodhi, convirtiéndose así en un símbolo sagrado para el budismo.
En las religiones abrahámicas—es decir, el judaísmo, el cristianismo y el islamismo—el árbol de la vida simboliza la Creación y la lucha entre el bien y el mal. Según la tradición, Adán y Eva desobedecieron a Dios al comer la fruta del árbol de la inmortalidad (según los musulmanes) o del conocimiento (según los cristianos y judíos). Su desobediencia los llevaría a ser expulsados del jardín del Edén.
Los árboles también tenían un significado especial en Mesoamérica. En la cultura maya, por ejemplo, la ceiba o yaxché era considerada el eje central del universo. Según el Popol Vuh, los dioses plantaron ceibas para marcar los cuatro puntos cardinales; las ramas de este enorme árbol sagrado se unían al cielo, mientras que el tronco se conectaba al mundo del hombre y las raíces al inframundo.
El origen de la artesanía
La tradición cerámica en México ya existía mucho antes de la llegada de los españoles. La fabricación de piezas y figurillas de cerámica en la región data de entre 1800 a 1300 a. C., y pueden dividirse en cuatro tipos: ordinaria, funeraria, ritual y comercial.
Tras la conquista de Mesoamérica en el año 1521, los misioneros españoles iniciaron un arduo proceso de evangelización que, entre otras cosas, llevó a la destrucción de representaciones de los dioses prehispánicos para reemplazarlos con elementos de la iconografía cristiana. El árbol de la vida nació como una forma de enseñar la historia de la Creación: así, en los árboles de la vida tradicionales aparecen Adán y Eva rodeados de animales, flores y frutos, mientras que Dios los cuida desde arriba.
Para crear un árbol de la vida, los artesanos empiezan por mezclar el barro con plumilla, una fibra vegetal que se obtiene de la flor de tule. Tras amasar la arcilla, los alfareros se dan a la tarea de crear la base del árbol y de moldear las figurillas que se colocarán en él. Todos los elementos de las esculturas se moldean de manera individual, por lo que puede tomar desde semanas hasta meses acabar un solo árbol de la vida.
Los árboles de la vida se elaboran principalmente en tres zonas: Izúcar de Matamoros y Acatlán en Puebla y Metepec en el Estado de México, siendo esta último el principal sitio de producción. La creación de los primeros árboles de la vida modernos se le atribuye a Timoteo González, quien hizo una pequeña escultura de un árbol ornamentado bajo petición de un extranjero alrededor del año 1945. Poco a poco las esculturas de barro fueron evolucionando, aumentando en tamaño y cambiando de temática. Aunque hoy se siguen produciendo árboles de la vida tradicionales, es muy común encontrar este tipo de esculturas con temas ajenos a la Biblia.
Hoy en día, existen cerca de 300 artesanos en Metepec que se dedican a la fabricación de estas complejas esculturas de barro. Desafortunadamente, la creación artesanal de estas piezas se encuentra en peligro. Los árboles de la vida han sido objeto de imitaciones y piratería tanto nacional como internacional, un problema común entre las artesanías mexicanas. Para combatir este problema, las autoridades mexicanas otorgaron a los alfareros de Metepec la marca registrada los árboles de la vida en 2009. Aún así, se necesitan más protecciones legales para que la comunidad pueda vivir dignamente de la creación de estas maravillosas piezas.
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