Tharkish Sri Ganesh (10 años) y Mierra Sri Varrsha, (8 años) Kuala Lumpur, Malasia, fotografiados el 26 de marzo de 2017 (hermanos con comida sobre hojas de bambú). La historia de Tharkish y Mierra en Malasia comienza con su bisabuelo, quien migró desde el sur de India para buscar mejores oportunidades. Solo encontró trabajo como extractor de caucho antes de ser reclutado por los japoneses para construir el “Ferrocarril de la Muerte” de Siam a Birmania en 1943. Tharkish y Mierra viven con sus padres en viviendas públicas de Bkit Jalil, un suburbio de Kuala Lumpur. Su edificio está lleno de amigos y es bullicioso en un buen sentido. Su padre trabaja en la producción de películas y su madre es ama de casa y se encarga de la cocina, aunque los fines de semana comen KFC, Pizza Hut o comida china para llevar. A Mierra no le gusta el olor de la carne y los rastros de sangre. Prefiere caramelos y chocolates. Su primer recuerdo de comida es el pudín de arroz, su comida preferida cuando se enferma. La comida favorita de Tharkish es Puttu, arroz molido al vapor con capas de coco y cubierto con plátanos y azúcar de palma. A Tharkish no le gustan las cebollas porque tienen un sabor raro y dejan un mal olor en la boca. Lo primero que comió fue Urad Dal, un alimento indio para bebés hecho con dal, arroz, coco, cardamomo y jaggery (savia concentrada de palma datilera). Mierra dice que su dieta es saludable porque su mamá evita los alimentos con conservantes, aditivos y MSGs, aunque después de su retrato para Daily Bread, ella todavía piensa que podría comer menos alimentos procesados. A Mierra le encanta leer y jugar bádminton y serpientes y escaleras, mientras que a su hermano le gusta el ajedrez, el carrom y navegar por Internet. Mierra se esfuerza por ser la mejor alumna de su clase y quiere ser doctora, mientras que Tharkish estará contento con estar en el top 3 después de los exámenes y se imagina a sí mismo como ingeniero informático. Este post puede contener links de afiliados. Si realizas una compra, My Modern Met puede obtener una comisión. Por favor lee nuestra divulgación de afiliados para mayor información.
Con el aumento de la obesidad infantil y la homogeneización la alimentación como consecuencia de la globalización, el fotógrafo Gregg Segal se propuso descubrir cómo luce una semana de comida en todo el mundo. Al centrarse en las dietas de los niños, cuyos hábitos alimenticios para toda la vida se crean en estos años formativos, las impresionantes fotografías de Segal hablan de temas de nutrición, clase y cultura.
Su libro Daily Bread (“Pan de cada día”) cuenta las historias detrás de estos retratos a lo largo de 120 páginas. Se le pidió a cada niño que registrara exactamente qué es lo que había comido durante una semana. Después, estos alimentos fueron preparados y colocados a su alrededor mientras Segal tomaba una foto desde arriba. Desde Los Ángeles hasta Kuala Lumpur, las culturas incluidas en el proyecto ofrecen una mirada fascinante a lo diferentes que somos—pero también a lo similares que nos estamos volviendo.
El trabajo de Segal es también un análisis interesante sobre la economía global y cómo esto afecta a los hábitos alimenticios. Mientras que en los Estados Unidos las familias de bajos recursos tienden a comer más comida chatarra debido a su bajo costo, en otros países la tendencia se invierte. De hecho, algunas de las dietas más saludables del mundo provienen de culturas de bajos ingresos donde las dietas se componen de frutas frescas, vegetales, nueces y carnes, y donde la comida chatarra es un artículo de lujo.
Tuvimos la oportunidad de conversar con Segal acerca del proyecto, así como de las dificultades de trabajar a escala global y de lo que espera que la gente aprenda con su trabajo. Deslízate hacia abajo para leer la entrevista exclusiva de My Modern Met, y asegúrate de adquirir tu copia de Daily Bread: What Kids Eat Around the World.
Meissa Ndiaye, 11 años, Dakar, Senegal, fotografiado el 30 de agosto de 2017 (niño africano en traje azul). Meissa comparte una sola habitación con su padre, madre y hermano en el corazón de Parcelles Assainies, que se traduce como “parcelas saneadas”. Parcelles Assainies, un suburbio sin árboles y arenoso de Dakar, se desarrolló en la década de 1970 para albergar a los pobres que llegaban a la ciudad. Meissa vive frente al estadio de fútbol y al mercado al aire libre con cientos de puestos que venden de todo, desde pescado fresco hasta vestidos de novia. A finales de agosto, las cabras se alinean en las calles antes de Eid al-Adha, la Fiesta del Sacrificio. A Meissa, un musulmán devoto y estudiante de la Escuela Coránica, le encanta la carne de cabra y los alimentos dulces como la avena, aunque durante la semana que registró sus comidas comió muy poca carne. Más a menudo, se alimentó con pan francés de espagueti, guisantes o patatas fritas. La madre de Meissa y sus tías preparan sus comidas aunque una o dos veces a la semana comen fuera. A Meissa le encanta el fútbol y quiere ser una estrella como Messi o Ronaldo. Si tuviera suficiente dinero, compraría un bonito coche deportivo. Desea que su mamá y su papá, técnicos en refrigeradores, puedan emigrar a Francia para que puedan ganar suficiente dinero.
¿Qué fue lo que despertó tu interés en este tema?
La idea para Daily Bread nació de otro de mis proyectos enfocados en el consumo y los desechos llamado 7 Days of Garbage (“7 Días de basura”). Le pedí a mi familia, amigos, vecinos y a cualquiera que pudiera convencer de guardar su basura durante una semana para después recostarse y ser fotografiados entre ella. ¡Es imposible ignorar el problema de consumo y desechos cuando te encuentras recostado en ellos!
Para mí, lo más perturbador de la basura que fotografié fue el embalaje que viene con nuestra comida. Nos hemos vuelto totalmente dependientes de las industrias de la alimentación y la cocina y el resultado ha sido un aumento masivo de residuos. Comencé a preguntarme, ¿cómo ha sido el impacto en nuestra dieta por esta revolución en la forma en la que se producen y consumen los alimentos?
Se me ocurrió que no pensamos lo suficiente en lo que hay en nuestra comida porque nosotros ya no la preparamos. Hemos asignado a terceros el ingrediente más vital de la vida, el tejido conectivo que une a las familias y a la cultura. Pensé, ¿qué tal si llevamos un diario de todo lo que comemos y bebemos durante una semana para enfocarnos en nuestra dieta y tomar posesión de los alimentos que comemos?
Yusuf Abdullah Al Muhairi, 9 años, Mirdif, Dubai, Emiratos Árabes Unidos, fotografiado el 12 de agosto de 2018 (niño usando un thaub blanco y sosteniendo un conejo de peluche). La madre de Yusuf vino a Dubai desde Irlanda para trabajar como chef pastelera y chocolatera. Se casó con un emiratí y tuvieron un hijo antes de separarse. A Yusuf le encanta la cocina de su madre, aunque hace huevos revueltos y tostadas por su cuenta. A Yusuf le gusta leer, dibujar, escalar, montar a caballo y crear proyectos científicos. Cree que será piloto o policía cuando crezca. Si tuviera el dinero, se compraría un Ferrari. Sus modelos a seguir son Batman y su madre. Yusuf desea que su madre se case de nuevo y que tenga hermanos y hermanas. Acostado en la cama por la noche, piensa en construir una pajarera con su abuelo, pescar con él en los ríos de Irlanda e ir a Warner Brothers con su abuela.
¿Por qué decidiste centrarte en los niños y qué crees que dicen sus hábitos alimenticios sobre nuestra sociedad en general?
Me enfoqué en los niños porque los hábitos alimenticios se forman desde muy pequeños y si no lo haces bien a los 9 o 10 años, ¡será mucho más difícil cuando seas mayor!
La globalización ha tenido un enorme impacto en las dietas de todo el mundo. Dos ejemplos rápidos de países que visité, Brasil y los Emiratos Árabes Unidos. Hace una generación, la gente pobre de Brasil estaba desnutrida. Hoy en día, el 57% de la población tiene sobrepeso. En 2014, había 803,900 diabéticos en los EAU, cerca del 20% de la población. Hace 30 años, la diabetes apenas existía en esta parte del mundo.
Estamos en un punto de inflexión. El balance de lo que la mayoría de los niños comen ahora se está alejando dramáticamente de los guisos caseros y las verduras hacia los alimentos empacados y los bocadillos ultra-procesados, muchos de ellos diseñados específicamente para atraer a los niños.
Kawakanih Yawalapiti, 9, región alta del Xingu en Mato Grosso, Brasil, fotografiada el 19 de agosto de 2018 en Brasilia. Kawakanih, cuyo apellido viene del nombre de su tribu, los Yawalapiti, vive en el Parque Nacional de Xingu, una reserva en la selva amazónica de Brasil que puede ser vista desde el espacio exterior. El parque está rodeado por ranchos ganaderos y cultivos de soya. Sólo en los últimos seis meses, casi 100 millones de árboles han sido destruidos por la tala ilegal y la expansión de la agroindustria. Los Yawalapiti y otras tribus de Xingu recolectan semillas para preservar especies únicas de su ecosistema, que se encuentra entre la selva tropical y la sabana. La lengua de los Yawalapiti también está amenazada. Cuando nació Kawakanih, sólo quedaban siete hablantes de arawaki. Decidida a evitar que la lengua se extinguiera, la madre de Kawakanih, Watatatakalu, aisló a su hija de aquellos que no hablaban arawaki. Kawakanih es la primera niña que ha crecido hablando arawaki desde los años 40 y su madre dice que ahora depende de sus hijos mantener viva la lengua. Kawakanih también habla el dialecto de su padre, así como portugués. Le encanta leer libros de historia, especialmente los de los egipcios. Sus días los pasa jugando en el río, pescando, ayudando en los quehaceres, cosechando mandioca, haciendo beiju (pan plano de mandioca) y creando collares de cuentas que se usan durante los rituales tribales. Cada dos meses, Kawakanih viaja a Canarana para ir a la escuela, donde aprende informática, aunque nadie en su aldea posee una computadora; no hay electricidad ni agua corriente. Para llegar al estudio en Brasilia, Kawakanih y su madre viajaron 31 horas desde su pueblo en barco, autobús y coche. La pintura corporal de Kawakanih la protege de los malos espíritus y de la energía negativa. La pintura negra está hecha de fruta jenipapo y la roja de semillas de urucú molidas (una vaina de semillas yace a la izquierda de su cabeza). Las tribus de la selva tropical han usado todas las partes de la planta del urucú como medicina durante siglos. La dieta de Kawakanih es muy simple, y consiste principalmente de pescado, mandioca, avena, frutas y nueces.
¿Cuál fue la parte más desafiante del proyecto?
Hubo varios desafíos: encontrar la mezcla adecuada de niños, un equipo experimentado, equipos y lugares que satisficieran mis necesidades. Necesitaba un espacio de estudio con acceso a una cocina para preparar la comida y una altura del techo de por lo menos 14 metros (la altura de la cámara debía ser de más de 3.6 metros sobre el sujeto).
La organización era esencial, pero a veces faltaba. Asegurarse de que todos los niños llevaran un diario completo de todo lo que comían para que esas comidas pudieran ser reproducidas con precisión, por ejemplo. Afortunadamente, tenía productores competentes en la mayoría de los países. A veces, el equipo al que tenía acceso no era fiable, lo que suponía un reto, ya que la iluminación de las imágenes debe ser coherente, por supuesto. Otro obstáculo importante era el dinero; era un proyecto muy costoso de producir y generar los fondos no era fácil. Gran parte de los fondos salieron de mi bolsillo. ¡Me habría venido muy bien tener un benefactor o un patrocinador!
Anchal Sahani, 10 años, Chembur, Mumbai, India, fotografiada el 11 de marzo de 2017 (niña usando un vestido rosa). Anchal vive en una pequeña choza de hojalata en un sitio de construcción a las afueras de Mumbai, junto a sus padres y sus dos hermanos. Su padre gana menos de 5 dólares al día, lo suficiente para que su madre prepare curry de okra y coliflor, lentejas y roti desde cero. A Anchal le gustaría regresar a la granja donde nació en Bihar, ir a la escuela como otros niños y eventualmente convertirse en maestra, pero se mantiene ocupada con las tareas domésticas y con el cuidado de su hermanito. Cuando tiene tiempo, se viste y sale del sitio de construcción para disfrutar de la fragancia del jazmín y del loto y para ver a los niños del barrio jugando al cricket y corriendo libremente. Mientras camina, Anchal colecciona envoltorios de chocolate de colores brillantes que encuentra a lo largo del camino junto a la tienda de comestibles. Anchal desearía que su madre la quisiera como quiere a su hermanito.
¿Qué fue lo más sorprendente que descubriste durante este proceso?
Una de las lecciones más sorprendentes de DailyBread es que las mejores dietas a menudo no son consumidas por los más ricos sino por los más pobres. En los Estados Unidos, los pobres son los mayores consumidores de comida chatarra porque es conveniente y barata. Pero en Mumbai, cuesta $13 comprar una pizza mediana de Dominos, algo que está más allá de las posibilidades de la mayoría de la gente. Anchal vive con su familia en una cabaña de aluminio de 3 por 3 metros. Su padre gana menos de 5 dólares al día, pero ella come una dieta saludable de okra y curry de coliflor, lentejas y roti que la madre de Anchal hace desde cero cada día sobre una sola hornilla de queroseno. Shraman, por otro lado, vive en un edificio de clase media en Mumbai y come de manera muy diferente. Los ingresos adicionales de su familia le permiten comprar pizza de Dominos, pollo frito y golosinas como barras de Snickers y chocolate Cadbury.
En 2015, la Universidad de Cambridge llevó a cabo un estudio exhaustivo que clasificó las dietas en todo el mundo desde las más nutritivas hasta las menos nutritivas. Notablemente, 9 de los 10 países más sanos se encuentran en África. Parece contradictorio que algunos de los países más pobres tengan una de las dietas más sanas. Pero cuando se mira de cerca lo que están comiendo, tiene sentido: verduras frescas, frutas, nueces, semillas, granos, pescado y legumbres y muy poca carne (que funciona más como condimento) y pocas calorías vacías (alimentos procesados).
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