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No hay positivo sin negativo, y lo mismo puede decirse en el arte. El espacio positivo y el espacio negativo trabajan en conjunto para crear un balance en la composición. Sin ellos, el trabajo puede ser abrumador o llegar a lucir apagado y aburrido. Para asegurarte de que un dibujo o pintura esté en equilibrio, siempre debes recordar planificar las áreas de espacio negativo tanto como lo harías con el espacio activo.
¿Qué es el espacio negativo?
El espacio negativo es un elemento fundamental del arte—seguramente lo has visto antes, aún si no conocías su nombre. En términos simples, el espacio negativo es el área alrededor y entre el sujeto. Aparece en todos los dibujos y pinturas, siendo la ilusión óptica de la copa de Rubin uno de los ejemplos más famosos.
La copa de Rubin hace énfasis en el espacio negativo. En el centro de la composición se encuentra una vasija simétrica (que representa el espacio positivo o activo). A sus costados “aparecen” dos retratos; las curvas de la copa parecen formar la frente, nariz y boca de los perfiles. Mientras que el espacio negativo en sí no tiene detalles definitorios, los bordes duros de la copa y el contraste del recipiente con el resto de la imagen activan el área y permiten que tu mente llene los espacios en blanco.
¿Por qué es importante el espacio negativo?
Como se mencionó anteriormente, el balance de la composición es sólo una de las razones por las que el espacio negativo es tan importante en una obra de arte. Las áreas de actividad—como la vasija de la copa de Rubin, por ejemplo—solo son tan llamativas por el espacio que lo rodea.
Así que no subestimes al espacio negativo; que esté vacío no quiere decir que no tenga potencial. Al eliminar elementos de una imagen, puede evocar misterio y despertar emociones de anhelo o pérdida. Cuando se usa de esta manera, el espacio negativo ayuda darle a la obra un significado más amplio.
¿El espacio negativo puede ayudarte a dibujar?
¡Sí! Además de ser un gran elemento de composición, el espacio negativo puede ayudarte a dibujar. El espacio negativo traza el contorno de un sujeto para revelar su forma. Para temas más complejos, como la figura humana, las escenas abarrotadas o las naturalezas muertas, es más fácil mirar el espacio que rodea al sujeto para determinar sus proporciones y su ubicación. Al mirar estas áreas negativas, nuestros cerebros las convertirán en formas simples, que son mucho más fáciles de dibujar.
Foto y arte: Sara Barnes / My Modern Met
Este ejercicio te ayudará a desarrollar tus habilidades de observación. Empieza desde la parte superior o inferior de la imagen y trabaja hacia abajo (o hacia arriba) de la página. A medida que escaneas a tu sujeto (o sujetos), dibuja las formas que ocurren entre ellos. Enfócate en el tamaño de la forma y cómo se relaciona con otras. ¿Ves un triángulo entre dos figuras? ¿Qué tamaño tiene el rectángulo en comparación? Continúa haciéndote este tipo de preguntas mientras dibujas.
Recuerda: no dibujes las líneas de contorno—enfócate solo en la relación entre los objetos y entre el frente y el fondo. Una vez que tengas todas las figuras dibujadas, rellena esas áreas con tu lápiz o bolígrafo.
El resultado final será un dibujo abstracto que casi funciona como un mapa. Si tuvieras que recrear el dibujo usando las líneas del contorno, ya tendrías una idea de las proporciones y ubicaciones en la página.
