La pandemia ha alterado muchas áreas de la experiencia humana. Los devastadores efectos del COVID han trastocado el mundo del arte con especial intensidad: se cancelaron exposiciones, se cerraron galerías y los compradores potenciales tuvieron menos ingresos disponibles para invertir en obras. Con cierres y una economía muy afectada, los artistas alrededor del mundo han luchado por mantenerse a sí mismos y a sus familias a flote vendiendo su trabajo o impartiendo talleres. No obstante, un pintor neoyorquino establecido está trabajando para ayudar a quienes más lo necesitan, de artista a artista. En 2020, el pintor y artista de medios mixtos Guy Stanley Philoche gastó más de 60,000 dólares en obras de otros artistas en un esfuerzo por darles el apoyo necesario durante la pandemia.
Philoche recibió el 2020 con una exhibición estelar (y con entradas agotadas) de su propio trabajo, un éxito que esperaba celebrar comprando el reloj de sus sueños. Sin embargo, el rápido desencadenamiento de la pandemia en Nueva York interrumpió sus planes. El artista, quien ha residido en Nueva York por 20 años, vio las dificultades que atravesaba la comunidad artística. Un amigo en particular perdió su trabajo y no sabía cómo pagar las cuentas de su joven familia. Para ayudar a su amigo, Philoche compró una de sus pinturas para su propia colección. “Fue algo tan importante para él en ese momento, y fue entonces que me di cuenta de que, si él está entrando en pánico, otros artistas estarían igual”, Philoche told CNN.
El plan de comprar un reloj quedó atrás. Philoche generosamente puso su atención en los artistas con dificultades alrededor del mundo, cuyo trabajo no podía exhibirse públicamente a compradores potenciales. A través de un video publicado en Instagram a finales de marzo, el pintor lanzó una convocatoria para solicitar portafolios de cualquier artista que necesitara ayuda. Los mensajes llegaron por montones, y Philoche empezó a comprar piezas que despertaran algo en él. Cada obra tenía un precio entre 300 y 500 dólares, las cuales fueron enviadas a su estudio en East Harlem, donde el pintor quitó sus exhibiciones existentes para dejar espacio a las nuevas obras. Para algunos artistas, la compra de Philoche representó la primera obra que han vendido en su carrera. Para otros, significó menos estrés por pagar las cuentas de aquí a que reabran las galerías. Tras invertir miles de dólares de su propio dinero, Philoche extendió su misión para convertirse en una especie de curador, organizando que sus propios coleccionistas compraran piezas prometedoras de artistas que de otro modo nunca hubieran conocido.
El generoso uso de su posición como un artista establecido en la escena neoyorquina es un gran logro en la carrera de Philoche. Cuando era pequeño, el pintor migró con su familia desde Haití para asentarse en el estado de Connecticut. El arte—entonces en forma de caricaturas y dibujos—fue su refugio. Cuando llegó a Nueva York como un joven adulto hace 20 años, luchó por ganarse el reconocimiento de la escena artística. Como muchos otros artistas jóvenes de color, tuvo que trabajar duro para entrar en la conversación. “No tenía a nadie que me abriera la puerta. Fui yo quien entró por la puerta trasera, la ventana, hasta que encontré una forma de entrar en la habitación por mi cuenta”, dice sobre sus primeros años en la ciudad. Con el tiempo, sus años de trabajo y su talento excepcional le valieron un currículum impresionante de exposiciones individuales y un catálogo de pinturas que se venden por arriba de los 100,000 dólares. Ahora es representado por Cavalier Galleries. Desde que triunfó en el mundo del arte, Philoche ha buscado utilizar su influencia para retribuir. Sus compras durante la pandemia son solo una parte de esta misión. Su filosofía es “vender un cuadro, comprar un cuadro”.
My Modern Met tuvo la oportunidad de charlar con Guy Stanley Philoche sobre su trabajo, su misión de apoyar a los artistas durante la pandemia de COVID y sus esperanzas para los artistas con dificultades en el futuro. Sigue leyendo para descubrir más sobre cómo los artistas–y tú–pueden ayudar a esta comunidad.
Desde marzo, has recibido mensajes de todo el mundo respondiendo a tu convocatoria en video para que los artistas te envíen detalles de su trabajo. ¿Puedes compartir alguna historia en particular sobre cómo los artistas están luchando durante—o sobrellevando—la pandemia?
El término “artista en apuros” ha adquirido un significado completamente diferente durante la pandemia y ha llevado a a artistas que ya tenían problemas al extremo. Hacer su trabajo diurno—que pagaba las cuentas mientras exhibían en una galería local, alquilaban un estudio para hacer arte o pintaban de noche—ahora es casi imposible. Con el cierre de galerías y grandes exposiciones de arte, como Art Basel, los artistas no han podido vender su obra en absoluto. Y para algunos, su gran oportunidad fue aplazada: la posibilidad de que más de 60,000 personas vieran su trabajo a la vez. Los artistas viven por la oportunidad de que su trabajo se exhiba en el muro blanco de una galería—es lo que aman hacer, está en su ADN, está grabado en sus mentes y la vida no existe sin ello. Ningún artista quiere sufrir, es la razón por la que mis padres me dijeron que no iban a pagar para que asistiera a la escuela de arte; no querían verme luchar toda mi vida. Hay cientos de historias. Todas son igualmente difíciles de escuchar. La gente solo necesita poner atención y apreciar lo que realmente significa el arte.
Para algunos artistas, la obra que compraste representa la primera venta de su carrera. ¿Recuerdas la primera obra que vendiste como un joven artista en Nueva York?
Sí, por supuesto. Fue parte de mi Serie sin título, durante mi primera exposición grupal de cinco. Estaba más que extasiado. Las únicas dos pinturas que tenía en la exposición se vendieron en una galería boutique en Chelsea. Esto catapultó mi carrera y me dio la confianza y la seguridad de que mi trabajo tenía valor y estaba en el camino correcto. Era todo lo que siempre quise hacer. El mudarme a Nueva York solo, con dos bolsas de lona y un sueño, de repente cobró sentido.
Tu filosofía es “vender una pintura, comprar una pintura”. ¿Cuál ha sido tu descubrimiento favorito?
Todos son mis bebés. Mi compra más reciente siempre es mi favorita porque significa que vendí otra pintura, y actualmente ese honor corresponde a Sam Tufnell, escultor, y Roddy Wildeman, escultor y pintor. Existe una vieja regla en el mundo del arte: 1. Compra lo que ames. 2. Compra lo que ames. 3. Compra lo que ames.
Para los artistas o amantes del arte que no pueden permitirse comprar una pintura actualmente, ¿qué otras formas de apoyar a las comunidades artísticas puedes sugerir?
Donar a comunidades de artistas es una excelente manera de apoyar. Hay varios alojamientos exclusivos para artistas repartidos por toda Nueva York que siempre necesitan ayuda. Ya sea donando materiales o haciendo un pago inicial por su trabajo, esa contribución, sin importar cuán grande o pequeña sea, podría ayudarlos a comprar alimentos o más materiales de arte. También es importante recordar que no todo el arte cuesta cientos de miles o millones de dólares, puedes encontrar obras de arte realmente grandiosas por menos de $100; es lo que le hable al alma del comprador.
¿Qué harás con las piezas que has comprado a artistas en problemas durante la pandemia?
Por ahora, las obras que he comprado me hacen feliz. Los miro todos los días, y cada día sonrío porque compro lo que amo.
¿Tienes algún plan para una futura exposición de tu colección, una vez que sea seguro hacerlo?
Existe la posibilidad de una muestra pop-up de la Colección Philoche que estaría abierta al público… estén atentos.
Existe el tropo del artista en apuros, uno que a menudo es cierto. ¿Qué cambios te gustaría ver en la forma en que la sociedad y las instituciones artísticas apoyan a los artistas?
Me gustaría que la sociedad se diera cuenta de que el arte es realmente importante. Las artes en general, desde la danza hasta el teatro y la pintura, son la razón por la que visitamos museos y galerías a diario. ¿Te imaginas un mundo sin Picasso, Vincent van Gogh o el MoMa? Son parte de la razón por la que viajamos a varios destinos en todo el mundo para ver el Louvre, el Tate Museum o el Art Institute of Chicago.
También me gustaría que se incluyeran más artistas de color en las principales instituciones de todo el mundo. Cuando era niño, la gente siempre decía que puedes ser lo que quieras cuando seas mayor: puedes ser médico, abogado, maestro o incluso el presidente de los Estados Unidos. Pero no fue hasta el presidente Barack Obama que realmente creí que podía ser lo que quisiera. Entonces, cuando un niño ve una pintura y descubre que el artista se ve como él, ¡eso les da esperanza! Esperanza de que algún día su trabajo estará colgado en uno de esos grandes museos.
Por último, ¿cómo está respondiendo tu propia práctica artística a los desafíos que enfrentaron los neoyorquinos durante los últimos nueve meses?
Algunos días son difíciles, pero la pandemia, en todo caso, ha aumentado mi conciencia del significado del arte. En lugar de centrarme en el arte que refleja el sufrimiento, quiero sacar a las personas de su miedo y dolor y hacerlas sonreír. Me pierdo en mi estudio y, a veces, si la tienda de arte estaba cerrada, se me ocurrían nuevos colores a partir de los colores que me quedaban o tenía que encontrar nuevos medios para usar. Escuché mucha música y dejaba que el pincel me guiara. Y de todo eso, nació mi serie Remembering Your Innocence.
La serie transporta al espectador a un mundo de belleza, nostalgia y esperanza a través de la combinación de abstracción, realismo y cultura popular. Al crear la serie, recurrí a mis recuerdos de una época con menos preocupaciones y creé mis propias versiones de los personajes de Peanuts, Garfield y más. Estos queridos personajes de mi infancia se combinaron con superficies texturizadas que recuerdan las paredes de la ciudad de Nueva York, llenas de restos de carteles y grafitis superpuestos con bloques de colores vibrantes para crear obras que trajeron felicidad y permitieron al espectador escapar del estado actual del mundo a una época más tranquila.
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My Modern Met obtuvo permiso de Guy Stanley Philoche para reproducir estas imágenes.
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