El fotógrafo Kurt Arrigo hizo realidad un sueño de la infancia cuando se subió a un avión y viajó a Tonga. Arrigo cruzó el mundo para sumergirse en las aguas del Pacífico y fotografiar ballenas jorobadas. Como fotógrafo submarino experimentado, sabía que debía mantener sus expectativas bajo control: nunca se sabe lo que puede pasar cuando se trabaja con criaturas vivas. Por suerte, el viaje superó por mucho sus expectativas.
Para prepararse para esta aventura, Arrigo había tomado un curso de apnea para reforzar su respiración bajo el agua. Su formación le resultó útil cuando se encontró con una ballena madre y su cría. El fotógrafo se lanzó al agua y, con el permiso de la madre, retozó con la juguetona cría durante 30 minutos. Tras tomar una magnífica serie de fotos, Arrigo se despidió de la pareja cuando “mamá” decidió que era hora de irse.
Este fue sólo uno de los muchos encuentros mágicos que Arrigo experimentó durante su estancia en Tonga. Parte del éxito del viaje se debe a la actitud de Arrigo al trabajar con ballenas jorobadas. “Hay que respetar el tamaño y la fuerza de estos bellos mamíferos”, dice Arrigo a My Modern Met. “Estamos entrando en su espacio, así que hay que mantener una sensación de calma hacia ellas. El reto es fotografiarlas y nadar alrededor de ellas en armonía, asegurándose de no sentir en ningún caso que uno es una amenaza”.
Basta una mirada a las fotografías de Arrigo para saber que su enfoque sensible le ha funcionado. A través de la fotografía en blanco y negro y en color, se ha respetado la gracia, la belleza y el poder de estas ballenas jorobadas. El viaje, algo con lo que había soñado desde hace cuarenta años, fue especialmente intenso para Arrigo. No muchos de nosotros podemos decir que hemos cumplido los sueños que teníamos a los 10 años, pero ahora Arrigo puede hacerlo.