Luke Rasmussen, también conocido PhLuke Photos, tiene dos pasiones: la escalada y la fotografía. Aunque al principio los mantuvo separados, desde hace algún tiempo ha combinado ambas disciplinas de forma espectacular. Rasmussen produce fotografías de larga exposición que resaltan la belleza de los paisajes naturales, así como la gracia y precisión que conlleva la escalada en roca.
El fotógrafo describe su fotografía como una ventana hacia “el movimiento de la escalada”. Literalmente, son los movimientos individuales de Rasmussen los que dan vida a intrincados y coloridos senderos de luz sobre estas enormes rocas ubicadas a las afueras de Las Vegas. Para que esto sea posible, Rasmussen escala con una luz LED atada a su cuerpo. Los patrones geométricos que se producen son al mismo tiempo un autorretrato poco convencional y parte de su gran intento por “capturar el tiempo congelado”–esta es la esencia de su portafolio.
My Modern Met charló con Rasmussen sobre sus inicios en la escalada y la logística detrás de estas espectaculares imágenes. Continúa hacia abajo para leer nuestra entrevista exclusiva.
Luke Rasmussen toma fotografías de larga exposición de sus escaladas en roca. Con cada movimiento, un sendero arcoíris cobra vida. A continuación, lee nuestra entrevista exclusiva.
¿Cómo te iniciaste en la escalada en roca?
Me considero increíblemente afortunado de haber crecido en las montañas de Colorado. Cuando era niño, pude probar casi todos los deportes de montaña: escalada, esquí, rafting, bicicleta de montaña y pesca con mosca. La escalada fue la que me conquistó. Durante mi infancia, siempre fui un escalador terrible. No era en absoluto el niño al que verías escalando en los juegos infantiles o subiendo a los árboles. Yo era el niño nerd con gafas de pie en el suelo que observaba con asombro cómo mis amigos subían a la cubierta de su segundo piso o trepaban por las escaleras. Supongo que probablemente por eso me enamoré tanto de la escalada: yo era malo en eso. Parecía tan fácil cuando otros lo hacían, pero yo no podía pasar del piso. Y una vez que lo logré por primera vez (en un muro para escalar portátil en un festival del Cinco de Mayo mientras todavía llevaba mis zapatos de fútbol), quedé enamorado.
Mi padre sacó su viejo equipo de escalada del armario, lo desempolvó y llamó a algunos amigos que todavía practicaban esta disciplina. Comencé a escalar en exteriores y aprender todas las técnicas y trucos. Entre más practicaba, mejores eran mis habilidades. Algo que antes parecía imposible ahora no solo era posible; también era fácil. Esto que había acumulado en mi cabeza como algo que no podía hacer se convirtió en algo que sí podía hacer.
¿Qué te ha mantenido interesado en escalar y perfeccionar tus habilidades?
Este proceso se ha repetido una y otra vez durante los últimos 16 años. Se ha repetido en forma de escaladas en roca que, cuando las intenté por primera vez, parecían imposibles. Esto se ha repetido en forma de zonas de escalada que parecían demasiado aventuradas, demasiado altas, demasiado intimidantes. Y he hecho esas escaladas. He estado en esas áreas. Me he sostenido de piedras tan pequeñas que el ojo no entrenado ni siquiera las reconocería como lugares de agarre. Llegué a la cima de rutas tan pronunciadas que, después de bajar al suelo, perdía el aliento y regresaba a donde había iniciado. He mirado 670 metros hacia abajo desde el Muro Pintado, dentro del corazón del Cañón Negro de Gunnison, donde mi viaje había comenzado 14 horas antes. Me he parado en lo alto de las desmoronadas torres de arenisca del desierto, contemplando sus interminables paisajes. He tomado lo difícil y lo he hecho sentir fácil.
Es increíble ver la evolución de tu trabajo. ¿Qué es lo que te fascina de un momento congelado en el tiempo?
Mi fotografía es un intento de capturar el tiempo congelado en un momento en vez de un momento congelado en el tiempo. Tradicionalmente, eso es lo que hablamos en fotografía, ¿verdad? Congelar un momento en el tiempo. A medida que experimentamos el tiempo, pasa volando, un momento seguido por el siguiente y el siguiente y el siguiente. Se mueve tan rápido que ni siquiera podemos comprender lo que está sucediendo. La fotografía nos permite congelar el tiempo para que podamos estudiar el momento. La foto es una instantánea del momento, pero no es es una instantánea del tiempo. El tiempo es esa acumulación de momentos, el agregado de cada momento pasado, presente y futuro. La fotografía tradicional no nos permite captar eso. Mi fotografía es un intento de hacerlo. Es un intento, de alguna manera, de capturar el paso del tiempo y congelarlo en un solo momento.
Debido a que solo podemos experimentar el tiempo momento a momento, parte por parte, es difícil estudiarlo como un todo. Sin embargo, por supuesto, no es imposible. Hay monumentos al paso del tiempo a nuestro alrededor: desde el asta de la bandera en mi escuela primaria donde noté el desgaste causado por el cierre de metal que se balanceaba al final de la driza, hasta los colosales acantilados esculpidos por el rugido del río Gunnison, a través del Cañón Negro, hasta las erosionadas agujas de arenisca que se alzan con orgullo sobre los acantilados que las rodean. Estos monumentos me fascinan, pues me dan la oportunidad de reflexionar sobre el paso del tiempo tal como se presenta ante mí en un solo momento, una sola imagen.
De la misma manera, quedé encantado por la fotografía de larga exposición. Era una técnica que me permitía ver una imagen del paso del tiempo: estrellas moviéndose por el cielo, coches que pasaban, el agua cayendo por las cascadas. Quería encontrar una manera de conectar esto con mi propia pasión por la escalada en roca. La experiencia de escalar está arraigada en un estado fluido, en el movimiento de una piedra a otra, conectando las características naturales de cada roca. Para estudiar este flujo, quería poder visualizarlo en una sola imagen. Quería congelar el tiempo en un solo momento.