El tenango, el estilo de bordado otomí que ha llenado el mundo de color

Tenangos bordados

Foto: Danya OC vía Wikimedia Commons (CC BY-SA 4.0)

Entre todos los textiles tradicionales mexicanos, es probable que los tenangos sean los más populares. Estas piezas bordadas pertenecen a la tradición del pueblo otomí, cuyos artesanos utilizan hilos multicolores para dar vida a hermosas escenas llenas de la flora y fauna de la región.

Aunque su creación es relativamente reciente—y sucedió casi de manera fortuita—los bordados hoy forman parte de la identidad cultural de los habitantes de la zona. Su belleza los ha vuelto famosos tanto dentro como fuera de México; sin embargo, esta fama tristemente ha tenido algunas consecuencias negativas para los artesanos. Aquí te presentamos la historia de los tenangos, así como los problemas que ha traído su popularidad mundial.

 

¿Qué son los tenangos?

Artesana sosteniendo un tenango bordado

Foto: Thelmadatter vía Wikimedia Commons (CC BY-SA 4.0)

El tenango es un estilo de bordado proveniente de la Sierra Otomí-Tepehua del estado de Hidalgo, al norte de la Ciudad de México. Se caracteriza por sus elaborados patrones llenos de color, que a menudo son protagonizados por todo tipo de flores y animales con apariencia casi fantástica.

Entre los artesanos que se dedican al tenango hay también “dibujantes“, quienes trazan los diseños sobre la tela de manta. Cada dibujante tiene su propio estilo particular, y sus diseños suelen estar marcados por las experiencias de la comunidad. Así, además de los motivos naturales podemos encontrar diseños que hacen alusión a la migración, a actividades como la siembra de maíz, o a celebraciones como el Día de Muertos.

Hoy en día, los tenangos artesanales toman muchas formas, pero por lo general se les usa para decorar manteles, caminos de mesa, vestidos y blusas.

 

La historia de los tenangos

Artesana bordando un tenango

Foto: Thelmadatter vía Wikimedia Commons (CC BY-SA 4.0)

En los años 60, el municipio de Tenango de Doria en Hidalgo se vio gravemente afectado por una sequía. Al ser una comunidad dependiente de la agricultura, la economía local se vio interrumpida, y sus habitantes tuvieron que buscar nuevas alternativas de trabajo.

Una de esas personas era Josefina José Tavera. Originaria del poblado de San Nicolás, José Tavera se encontraba en una difícil situación económica, ya que era madre soltera y necesitaba un sustento para mantener a sus hijas. Un día, mientras se encontraba en el mercado, encontró un trozo de manta y lo llevó a casa. En él, dibujó diseños inspirados en la vida silvestre de la zona—como venados, conejos, aves, peces y zorros—y los bordó con hilos de colores. Su madre, Guadalupe Talavera Cristóbal, llevó la pieza terminada al poblado de Pahuatlán, donde un habitante de la zona la compró. Encantado por su calidad, el hombre llevó el bordado a la Ciudad de México, y a su regreso encargó más de ellos.

Para cumplir con esta nueva demanda, varias mujeres de la zona empezaron a aprender la técnica de bordado. Se acordó que el nuevo diseño sería conocido con el nombre de tenango; de esa manera, sus compradores conocerían el origen de las piezas. Si bien las artesanas se dedicaron a hacer servilletas y manteles en un principio, eventualmente comenzaron a decorar otro tipo de productos, desde fundas para almohada hasta vestidos y separadores de libros.

La popularidad de los tenangos siguió creciendo con el tiempo, hasta llegar a ser considerados patrimonio cultural de México. Hoy en día, estas piezas pueden verse expuestas en grandes instituciones culturales como el Museo Nacional de Antropología y el Museo de Arte Popular.

 

Controversias

Tenangos

Foto: Thelmadatter vía Wikimedia Commons (CC BY-SA 3.0)

En los últimos años, los tenangos se han convertido en uno de los textiles mexicanos más conocidos a nivel mundial. Sin embargo, esta popularidad no siempre ha sido positiva. Bajo la bandera de hacerles “homenaje”, muchas marcas nacionales e internacionales han incorporado los diseños de los tenangos en sus productos, la mayoría de las veces sin crédito ni remuneración alguna a los artesanos otomíes. Tiendas como Pottery Barn y marcas de ropa como Mango y Carolina Herrera han sido solo algunas de las empresas que se han apropiado de estos diseños tradicionales. Para los artesanos—que a menudo viven en situaciones precarias—esta situación pone en riesgo el futuro de su arte, ya que es casi imposible competir contra los gigantes de la industria.

Aunque los artesanos han buscado protecciones legales para su trabajo, el esfuerzo no ha dado frutos hasta ahora. “La complejidad de proteger estos diseños yace en que son bienes y creación de propiedad colectiva y hasta ahora los organismos gubernamentales solo protegen las creaciones individuales”, explica Marta Turok, antropóloga y especialista en textiles tradicionales mexicanos. Por eso, y hasta que su trabajo esté legalmente protegido, es más importante que nunca reconocer la gran destreza y labor detrás de estas extraordinarias piezas artesanales.

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Sofía Vargas

Sofía Vargas es redactora en español para My Modern Met. Originaria de la Ciudad de México, es licenciada en Lenguas Modernas y tiene un Máster en Gestión Cultural por la Universidad Carlos III de Madrid. A lo largo de su carrera ha trabajado para varias instituciones culturales y ferias de arte en México. Además de escribir, Sofía dedica su tiempo a explorar otras prácticas artísticas, como la cerámica y la ilustración.
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