Desde sumergirnos en el trabajo hasta pedir ayuda a nuestros amigos, todos tenemos formas diferentes de lidiar con la adversidad. Para el artista Day Schildkret, quien reside en California, la respuesta está en crear arte en zonas naturales. Schildkret descubrió los poderes curativos del arte y la naturaleza mientras procesaba la muerte de su padre y el fin de una relación. El artista retomó un antiguo ritual—crear “altares matutinos” o Morning Altars con ramas, flores, piñas, moras, hojas y más elementos que encontraba en su camino. Estas hermosas y efímeras piezas de land art le ayudaron a conectarse con la naturaleza y a curar su corazón roto.
Schildkret ahora se dedica a crear un nuevo Morning Altar todos los días. Estos diseños geométricos son muy hermosos, pero el proceso es lo que hace más feliz al artista. El artista pasa horas buscando los objetos y acomodándolos en hermosos patrones como una forma de practicar la contemplación, además de poder dedicarlos a alguien importante para él o marcar ocasiones especiales. Sin embargo, al igual que los mandalas de arena tibetanos y los rangoli hindúes, el arte natural de Schildkret es efímero. “Cada altar que creo está influenciado y gobernado por fuerzas más grandes que yo: el sol, el viento, la lluvia, las criaturas errantes, la estación, lo inesperado e impredecible”, explica. “Es un diálogo honesto entre el mundo humano y el no humano y una conversación en constante cambio con piezas en movimiento”.
Schildkret espera que su land art aliente a otros a conectarse de nuevo con la naturaleza. “En el paisaje excesivamente virtual de la actualidad, quiero que mis espectadores se sientan encantados con la capacidad de cada altar para despertar su imaginación, su asombro, sus ojos sesgados y su profundo amor y conexión con la magia y el misterio de nuestra tierra”, afirma. “Anhelo que mi público permanezca en ese borde efímero donde la muerte y el renacimiento traen consigo un recuerdo antiguo y una nueva belleza transitoria”.
Recientemente conversamos con Schildkret para conocer más sobre Morning Altars. A continuación, lee la entrevista exclusiva de My Modern Met.
¿Siempre has tenido afinidad por la naturaleza?
Sí y no. Amaba la naturaleza cuando era niño, lo perdí de joven y lo encontré de nuevo como adulto. Cuando tenía 5 años, solía correr afuera y–sé que es extraño–rescataba gusanos del camino de la entrada después de una tormenta. Simplemente me parecían tan indefensos. Llevaba a cada pequeño gusano en una hoja desde la entrada de vuelta al jardín y cavaba un pequeño hoyo hasta se metían en él. Pero lo que era destacable para un niño de 5 años era que también adornaba cada hoyo. Tomaba pequeños pétalos de flores, pequeños palos o bayas, y hacía pequeños diseños alrededor del agujero para hacer que el regreso del gusano fuese más hermoso hasta que hubo una constelación de mandalas para gusanos en mi jardín. Supongo que mi amor por la naturaleza surgió de un instinto de usar el arte para ayudar en algo.
En mis veintes, puse mi amor por la naturaleza en pausa para desarrollar una carrera en Broadway, pero eso no duró mucho porque quería estar al exterior tanto como fuese posible. Cuando estoy en la naturaleza, nunca me siento solo. En realidad, siento un gran sentido de pertenencia, como si finalmente estuviera en casa. Puedo practicar el escuchar y hablar con la naturaleza en su idioma, lo que suena a ser muy curioso o a quedar asombrado. Especialmente durante estos momentos en que la vida es increíblemente incierta, al salir y permitirme vagar, descubro que salgo de las preocupaciones en mi cabeza y entro en un mundo muy animado y vivo. Puedo volver a ser un niño otra vez y quedar cautivado por las cosas más pequeñas que la mayoría de las personas pasan por alto, como los patrones de una piña, la confluencia de las venas de una hoja translúcida o soplar un delicado diente de león. Me enamoro de las sutilezas del mundo nuevamente. En esta época de tecnología, negocios, velocidad y estrés, me parece una forma de devolverme la cordura.
¿Puedes contarnos un poco sobre tus “altares” y lo que te inspiró a construirlos?
En realidad, el arte como ritual es algo que he hecho por varios años antes de esto. Desde que tenía 22 años, siempre he hecho un altar para cada cumpleaños, a veces con lo que podía encontrar en mi alacena (como frijoles, arroz o maíz) y pasaba mi cumpleaños creando patrones en el piso de mi sala. Por la noche, invitaba a todos mis amigos a sentarse alrededor de la instalación del altar y reflexionar sobre el año conmigo. Estas creaciones transitorias dieron mucho significado a mis cumpleaños. Pero no fue hasta que sufrí una pérdida importante que esto realmente se convirtió en una práctica fundamental en mi vida.
Durante mis treintas, mi padre murió y menos un año después rompí con mi primer pareja; ambos eventos me enviaron a un lugar bastante oscuro. Tenía un perro en ese momento y lo único para lo que tenía energía era dar largos paseos con él todas las mañanas a través de las colinas de Wildcat Canyon en el área de la bahía de San Francisco. Rudy, mi perro, deambulaba olfateando todo curiosamente y recuerdo caminar con la cabeza agachada, totalmente perdido en mis pensamientos. Una mañana fuimos a la cima de la colina y debajo de este enorme árbol de eucalipto meciéndose, descubrí unos parches brillantes de hongos silvestres. Su belleza me cautivó tanto porque parecían pintados con acuarela. Algo dentro de mí dijo que me sentara y acomodara los hongos de forma simétrica. Agregué corteza de eucalipto y botones. Al hacer el orden de forma aleatoria, me sentí más en control. Miré mi reloj y pasó una hora en un instante. Miré hacia abajo y vi un patrón exquisito hecho de lo que estaba creciendo y murió alrededor de ese árbol. Y en ese momento, lo dediqué. Como un regalo, lo ofrecí para sanar mi corazón roto. Por primera vez en muchos meses, me sentí más ligero, como si mi dolor no fuera tan fuerte. Y entonces me reté a volver a este mismo árbol y hacer uno nuevo por 30 días con lo que encontrara en el camino. Y lo hice. Pasaron 30 días y no tenía interés en parar.
Todos los días, encontraba plumas, bayas u hojas y creaba un patrón totalmente nuevo y lo dedicaba a algo o alguien que me importaba. Lo que no esperaba era la respuesta internacional que recibí. Gente de todo el mundo salió a sus patios y parques y comenzó a fabricarlos por sus propios motivos personales. Una mujer en Inglaterra fue al bosque cerca de la escuela de su hijo e hizo una de piñas y musgo para honrar el décimo aniversario de la muerte de su madre y un joven en Brasil hizo una para celebrar su compromiso con su esposa. Lo que comenzó como un proceso muy personal tuvo respuestas en todo el mundo. En consecuencia, aprendí mucho acerca de cómo los altares efímeros y el arte son una práctica central en la mayoría de las comunidades indígenas de todo el mundo. En cierto modo, estaba aprovechando un arte ritual que ha existido durante miles de años y llevándolo a una audiencia moderna.
¿Cuánto tiempo te toma hacerlos? ¿Y los planeas desde un principio o evolucionan sobre la marcha?
En primer lugar, nunca planifico con anticipación. ¿Por qué? Porque nunca sé lo que voy a encontrar y cada altar que he hecho está inspirado en el tiempo y el lugar donde encuentro el material. Por ejemplo, hay muchas ocasiones en que las flores mueren o no puedo encontrar más conchas de almejas o una ardilla roba bellotas mientras las uso. No puedo ir a la tienda y comprar más. El material es descubierto, vivo y cambiante, y también lo es el medio ambiente. Todo es impredecible. Necesito ser muy sensible al momento, a lo que está disponible y a lo que no. Necesito prestar atención a la luz cambiante, al viento que sopla o las nubes de lluvia se acercan. Al proceder sin un plan, estoy en una relación muy íntima con el mundo natural. Estamos hablando el uno al otro y colaborando juntos. Entonces, por mucho que quiera elegir el lugar de una pluma, el viento puede tener otros planes. En cierto modo, me encuentro cara a cara con las limitaciones de mis propias preferencias y perfeccionismo, que es sinceramente muy saludable en nuestra cultura.
El tamaño de cada pieza depende. He hecho enormes altares matutinos que pueden abarcar más de 10 metros y puedo tardar muchos días en recolectar todo el material y crear los patrones. Como práctica diaria, tienden a tener un metro de diámetro y pueden tomar hasta 6 horas de principio a fin. Recientemente, hice dos grandes altares en el centro del Hammerstein Ballroom en Nueva York. Fueron comisionados por Lab/Shul, una gran comunidad judía para sus servicios de Yamim Noraim. Dos mil personas se sentaron a mi alrededor en este enorme teatro mientras creaba un Altar matutino en vivo con toneladas de elementos naturales que busqué en Manhattan y Brooklyn. Lo construí durante 10 horas cada día, y luego lo deconstruí frente a la audiencia en vivo también. Llevó la naturaleza al interior del recinto. Podías oler la tierra húmeda en el teatro, algo totalmente hipnótico. Para mí, la parte más poderosa del ritual fue presenciar que la gente volviera a preguntarse. ¿Cómo podrían las hojas hacer eso? ¿Cómo podría haber tanto tesoro encontrado en una ciudad? ¿Esto solo durará un par de horas más? Me gusta cuando las personas experimentan una sensación de asombro infantil con nuestro mundo viviente.
¿Cómo te sientes respecto al hecho de que tu arte desaparecerá con el tiempo?
Con el corazón roto, agradecido, frustrado, animado. Toda la gama. A veces le toma mucho tiempo desaparecer y a veces sucede mientras lo estoy haciendo. Sin embargo, nunca deja de convertirse en una lección de vida sobre lo efímero que es todo este asunto. Este proceso siempre me devuelve a una sensación de humildad porque no siempre sale como yo quiero. También me ayuda a ejercer el deseo de perseverar ante el cambio.
Después de la publicación de mi primer libro, tuve el honor de ser el artista residente en la Reserva Andy Warhol en Montauk, Nueva York. Obtuve acceso a una playa privada de 400 metros donde podía estar afuera y hacer arte todos los días. El último día, se esperaba que hiciera una pieza que fuera fotografiada por la prensa y el público. Pasé el día previo preparando y recolectando material magnífico: tenazas de langosta naranjas y turquesas, conchas de mejillón de mar profundo y algas verdes brillantes. El día de la muestra, me desperté al amanecer y trabajé durante 7 horas en una instalación perfecta; geométrica y precisa. Estaba tan orgulloso de lo que logré cuando solo me quedaba hora antes de que todos aparecieran. Y de la nada, la marea subió y tomó todo el altar de un trago sin dejar rastro, ni siquiera un caparazón. Grité, golpeé el suelo con los puños, maldije el océano y, lo más importante, recordé: la vida siempre está cambiando. Por mucho que quiera que dure para siempre, no lo hará. Entonces, cuando soy testigo de lo efímero de mi arte, me encanta aún más. La impermanencia me dice: no des nada por sentado. Ámalo ahora mientras todavía está aquí.
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My Modern Met obtuvo permiso de Day Schildkret / Morning Altars para reproducir estas imágenes.
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