Desde 2014, los venezolanos han dejado su país en masa debido a la terrible situación política y económica. De hecho, el ACNUR estima que la cantidad de venezolanos buscando asilo ha incrementado en un 8000% en los últimos 5 años, lo que significa que más de 4 millones de personas hoy viven fuera de Venezuela. Con esto en mente, el fotógrafo Gregg Segal decidió usar su cámara para capturar algunos de los rostros que han sido afectados por esta crisis.
Undaily Bread es la continuación de la exitosa serie de Segal Daily Bread, en la que fotografió a niños de todo el mundo rodeados de lo que comían en una semana. Esta vez, en colaboración con el ACNUR, Segal cuenta las historias de mujeres y niños que han tenido que abandonar sus hogares, muchos de los cuales han viajado hasta 900 kilómetros para ponerse a salvo. Todos ellos viven hoy como refugiados en Bogotá, Colombia, y están haciendo todo lo posible para construir una vida mejor que la que dejaron atrás.
Los alimentos que comen a diario están esparcidos a su alrededor, acompañados de las pocas posesiones que pudieron llevar con ellos. Ver estos objetos es un duro recordatorio de las condiciones a las que se enfrentan estas familias, que han huido de las dificultades económicas con la esperanza de crear un nuevo futuro para ellos mismos. Con escasas oportunidades de trabajo, muchas de estas familias están luchando para llegar a fin de mes. Por eso, el ACNUR utilizó la serie fotográfica de Segal como una forma de recaudar fondos para cubrir la atención médica de los refugiados venezolanos.
Tuvimos la oportunidad de conversar con Segal acerca de esta nueva colaboración y lo que espera que la gente aprenda de las historias de estas familias. Lee nuestra entrevista exclusiva a continuación.
¿Cómo nació el concepto para Undaily Bread?
Fui contactado por José Racioppi, un redactor de Publicis en Bogotá. José había visto Daily Bread y se acercó a mí para hacer una serie en la misma línea, pero centrada en los inmigrantes venezolanos que han buscado refugio en Colombia.
¿Cómo surgió la alianza con el ACNUR y cómo te ayudaron a realizar el proyecto?
José organizó la alianza con el ACNUR; juntos trabajamos en los detalles y decidimos cómo utilizaríamos las imágenes para recaudar fondos para una campaña del ACNUR. Los donantes recibirían impresiones fotográficas como recompensa por su contribución y el dinero recaudado ayudaría a cubrir el costo de atención médica básica para las madres y niños que habían huido a Bogotá.
¿Trabajar en esta serie cambió tus nociones sobre lo que experimentan estas familias?
Creo que el proceso apoyó lo que ya sabía sobre la situación de los refugiados. Sospechaba que habían comido muy poco durante sus viajes desde Venezuela y así fue. Había oído hablar del colapso de la economía venezolana. Con la inflación fuera de control, el dinero en Venezuela es virtualmente inútil. Una de los niñas que fotografié, Nathalia, no había comido una manzana en más de tres años debido a su precio exorbitante. Una sola manzana costaba más de 5,000 bolívares, unos 500 dólares. Teníamos manzanas en el estudio durante el rodaje ¡y fue genial ver a Nathalia comer una!
¿Cuáles fueron las semejanzas y diferencias de esta experiencia en comparación con Daily Bread?
Con este proyecto, no sólo exploré lo que los niños y las madres comían durante sus viajes, sino también lo que llevaban de su casa con ellos. Para mí era importante mostrar lo poco que sobrevive de sus vidas en Venezuela. Es como si tu casa estuviera en llamas y sólo tuvieras tiempo para recoger unos cuantos objetos de valor personal y las necesidades más básicas. Una madre se llevó la última tarea de su hijo, un detalle simple pero significativo de su infancia que de otra manera se perdería.
¿Por qué crees que es importante que los artistas se involucren en causas sociales?
Los artistas pueden arrojar luz sobre temas sociales al enmarcarlos de una manera nueva o visualizando los problemas de maneras que no habían sido claramente expuestas. Creo que los artistas pueden ayudarnos a sentir compasión con su trabajo. Las imágenes se conectan con las audiencias a un nivel instintivo. Vivimos en una era visual y las imágenes muestran los problemas sociales con inmediatez. El viejo adagio de que una imagen vale más que mil palabras es más cierto que nunca.
¿Hubo alguna familia en particular que haya tenido un impacto en ti?
Todas tuvieron un impacto en mí—desde el niño pequeño que recorrió el set con un pan bajo su brazo después de la sesión porque no quería pasar hambre otra vez, hasta la madre que huyó con su hijo menor, dejando atrás a sus hijos adultos, porque sabía que era la única manera de darle una oportunidad en la vida. Estaba decidida a salir y a tener una vida más esperanzadora antes de que fuera demasiado tarde, antes de que el optimismo de este niño se derrumbara.
¿Qué esperas que la gente aprenda de esta serie?
Cuando miramos fotografías, a menudo nos vemos a nosotros mismos en otros. Es una de las capacidades más importantes que puede tener un ser humano: la empatía. Espero que esta simple y directa presentación de los refugiados reviva la empatía de los espectadores y que éstos se pregunten, ¿qué pasaría si fuera yo?