Los Juegos Olímpicos son conocidos no solo por reunir a los mejores atletas del mundo, sino también por generar amistades y fomentar la camaradería. Uno de los mejores ejemplos de esto ocurrió en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936. Fue allí donde nacieron las “medallas de la amistad”, forjadas a partir del cariño y la admiración entre dos compañeros.
Sueo Ōe y Shuhei Nishida eran miembros del equipo de atletismo japonés, y competidores en el salto con garrocha. Durante el evento, 25,000 espectadores vieron cómo los últimos cinco competidores en el salto con garrocha lucharon por las medallas. Todos habían podido rebasar la marca de 4.15 metros de altura, pero era el momento de ir por el oro. Varios competidores se retiraron y uno, Earle Meadows de Estados Unidos, superó los 4.35 metros, lo que fue suficiente para asegurar el oro.
Pero, ¿quién se llevaría la plata a casa? Después de que otro atleta se retirara tras no poder superar los 4.25 metros, estaba entre los amigos y compañeros de equipo de Japón. Listos para saltar por las medallas, ambos superaron los 4.25 metros. En ese momento sucedió algo que solo puede ocurrir en los Juegos Olímpicos, un lugar en que los atletas entienden el sacrificio y la determinación que se necesita para llegar a esta etapa: ambos se negaron a continuar. En lugar de continuar con el desempate, decidieron compartir el podio como iguales.
Desafortunadamente, en 1936, los oficiales olímpicos no creyeron del todo en el noble gesto y le dijeron al equipo japonés que era necesario tomar una decisión sobre quién se llevaría la plata y quién se llevaría el bronce. Entonces, según la cantidad de intentos que les tomó a los hombres superar la altura, Nishida recibió la medalla de plata y Ōe el bronce. Si la historia terminara ahí, sería lo suficientemente emotiva, pero lo mejor pasó cuando los compañeros regresaron a Japón.
Sin inmutarse por la clasificación oficial, los hombres fueron directamente a un joyero cuando llegaron a Japón. Sus medallas se dividieron por la mitad y luego se fusionaron, mitad plata y mitad bronce. Estas “medallas de la amistad” se han convertido en un recordatorio duradero de los profundos lazos que se forman durante la preparación y competencia olímpica. La historia es aún más increíble cuando uno recuerda que los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 se celebraron en la Alemania de Hitler bajo una atmósfera tensa. Aún así, estos juegos fueron los primeros en ser televisados e incluso filmados. De hecho, la competencia de Nishida y Ōe aparece en una escena de Olympia de Leni Riefenstahl.
¿Dónde están las medallas actualmente? Desafortunadamente, Ōe falleció cinco años después tras unirse al Ejército Imperial japonés. Su medalla es de propiedad privada, pero afortunadamente la de Nishida se exhibe en la Universidad de Waseda. Aunque Nishida falleció en 1997, su medalla es un recordatorio duradero de que los Juegos Olímpicos son mucho más que simplemente ganar o perder.
Los atletas olímpicos japoneses Sueo Ōe y Shuhei Nishida decidieron compartir sus medallas olímpicas de 1936 cuando se les negó su deseo de declarar un empate.
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