En el arte textil de México y Centroamérica existe una prenda femenina por excelencia: el huipil. Este producto artesanal nace del sincretismo entre los conocimientos prehispánicos y virreinales, y está cargado de simbolismo e historia.
La creación de un huipil es una actividad mayoritariamente femenina y que tradicionalmente se da en el seno familiar. Observando a sus madres, tías y abuelas, las artesanas aprenden desde pequeñas a realizar los textiles y perfeccionan sus habilidades con la práctica. Aunque hoy en día se lucha por reivindicar el valor de estos textiles tradicionales, su belleza es innegable: de hecho, la mismísima Frida Kahlo tenía una gran colección de ellos. Los huipiles toman muchas formas, pero tienen algo en común: todos ellos representan la gran riqueza de la tradición textil prehispánica que aún sobrevive hasta nuestros días.
¿Qué es un huipil?
Un huipil (del náhuatl huipilli, conocido también como hipil en Yucatán) es una blusa o vestido propio de las comunidades indígenas de México y Centroamérica. Estas prendas femeninas se componen de uno o más lienzos rectangulares plegados a la mitad, unidos por los costados y con aberturas para la cabeza y los brazos. Su origen es prehispánico, y tradicionalmente estaban hechos de yute y algodón; sin embargo, durante el virreinato se popularizó la incorporación de lana y seda, y hoy también se utilizan materiales sinténticos como el rayón.
Y ¿cómo se hace un huipil? La herramienta principal de las artesanas es el telar de cintura, un instrumento de tejido que se remonta a la época prehispánica. Uno de los extremos del telar se amarra a un árbol, mientras que el otro se sostiene en la cintura con un ceñidor de cuero llamado mecapal. Usando varas de madera y sus manos, las artesanas van tramando los hilos para crear patrones en el textil. No se usan guías ni se planean los diseños de antemano, por lo que el resultado final depende en gran medida de la experiencia y la destreza de la artesana. Los huipiles son prendas modulares; el ancho de la tela corresponde al ancho del telar (que suele ser de entre 30 y 40 centímetros), por lo que a menudo es necesario unir varios lienzos para completar una prenda. Nunca hay desperdicio de tela por esta misma razón, ya que las artesanas fabrican exactamente la cantidad que necesitan.
Aunque muchos son creados en telar de cintura, los huipiles también pueden estar bordados. Tal es el caso del terno yucateco. Esta es la indumentaria tradicional usada por las mujeres en Yucatán, y se compone de tres partes: el jubón, que es una solapa cuadrada que se pone por encima de los hombros; el hipil, un vestido blanco bordado que llega hasta las rodillas; y el fustán, una pieza de medio fondo que se coloca por debajo del hipil. Sea cual sea el método, los huipiles son prendas artesanales, por lo que la elaboración de uno solo puede llevar varios meses.
El significado de los huipiles
Los huipiles tienen un profundo significado simbólico que varía mucho de una comunidad a otra. Como explica la antropóloga y especialista en textiles mexicanos Marta Turok, estas diferencias son claves para comunicar la identidad de los pueblos que los producen. Además de tener diferencias claras que dependen de la localidad y de la etnia, los huipiles pueden denotar, por ejemplo, que una mujer está soltera o casada o diferenciar a las niñas de las jóvenes.
Existen dos tipos principales de huipiles: los de uso cotidiano, y los de uso ceremonial. Estos últimos son mucho más complejos tanto a nivel técnico como iconográfico, y suelen tener una función especial en las fiestas locales. Turok señala que en muchas comunidades, la Virgen se viste con huipil. Esto se relaciona con que en la época prehispánica se consideraba que tejer era un regalo de las diosas; así, el acto de tejer adquiere un simbolismo profundo que se asocia a la cosmogonía de la comunidad.
En cuanto a los motivos que decoran los huipiles, estos dependen en gran medida de las creencias locales, y en muchos casos su significado se conoce exclusivamente dentro de la comunidad. Dicho esto, existen algunos elementos que pueden llegar a repetirse. En las comunidades mayas, por ejemplo, es común ver diseños de rombos, que hacen referencia a los tres niveles del universo maya: el cielo, la tierra y el inframundo. Adicionalmente, es común que las artesanas incluyan un cierto motivo particular en sus textiles a manera de firma.
El huipil hoy
Hoy en día, el arte del huipil se enfrenta a muchos desafíos. El difícil acceso a los mercados nacionales e internacionales, el regateo y la infravaloración de sus productos significa que a menudo los artesanos no reciben la compensación que merecen, por lo que las generaciones más jóvenes deciden no aprender las técnicas para hacerlos. Además, las comunidades a menudo son víctimas de plagio por parte de grandes marcas internacionales, que se “inspiran” sus diseños y los reproducen sin crédito ni compensación alguna (un ejemplo es el plagio de un huipil mazateco tradicional por parte de la marca australiana Zimmermann).
Dicho todo esto, en los últimos años ha habido un impulso por dignificar el trabajo de los artesanos, tanto dentro como fuera de las comunidades. Las artesanas han comenzado a crear colectivos y escuelas rurales que buscan trasmitir sus conocimientos expertos a las siguientes generaciones. Ciertas marcas como Fábrica Social y Carla Fernández trabajan con diversas comunidades para reinventar el huipil y acercarlo a un público más amplio, asegurando que los artesanos puedan vivir de su producción textil. En última instancia, este proceso de reinvindicación de la artesanía no trata de salvaguardar solo el producto textil en sí, sino también los conocimientos y el simbolismo que hay detrás de su creación.
Artículos relacionados:
9 Artesanías que muestran la diversidad del arte popular mexicano
El tenango, el estilo de bordado otomí que ha llenado el mundo de color
La Guelaguetza: una celebración oaxaqueña llena de danza, música y color
Descubre la belleza y el profundo simbolismo del arte huichol