Un pequeño pueblo en el sureste de Polonia es conocido por una peculiar tradición: cada casa, pozo, iglesia y granero está cubierto de hermosas flores decorativas pintadas a mano. La pequeña aldea agrícola de Zalipie, localizada a tan solo 90 minutos de Cracovia, se siente a un mundo de distancia con sus inesperadas explosiones de color.
¿Cómo empezó esta tradición? No se sabe a ciencia cierta, pero una historia cuenta que comenzó debido a la falta de ventilación de las estufas. Al dejar marcas de hollín en el techo, las mujeres del pueblo empezaron a cubrirlas con flores para disimular los daños, logrando también alegrar un poco sus casas. Aún cuando la ventilación mejoró, la gente del pueblo (sobre todo mujeres) continuaron con esta forma de arte popular, pasando de los techos y las fachadas a los puentes y una infinidad de lugares más.
La tradición se ha mantenido con vida, y cada primavera después de la celebración del Corpus Christi los aldeanos organizan la Competencia de Casas Pintadas, o Malowana Chata. No hay nada como un poco de competencia vecinal para dejar volar la creatividad, en un concurso que se ha llevado a cabo cada año desde 1948.
La fecha de inicio de Malowana Chata tiene un significado especial, ya que comenzó justo al terminar la Segunda Guerra Mundial. Polonia quedó completamente devastada por la guerra —el 17% de la población del país falleció—por lo que el concurso sirvió como un intento del gobierno para ocultar los daños a Zalipie.
Hoy en día, Zalipie atrae visitantes de todo el mundo que buscan admirar la belleza del colorido pueblo. Incluso hay un museo, que en algún momento fue el hogar de una residente llamada Felicja Curylowa. Tras su muerte en 1974, la muy vistosa casa de Curylowa se transformó en un espacio donde los visitantes pueden apreciar su trabajo. Desde las cucharas hasta los focos, cada centímetro del lugar está lleno de color.
El colorido pueblo de Zalipie está completamente decorado con hermosas pinturas florales.
h/t: [Mental Floss]