El fotógrafo francés Pierre-Louis Ferrer es un experto en el campo de la fotografía infrarroja y ultravioleta. Por eso, era lógico que llevara consigo su cámara sin espejo modificada durante un viaje a Letonia. Esto le permitió disfrutar de los paisajes de este país del norte de Europa y documentarlo de una manera única. Las imágenes resultantes son una mirada intrigante a Letonia y, en particular, a sus parques nacionales.
Ferrer nunca había visitado Letonia, y le llamó la atención la gran cantidad de espacios naturales que vio en cuanto salió de la ciudad. El entorno natural fue especialmente inspirador para Ferrer. “Letonia tiene unos bosques preciosos en los que se puede caminar libremente y disfrutar de torres de observación para ver panorámicas increíbles”, explica a My Modern Met.
Sus imágenes ponen de manifiesto su amor por la naturaleza, ya que el fotógrafo evita tomar fotos de centros urbanos. Como es típico en las fotos infrarrojas, los verdes exuberantes se transforman en tonos rojos/rosados y los cielos azules adquieren un color más gélido. Ferrer quedó especialmente impresionado con el Parque Nacional de Kemeri, que cuenta con ciénagas rodeadas de una increíble biodiversidad. Este contraste entre el agua y la vida vegetal hace que las imágenes infrarrojas sean especialmente atractivas.
Al fotógrafo francés también le intriga cómo la naturaleza puede reclamar a los edificios construidos por el hombre. En Letonia, exploró una fábrica de papel abandonada rodeada de pinos. Estos árboles también se han introducido en la arquitectura, asomándose por las ventanas y saliendo disparados a través de la estructura sin techo. A través de su trabajo, espera que otros vean también el poder de la naturaleza. “La naturaleza es mucho más fuerte e inteligente de lo que podríamos pensar, y se adapta a nuestro impacto”, explica.
La verdadera belleza y el poder del entorno natural de Letonia brillan en las vistas panorámicas del bosque. Tomadas desde torres de observación abiertas a los excursionistas, las fotografías ofrecen una hermosa mirada al mundo natural. Con una ligera niebla se desprende de los árboles, el único indicio de la presencia humana son los senderos que atraviesan el bosque.
Para Ferrer, el viaje fue un cambio bienvenido. Era su primer viaje después del confinamiento, por lo que de verdad fue una bocanada de aire fresco.