Si miras rápidamente las fotografías de Charles Brooks, podrías pensar que sus imágenes plasman edificios abandonados. Al observar más de cerca, notarás que estas habitaciones y túneles tienen algo diferente. En realidad no se trata de edificios, sino de los interiores de instrumentos musicales clásicos que Brooks fotografía para su proyecto Architecture in Music (“Arquitectura en la música”).
La serie es una colaboración entre el pasado y el presente de Brooks, quien trabajó como violonchelista de concierto durante 20 años antes de comenzar su carrera como fotógrafo profesional. Esta mirada “secreta” dentro de instrumentos con los que está familiarizado le permite satisfacer su curiosidad como músico y expresar su creatividad como fotógrafo.
“El interior de un violonchelo o un violín era algo que solo se veía cuando se reparaba. La intrincada complejidad del mecanismo de un piano se escondía detrás de una gruesa madera lacada. Siempre era emocionante ver dentro de ellos durante una rara visita a un lutier,” Brooks le dice a My Modern Met. “Explorar el funcionamiento interno de estos instrumentos fue algo natural tan pronto como pude tener en mis manos las lentes de sonda necesarias para fotografiar los instrumentos sin dañarlos”.
Brooks echó mano de su ingenio y usó un efecto de cambio de inclinación de manera innovadora para hacer que estos pequeños espacios se vean enormes. Lograr el efecto, manteniendo la nitidez de todos los detalles, fue muy difícil. “Ninguna de las series es una sola toma”, revela Brooks. “Es imposible tener un enfoque tan claro en un solo cuadro. En cambio, tomo de docenas a cientos de imágenes desde la misma posición, cambiando lentamente el enfoque de adelante hacia atrás. Luego, esos fotogramas son mezclados cuidadosamente hasta llegar a una toma final donde todo se ve claro. El resultado engaña al cerebro haciéndole creer que está mirando algo grande o cavernoso. Me gusta la dualidad de que el interior del instrumento parece ser su propia sala de conciertos”.
Cuando Brooks comenzó la serie, quedó sorprendido por lo que vio. Cada instrumento tiene una historia que contar, con marcas de reparación y herramientas que muestran su historia. Desde un violonchelo del siglo XVIII hasta un saxofón moderno, estos instrumentos musicales son distintos entre ellos, pero todos son especiales. Al mirarlos, Brooks encontró una nueva manera de apreciar la artesanía y la ingeniería detrás del diseño.
“Esperaba ver una mayor diferencia entre los pianos Steinway y Fazioli, cada uno de los cuales cuesta cientos de miles [de dólares]. Creo que su sorprendente similitud, incluso a un nivel tan macro, es un testimonio de que la mecánica de la acción de un piano ha alcanzado un nivel cierta perfección en el diseño. Pero la mayor sorpresa tuvo que ser el diyeridú. ¡No sabía que estaban tallados por termitas! La superficie orgánica es tan extraña que me parece verdaderamente fascinante”.
Brooks espera que sus fotografías permitan a los amantes de la música apreciar más no solo a los músicos, sino a toda la cadena de expertos que se dedican a la elaboración de estos instrumentos.