El artista español Juan Muñoz alcanzó la fama internacional por su singular visión sobre la escultura: tratarla como un medio narrativo. Esto le valió el apodo de “poeta del espacio” y lo llevó a exponer en grandes instituciones del mundo, como el Tate Modern de Londres y el Guggenheim de Nueva York, antes de que su vida quedara trágicamente truncada en el mejor momento de su carrera artística. A pesar de ello, su talento excepcional y sus dinámicas piezas conforman un legado que continúa siendo estudiado y celebrado por quienes aceptan el desafío de ver más allá de los límites de la escultura. “Quizá me valga de algo haberme equivocado, pero yo no querría nunca hacer lo que otros han hecho”, dijo Muñoz en una entrevista en 1996 en el Centro Gallego de Arte Contemporáneo.
A continuación, conoce más sobre la vida y obra de Juan Muñoz.
¿Quién fue Juan Muñoz?
Juan Muñoz Torregrosa nació en Madrid en 1953, en el seno de una familia privilegiada, lo que le permitió tener un acercamiento a las artes desde una edad temprana. Tras ser expulsado de la escuela, continuó su educación con Santiago Amón, un crítico de arte contratado por su padre. Así tuvo su primer encuentro con el modernismo, una corriente que representaría una gran influencia en su labor escultórica posterior.
En la década de 1970, Muñoz se mudó a Londres. Consiguió un par de becas para estudiar en el Central School of Art and Design y el Croydon College. Años más tarde, se trasladó a Nueva York para estudiar en el Pratt Institute, una universidad enfocada en la arquitectura, ingeniería, diseño y artes. De vuelta en España, se dedicó por un tiempo al trabajo curatorial, hasta que en 1983 da vida a sus primeras esculturas de hierro soldado.
Además de su trabajo escultórico, Juan Muñoz experimentó con la instalación, piezas sonoras e ilustración. La segunda parte de la década de 1980 trajo consigo sus primeras exposiciones individuales en Francia y Estados Unidos, a la vez que comenzó a experimentar con nuevos materiales, como el bronce y el papel maché. El reconocimiento en su país de origen tardó un poco más en llegar: su primera gran exhibición, Juan Muñoz: Monólogos y diálogos, abrió en el Palacio de Velázquez, la sala de exposiciones temporales del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en 1996.
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En junio de 2001, Muñoz presentó Double Bind, considerada su obra maestra. Encargada por el Tate Modern de Londres, esta instalación para la Sala de Turbinas destacó por jugar con la perspectiva y la ilusión, la visibilidad y la invisibilidad. Tristemente, Muñoz sufrió un infarto letal mientras vacacionaba en Ibiza en agosto, dos meses antes de que una gran muestra retrospectiva dedicada a su obra saliera de gira por Estados Unidos. Tenía 48 años.
El actor John Malkovich, quien colaboró con el elemento sonoro de esa gran instalación, reconoció el talento de Muñoz. “Toda creación es un acto contra la fealdad, la crueldad y la muerte, para hacer esto, los artistas deben ser capaces, de una manera mágica, de encontrar belleza en lo mundano, en lo cotidiano, en el día a día, en lo feo, en lo mórbido y lo temporal…y creo que Juan tenía un gran talento para eso, creo que ese era la clase de mago que era Juan”, dijo Malkovich en una entrevista a RTVE.
Estilo y obra
“En el origen de toda obra de arte que a mí me interesa, hay un momento en el que el ojo te traiciona, te está dando una información que el cerebro no te la reconoce o al revés, la imaginación te trata de describir el mundo que tienes delante y el ojo te está diciendo que no”, dijo el escultor en una entrevista. Si bien al principio le molestaba que su obra fuese vista más como literatura que como arte, el escultor siempre abrazó su amor por contar historias.
Así, la obra de Muñoz cautivó al público por el elemento narrativo de su obra: piezas que parecen envolver un relato desde la complejidad de su diseño, figuras humanas que parecen interactuar entre ellas y detalles que invitan al espectador a acercarse y sumergirse en la escena.
El mejor ejemplo de esto es Thirteen Laughing at Each Other (2001), una de sus esculturas más conocidas, ubicada en Oporto, Portugal. En esta pieza de tres partes, hecha de bronce y acero, el espectador es envuelto por trece figuras de proporciones casi humanas que ríen descaradamente, despertando una sensación de que uno ha dejado de ser el observador para ser el observado–y probablemente, el objeto de la risa y burla de las figuras.
“Juan Muñoz es conocido por obras escultóricas en las que sitúa la figura humana en escenarios arquitectónicos elaborados o complejos”, dice el Tate Modern. “Estos se crean utilizando elementos como suelos estampados, escaleras y balcones. Luego, mediante una ubicación muy considerada de las figuras, Muñoz atrae al espectador a un compromiso con los dramas implícitos que se desenvuelven en su interior”.
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