Para entender cuánto ha avanzado la fotografía en el último siglo, basta echar un vistazo a lo gigantesca que era la cámara necesaria para retratar un tren en 1900. Como nos ha señalado la historia de la fotografía, no siempre fue fácil salir a documentar cosas como lo hacemos actualmente. Así que cuando la compañía Chicago & Alton Railway introdujo un nuevo tren en 1899, el Alton Limited, también fue necesario diseñar nueva tecnología para poder retratarlo.
Como el tren fue elogiado por su “diseño uniforme y simétrico”, se acordó que una fotografía panorámica sería ideal para capturar su belleza. Al principio, George R. Lawrence, fotógrafo de la compañía, pensó que la única forma de obtener un buen resultado sería fotografiar secciones del tren y unirlas en el proceso de impresión. Sin embargo, esta técnica distorsionaba la imagen, por lo que se decidió que la tecnología había avanzado lo suficiente como para intentar usar sólo una placa para esta fotografía.
Obtener la imagen de casi dos metros y medio de largo no sería sencillo, pues Lawrence tendría que usar una sola placa que era tres veces más larga que cualquier otra placa de la época. Pero el fotógrafo de la compañía estaba listo para el reto, y presentó los planos de lo que se convertiría en la cámara más grande del mundo. Construida y diseñada en Chicago, su construcción tomó dos meses y su peso era de 635 kilos.
Para enfocar este enorme aparato, dos pantallas fueron colocadas en la pista detrás de la cámara y fueron movidas de un lado a otro. Los fuelles –la parte de la cámara que se ve como un acordeón–, se dividieron en cuatro secciones que se montaron sobre ruedas pequeñas y se deslizaron sobre una pista de acero. Las lentes fueron las más grandes de la historia hasta ese momento e incluyeron un gran angular utilizado para capturar todo el exterior, así como una lente telescópica. En total, se requerían alrededor de 15 trabajadores para operar la cámara.
Mover la cámara gigante dentro de Chicago fue toda una odisea. Las partes que la componían fueron transportadas primero en una furgoneta acolchada y después en un tren para ser ensambladas en el lugar. Al final, los resultados valieron la pena y estas imágenes, tomadas de un folleto conmemorativo conservado por la Sociedad Histórica de Indiana, son un testimonio de la innovación.
Eventualmente, las fotos del “tren más hermoso del mundo” llegaron hasta la Exposición Universal de París de 1900. Los resultados fueron tan increíbles, que los oficiales de la compañía debieron firmar declaraciones juradas para que los organizadores de la Exposición Universal les permitieran anunciar la imagen como “la fotografía más grande del mundo”. Al final, Lawrence obtuvo el Gran Premio por Excelencia Fotográfica Mundial en la Exposición Universal de París. Con ese reconocimiento, todo el trabajo valió la pena.
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