A principios del siglo XX, Barcelona se convirtió en un hervidero de las artes y la cultura. Durante esta época se desarrolló el modernisme catalá (o modernismo catalán), un movimiento artístico y arquitectónico basado en el art nouveau que dotaría a la ciudad de una personalidad única. Uno de sus representantes más influyentes fue el arquitecto Antoni Gaudí, quien dio vida a numerosas obras que hoy definen la estética de Barcelona. Aunque Gaudí es conocido como la mente detrás de la Sagrada Familia, el arquitecto diseñó numerosas obras emblemáticas—incluyendo, por supuesto, el Park Güell.
Ubicado en la ladera del monte Carmelo, el Park Güell (también conocido como “Parque Güell” o “Parc Güell”) originalmente estaba pensado como un complejo urbanístico rodeado de belleza natural. Sin embargo, su lejanía con el centro de Barcelona lo llevó a transformarse en un parque–uno que rápidamente se convertiría en el más famoso de la ciudad. Aquí exploraremos la historia del famoso Park Güell, empezando por el empresario que le daría su nombre.
Eusebi Güell y Antoni Gaudí
Gaudí conoció al empresario catalán Eusebi Güell en 1878. El joven arquitecto había diseñado una vitrina decorativa para exponer los productos de la Guantería Esteban Comella en la Exposición Universal de París, llegando a ganar una medalla de plata por su diseño innovador. La pieza atrajo la atención de Güell, quien se encontraba de visita en la capital francesa. Tras regresar a Barcelona, Güell se dirigió a la guantería en busca del creador de la vitrina; el propietario lo guió al taller de Eudald Puntí, y así conoció a Gaudí.Este encuentro resultaría ser un punto de inflexión en la carrera del arquitecto. Ambos hombres formarían una larga amistad y relación de mecenazgo de la que nacerían numerosos proyectos en la ciudad. En los años siguientes, Gaudí estaría a cargo de la construcción del Palacio Güell en las Ramblas—su primer gran proyecto—así como de las Bodegas Güell, ubicadas a las afueras de Barcelona.
Para comienzos del siglo XX, la relación de confianza entre Güell y Gaudí estaba más que cimentada. Según Carmen Güell, descendiente del empresario, “Güell abrió a Gaudí las puertas de su casa de par en par, le presentó a su familia y a sus amigos, y le brindó el apoyo económico y moral que necesitaba para triunfar”.
La creación del Park Güell
En 1899 y 1902, Eusebi Güell adquirió dos fincas en la ladera sudoriental del monte Carmelo. El empresario tenía un plan ambicioso en mente: convertir el terreno de 12 hectáreas en un proyecto de urbanización para la burguesía barcelonesa al estilo de las ciudades-jardín inglesas. Güell dio las riendas del proyecto a su amigo Gaudí, dándole completa libertad creativa para realizar el proyecto.
Gaudí buscó que las construcciones de este nuevo proyecto se integraran perfectamente con la naturaleza. El arquitecto aprovechó el desnivel de la montaña para realizar una serie de obras escalonadas como una alegoría del ascenso al mundo espiritual. Gaudí diseñó una gran escalinata que conduce a la sala Hipóstila, un espacio lleno de columnas que funcionaría como el mercado de la urbanización. Además, se realizaron tres kilómetros de viaductos de piedra con espacio suficiente para carruajes y transeúntes, así como dos pabellones y una enorme plaza ovalada con vista hacia la ciudad.
El proyecto fue aceptado por el Ayuntamiento de Barcelona en 1904. Sin embargo, Gaudí y Güell se enfrentaron a dos problemas. Por un lado, en las parcelas solo se tenía permitido edificar de 200 a 240 m²—es decir, una sexta parte del terreno—y su precio podía ascender a las 37,000 pesetas, una cantidad bastante elevada para la época. Adicionalmente, el proyecto era poco atractivo para la burguesía, ya que se encontraba lejos del centro y estaba de moda vivir en grandes edificios como los del Paseo de Gracia. De las 60 parcelas que se tenían previstas solo se vendieron dos: una al abogado Martí Trias i Domènech, y la otra al mismo Gaudí, donde vivió entre 1906 y 1925.
El Park Güell hoy
Aunque el proyecto original fue un fracaso en términos económicos, el parque pronto se convirtió en un centro de atracción para turistas y locales por igual. Tras la muerte de Güell en 1918 y la de Gaudí en 1926, los descendientes del empresario vendieron el parque al Ayuntamiento de Barcelona, convirtiéndolo en un espacio público. En 1969, el Park Güell fue nombrado Monumento Histórico-Artístico de Carácter Nacional, y en 1984 pasa a formar parte de la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO junto con otras obras de Gaudí.
Hoy en día, el Park Güell es uno de los sitios turísticos más visitados de Barcelona. Aunque en algún momento llegaron a recibir 9 millones de visitantes al año, desde 2013 han regulado la entrada de visitantes ajenos a la ciudad para preservar el patrimonio histórico y cultural del sitio. En definitiva, el Park Güell representa uno de los más grandes logros del arquitecto; algunos elementos del parque—como la colorida fuente en forma de salamandra en la escalinata—incluso han llegado a convertirse en símbolos de la increíble obra de Gaudí.
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