En los últimos años, el ajolote –o axolote– le ha dado batalla a los gatos y los perezosos por los corazones del internet. ¿Y cómo no enamorarse de esa adorable cara sonriente? Muchas personas han señalado el parecido de este animal mexicano con un pokemon, y su dulce apariencia ha inspirado todo tipo de arte, desde ilustraciones hasta muñecos. Sin embargo, esta especie está en peligro de extinción, por lo que bien vale la pena conocerla a profundidad para ayudar a su preservación.
El ajolote –cuyo nombre científico es Ambystoma mexicanum– es endémico de los lagos de Chalco y Xochimilco en el Valle de México, ubicado en la región centro sur del país. Su nombre proviene del náhuatl axolotl, que quiere decir “monstruo de agua”.
Aunque su versión más popular es la de piel clara y branquias de un color rosa intenso, la mayoría son de color café o gris oscuro en su estado natural . Los ajolotes miden de 15 a 30 centímetros y lucen como un renacuajo, pero probablemente su característica más notable sea los tres pares de branquias en forma de plumas que sobresalen de la parte posterior de su cabeza. Además de estas branquias, pueden respirar a través de la boca, los pulmones y la piel. Si bien esto podría suponer una gran ventaja, en realidad los vuelve más vulnerables a los contaminantes. A pesar de que tienen cuatro patas que les permiten caminar sobre tierra, solo suben a la superficie para respirar antes de sumergirse rápidamente.
Estos animales representan uno de los mayores misterios de la ciencia, ya son los únicos vertebrados capaces de regenerar partes perdidas o dañadas –desde sus patas hasta partes de su cerebro y su médula espinal– en solo unas semanas y con todos los huesos, nervios y músculos en su lugar original. Por ello, estos animales han protagonizado cientos de estudios científicos, y son criados y estudiados en muchos laboratorios alrededor de mundo.
El origen de la peculiar apariencia de los ajolotes es que conservan sus características de larva –como su aleta dorsal– a lo largo de su vida. Esta condición se denomina neotenia, y es extremadamente rara en el reino animal. Por otro lado, los ajolotes pueden vivir hasta 15 años, y se alimentan de gusanos, larvas de insectos, moluscos y algunos peces. Aunque fueron el gran depredador de su hábitat por cientos de años, la introducción de algunas especies de peces y la presencia de garzas han complicado su supervivencia.
Adicionalmente, la destrucción y contaminación de su hábitat, al igual que su comercialización como mascotas o ingrediente en remedios naturales, han provocado que el ajolote sea hoy una especie en peligro de extinción. Actualmente, se cree que solo quedan entre 700 y 1,200 ajolotes. A pesar de que el gobierno local ha creado regulaciones ambientales para protegerlos, sus esfuerzos no han sido suficientes. Por ello, si quieres conocerlos en persona, la opción responsable es hacerlo en un lugar dedicado a su protección, como el Museo del Ajolote, que abrirá en en verano de 2020. Si no quieres esperar tanto tiempo, también puedes visitar el Parque Ecológico de Xochimilco y el Zoológico de Chapultepec, ambos ubicados en la Ciudad de México.
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