Como maestra y defensora de los afroamericanos en las artes, Savage contribuyó en la formación de algunos de los artistas más destacados del Renacimiento de Harlem. Aunque era una ceramista experta por derecho propio, Savage consideraba que su verdadera obra maestra era la impresión que dejaba en sus estudiantes. “No he creado nada realmente hermoso, realmente duradero, pero si puedo inspirar a uno de estos jóvenes a desarrollar el talento que sé que poseen, entonces mi monumento estará en su trabajo”, dijo.
Aunque este “monumento” está en el corazón del Renacimiento de Harlem, mucha gente desconoce el papel de Savage en este innovador movimiento. Aquí echaremos un vistazo a su vida y obra, desde sus humildes comienzos en la arcilla hasta su revolucionario legado.
Una carrera toma forma
Augusta Savage nació en 1892 en Green Cove Springs, una cálida ciudad en Florida conocida por sus paisajes naturales. Construida alrededor de un manantial mineral, la ciudad es rica en arcilla roja. Con este medio convenientemente a su disposición, Savage pasó su infancia haciendo pequeños animales de cerámica. Mientras que su padre, ministro metodista, desaprobaba de su pasatiempo, Savage empezó a dar lecciones sobre cómo esculpir en la escuela secundaria—un trabajo que sentaría las bases para una carrera en educación artística.En 1919, Savage solidificó su papel de escultora innovadora cuando una de sus piezas ganó un premio a la originalidad en una feria de Florida. Dos años más tarde se mudó a la ciudad de Nueva York, donde se inscribió en la Cooper Union for the Advancement of Science and Art, una universidad progresista con becas en Manhattan. Aunque competía contra 142 solicitantes varones, Savage fue aceptada y, en 1923, obtuvo su título—un año entero antes de lo esperado.
Si bien Savage fue reconocida por su talento en Cooper Union, sus primeras experiencias profesionales no estuvieron exentas de racismo y sexismo. En 1923, un comité rechazó su solicitud para un programa artístico de verano en Francia debido a su raza. Savage impugnó la decisión en vano. Sin embargo, el miembro del comité y escultor Hermon Atkins MacNeil defendió el trabajo de Savage, eventualmente convirtiéndose en su maestro.
Ese mismo año, Savage recibió su primer gran encargo: un busto del activista de los derechos civiles y escritor W. E. B. Du Bois para la Biblioteca de Harlem. Aunque tuvo dificultades financieras, en los años siguientes recibió becas, ganó premios, se convirtió en una franca crítica del arte “negro primitivo” y (a través de donaciones) estudió en París—todo esto antes de hacer historia en el Renacimiento de Harlem.
“Edad de oro”
Cuando Savage regresó de Francia en 1931, el Renacimiento de Harlem estaba en pleno apogeo. “Harlem se convirtió en un destino para los afroamericanos de todos los orígenes”, explica el Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana. “Desde trabajadores no calificados hasta una clase media educada, compartieron experiencias comunes de esclavitud, emancipación y opresión racial, así como la determinación de forjar una nueva identidad como gente libre”. En su búsqueda por lograr este objetivo, artistas negros de todo el país acudieron en masa a Harlem—incluyendo a la mismísima Augusta Savage.En 1934, la escultora abrió el Estudio Savage de Artes y Oficios. Situado en un sótano de Harlem, esta escuela ofrecía clases de pintura, dibujo y escultura a artistas negros en ciernes (el pintor afroamericano Jacob Lawrence fue uno de los muchos alumnos que más tarde se volverían famosos). El Estudio Savage de Artes y Oficios eventualmente se convertiría en el Centro Comunitario de Arte de Harlem. Clave para los avances artísticos del Renacimiento de Harlem, este establecimiento multicultural (financiado a través del Proyecto Federal de Arte) fomentaría el desarrollo de 1,500 estudiantes.
Además de la enseñanza, Savage se dedicó a la defensa de los derechos de los afroamericanos. En el segundo año del estudio, cofundó el Gremio de Artistas de Harlem con el artista multidisciplinario Charles Alston y la muralista Elba Lightfoot. Con el objetivo de abordar los “problemas culturales, económicos, sociales y profesionales” a los que se enfrentan los artistas afroamericanos, el gremio estableció tres objetivos principales en su constitución: fomentar el talento joven, promover la relación entre los artistas y el público y mejorar la calidad de vida y las oportunidades de los artistas.
A medida que el Renacimiento de Harlem se acercaba a su fin (los disturbios raciales en 1935 y la Gran Depresión pusieron fin a la “edad de oro”), también lo hicieron muchos de sus proyectos en el vecindario. El gremio se disolvió en 1941, y el Centro de Arte Comunitario de Harlem cerró al año siguiente.
Trabajo posterior y legado
En 1939, Savage fue seleccionada para crear una escultura para la Junta de Diseño de la Feria Mundial de Nueva York de 1939. Su pieza, The Harp (o “El arpa”), estuvo entre las obras más populares de la exposición. Compuesta por 12 cantantes negros (las “cuerdas”) parados en la mano de Dios (la “caja de resonancia”), la escultura de 4.8 metros de altura fue celebrada por su composición simbólica. Desafortunadamente, los problemas financieros no permitieron a Savage explorar todo su potencial. “No había fondos disponibles para fundir The Harp, ni había instalaciones para almacenarla”, explica el Museo Smithsonian de Arte Americano. “Después de que la feria cerrara, fue demolida, al igual que todo el arte”.Los problemas de financiación seguirían obstaculizando los planes artísticos de Savage después del Renacimiento de Harlem. En 1945, dejó la ciudad y su escena artística para establecerse en Saugerties, un pequeño pueblo de Nueva York. Aquí, cambió su enfoque de la escultura a la escritura, culminando en una colección de historias infantiles y novelas de misterio que nunca se publicaron. Savage vivió en Saugerties hasta su muerte en 1962.
En el momento de su muerte, las contribuciones de Savage al Renacimiento de Harlem y al modernismo fueron en gran parte olvidadas. Pero ahora, en un punto crucial de la historia, Savage está finalmente empezando a recibir el reconocimiento que merece.
“Estamos en un momento en el que los cánones están siendo desafiados y ampliados porque la historia pasa por alto a las mujeres y los artistas de color”, dijo Jeffreen Hayes, curador de la exposición de 2019 Augusta Savage: Renaissance Woman. “Para muchos de nosotros en el mundo del arte que hemos pasado nuestras carreras investigando, escribiendo y comisariando exposiciones sobre mujeres y artistas de color, estos artistas siempre han tenido un lugar en el arte, independientemente de su identidad social o racial. Cuando se piensa en Savage, su lugar siempre ha sido una artista que fue una brillante escultora que usó su arte para encontrar la forma de mantenerse fiel a la pasión artística propia”.
Explorando tanto el autodescrito “monumento” de Savage como sus propias esculturas llamativas, esta exposición reveló a la artista por lo que es: “una de las artistas estadounidenses más influyentes del siglo XX”.
Artículos relacionado:
El Renacimiento de Harlem: Cómo florecieron el arte y cultura afroamericana
“The Problem We All Live With”, la revolucionaria pintura sobre derechos civiles de Norman Rockwell
Coloridos retratos hechos con telas africanas cuentan historias de una “patria ancestral”
QEPD Katherine Johnson: Un tributo a la “computadora humana” que cambió la historia de la NASA