Orígenes
La instalación de los paneles de ámbar tallados suele atribuirse al Imperio ruso, donde eventualmente terminaría; sin embargo, originalmente se construyó para la monarquía prusiana en 1701 y formó parte el Palacio de Charlottenburg, hogar del primer rey de Prusia, Federico I. Debido a los crecientes conflictos en Europa Oriental, Rusia y Prusia formaron una alianza para luchar contra Suecia. Esta fue la razón por la que, de manera simbólica, regalarían el Salón de Ámbar a Pedro el Grande de Rusia en 1716. El célebre líder ruso mandó a instalar la sala en el Palacio de Invierno de San Petersburgo, pero la zarina Isabel ordenó su traslado al Palacio de Catalina en Tsárskoye Seló en 1755.
Ya en este sitio, la habitación fue ampliada, y llegó a tener un total de más de 55 metros cuadrados. En este punto, la sala contaba con seis toneladas de ámbar y otras piedras semipreciosas—los historiadores estiman que la habitación hubiera costado aproximadamente 176 millones de dólares hoy en día. Durante los dos siglos siguientes, la cámara fue admirada tanto por los rusos como por el resto del mundo occidental—tanto así, que la sala, y muchas otras obras de arte como ésta, se verían amenazadas por el creciente sentimiento totalitario que surgió en Europa en la década de 1930.Segunda Guerra Mundial y desaparición
El 22 de junio de 1941, Adolf Hitler inició la Operación Barbarroja, que se centró en la invasión de la URSS. Sabiendo que los tesoros nacionales como la Cámara de Ámbar corrían peligro de ser confiscados por los oficiales nazis, los conservadores soviéticos trataron de reubicar la sala lejos del frente. Sin embargo, el ámbar se había vuelto tan frágil en los años previos que se desmoronó al intentar removerlo. Incapaces de sacar la habitación del palacio, los soviéticos intentaron esconderla de los invasores nazis cubriéndola con un fino papel tapiz.
Desafortunadamente, los nazis descubrieron los preciosos paneles de ámbar y los desmantelaron completamente, reconstruyéndolos más tarde en el castillo de Königsberg en Alemania. La habitación permaneció allí durante dos años más, antes de que los oficiales nazis ordenaran su traslado a finales de 1943. La habitación fue empaquetada con éxito, pero nunca se volvió a ver.
Teorías de conspiración y reconstrucción
Desde su misteriosa desaparición, han aparecido muchas teorías de conspiración sobre la Cámara de Ámbar. La más simple es que los bombardeos que destruyeron la ciudad debieron haber destruido los paneles de ámbar, por lo que en realidad nunca dejaron la región. Otros creen que los paneles se encuentran en algún lugar del fondo del mar Báltico en un barco hundido. El único elemento de la sala que se ha encontrado es un panel de mosaico descubierto en 1997 por detectives de arte alemanes, pero no había ninguna indicación sobre su procedencia. Los buscadores de tesoros modernos constantemente hablan de sus teorías sobre la legendaria ubicación del Salón de Ámbar, pero parece ser que la la “octava maravilla del mundo” se ha perdido para siempre.
Afortunadamente, puedes visitar una reconstrucción de la cámara original, basada en sus especificaciones prusianas, en el Museo Estatal de Tsárskoye Seló hoy en día. La reconstrucción fue un trabajo masivo que costó unos 11 millones de dólares y tardó 25 años en completarse. Su inauguración en 2003 coincidió con el 300º aniversario de la ciudad de San Petersburgo.
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