Con elementos extraños y una atmósfera onírica, La persistencia de la memoria de Salvador Dalí se ha convertido en una de las piezas más icónicas del surrealismo. Pintada durante un periodo artístico inspirado por el dadaísmo, la obra maestra con relojes derretidos plasma las sensibilidades que definen este género experimental y excéntrico.
Para contextualizar el lugar de esta pieza icónica en la historia del arte, es importante entender sus influencias únicas, examinar su contenido simbólico y apreciar el enfoque vanguardista de su creación.
Contexto de historia del arte
La persistencia de la memoria fue pintada en 1931, durante el apogeo del movimiento surrealista. En ese entonces, varios artistas innovadores exploraron las ideas del automatismo y la autoconciencia en su trabajo. Este enfoque experimental del arte culminó en una tendencia hacia retratar temas peculiares que recuerdan a los sueños y desafían las percepciones.
Como figura clave del movimiento, Salvador Dalí exploró a fondo esta mentalidad artística que era, en su opinión, revolucionaria y liberadora. “El surrealismo es destructivo”, explicó, “pero sólo destruye los grilletes que limitan nuestra visión”.
Cuando Dalí pintó La persistencia de la memoria, su práctica artística se guió por el peculiar “método paranoico-crítico“. Desarrollada por el artista en 1930, la técnica se basa en una paranoia autoinducida y en alucinaciones para facilitar la creación de una obra de arte. Este método fue especialmente decisivo en la creación de las “fotografías de sueños pintadas a mano” de Dalí, una colección de obras que tienen sus raíces estilísticas en el realismo pero que no son realistas en cuanto a su temática.
Simbolismo surrealista
A pesar de estar ambientada en un paisaje realista, La persistencia de la memoria presenta elementos extraños que parecen pertenecer a un sueño. Mientras que la inspiración real detrás de esta escena ha sido objeto de debate (los historiadores del arte piensan en la teoría de Einstein; Dalí menciona cómicamente el queso Camembert), la extraña iconografía de la pintura es característica del movimiento surrealista.
Relojes derretidos
Un conjunto de relojes derretidos—o “relojes blandos”, como los han llamado muchos surrealistas—están esparcidos por toda la composición. Estos fascinantes relojes parecen haber perdido su integridad física, ya que se deslizan sobre la rama de un árbol o desde una plataforma ambigua. Solo un reloj de bolsillo –que permanece cerrado– conserva su estructura, aunque un ejército de hormigas cubre por completo su tapa.
Forma antropomórfica
Quizás la parte más desconcertante de la escena es una masa antropomorfa que se esparce por el suelo. Se cree que esta figura se parece a un rostro es un autorretrato del artista. Esta interpretación es adecuada, ya que Dalí es conocido por sus autorretratos poco convencionales, como Autorretrato blando con bacon frito, y por sus representaciones únicas de rostros no muy humanos, como la figura en su cuadro El sueño.
Paisaje familiar
Si bien el paisaje rocoso del fondo del cuadro de Dalí puede parecer una formación natural ambigua, en realidad está inspirado en su natal Cataluña. En concreto, los acantilados costeros representan el Cap de Creus, un cabo cercano al hogar del artista.
Además, se cree que la sombra triangular que parece cruzar por el lienzo fue proyectada por el monte Pení, que se encuentra cerca de la amada casa de verano de la familia Dalí. El mismo sitio también aparece en Vista de Cadaqués desde el monte Pení, una de las primeras pinturas de Dalí que representa una idílica ciudad mediterránea desde la cima del monte Pení.