El artista argentino León Ferrari dedicó su larga carrera a denunciar la intolerancia, la guerra y la violencia, así como los abusos de poder por parte de la Iglesia católica. El camino no estuvo libre de controversias, pero su labor demostró cómo el arte no solo puede enviar un mensaje o iniciar una conversación, sino también hacer temblar a las mismas instituciones a las que acusa con el poder de una obra. Desde el dibujo hasta el collage y la escultura, la explosiva obra de Ferrari dejó una huella en el arte contemporáneo a nivel mundial.
¿Quién fue León Ferrari?
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León Ferrari nació el 3 de septiembre de 1920 en Buenos Aires, Argentina. Su padre, Augusto César Ferrari, era un pintor y arquitecto italiano que decoraba capillas. En 1947, el joven León obtuvo el título de ingeniero industrial, ya que su padre le recomendó no dedicarse a las artes debido a los problemas que tuvo para mantener a su propia familia.
Su acercamiento al arte fue de forma autodidacta, y empezó a pintar a los 20 años, cuando aún era estudiante. En 1952, Ferrari y su familia se trasladaron a Italia, donde el artista comenzó a experimentar con esculturas de cerámica como hobby en busca de un lenguaje visual propio.
En 1955, celebró su primera exposición individual antes de volver a Buenos Aires y sumergirse en la experimentación con medios cada vez más novedosos, desde madera tallada y estructuras de metal hasta el collage y sus “escrituras abstractas”, dibujos no figurativos en los que plasmaba la sonoridad de la lengua. Su singularidad para mezclar textos y dibujos puede apreciarse en sus ilustraciones que hizo para un libro de poemas de Rafael Alberti en 1964.
La civilización occidental y cristiana
El ascenso a la fama de Ferrari inició en 1965, cuando el artista porteño inscribió una pieza al Premio Di Tella, organizado por el centro de investigación cultural homónimo, que ha sido considerado un pilar del arte contemporáneo en Argentina. La obra que Ferrari postuló, La civilización occidental y cristiana, consiste en un Cristo crucificado, no sobre una cruz, sino sobre un avión de combate estadounidense FH107. Con esta pieza, Ferrari buscaba hacer un comentario sobre la guerra de Vietnam y la relación entre el patriotismo y la guerra en el imaginario estadounidense. Temerosos por la posible reacción de la sociedad argentina, la pieza fue rechazada y solo apareció en el catálogo del festival. No obstante, hoy por hoy, es la obra más famosa de León Ferrari.
La expresiva obra de Ferrari se caracteriza por un lenguaje decididamente en contra del imperialismo y la Iglesia católica. “Soy un crítico de esa religión porque considero que la idea de que hay que castigar al que piensa distinto es la más grande de las intolerancias”, le dijo a El País en 2009. “La idea del infierno se ha convertido en real para miles de millones de personas que piensan que aquel que no piensa de una manera determinada será castigado. Creo que esa intolerancia es el origen de una gran cantidad de conflictos y exterminios que se han llevado a cabo en Occidente. […] El problema es que toda nuestra cultura está impregnada de esta religión y de su intolerancia. Gran parte de mi obra va en contra de esta idea del infierno difundida por la religión católica”.
Ferrari durante la dictadura
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Los ideales de Ferrari lo hicieron una figura vulnerable ante el advenimiento de la dictadura en Argentina, por lo que huyó a Brasil en 1976, no sin antes publicar un compilado de noticias sobre los brutales métodos de tortura y represión titulado Nosotros no sabíamos, frase que hace referencia a la respuesta que daban muchos miembros de la sociedad argentina al preguntarles sobre las atrocidades cometidas por el nuevo gobierno.
Tristemente, el hijo menor de Ferrari, Ariel, fue desaparecido por la dictadura en 1977. En su memoria, el artista publicó en el año 2000 un libro de poemas y collages titulado La bondadosa crueldad. Tras el fin de la dictadura, Ferrari volvió a Argentina en 1982, y se estableció ahí de forma definitiva en 1991. En esta década, ilustra el proyecto Nunca Más de Página/12 sobre los crímenes de guerra entre 1976 y 1983.
León Ferrari vs. Jorge Bergoglio: controversias de inicios de siglo
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La llegada del nuevo milenio trajo dos de las más grandes controversias en la carrera de Ferrari, lo que provocó grandes debates sobre la libertad de expresión y el alcance del arte en Argentina. En el año 2000, abrió en el Instituto de Cooperación Iberoamericana la muestra Infiernos e idolatrías, en la que presentó figuras religiosas metidas en jaulas y en otros objetos cotidianos como tableros de ajedrez y tostadores; Ferrari describió las piezas como “infiernos domésticos”. Además, incluyó una reproducción del Juicio Final de Miguel Ángel con excrementos de pájaros encima. La exposición fue objeto de ataques con gas lacrimógeno, pintura y basura por su contenido “blasfemo”.
“No quiero que todo esto quede como una piolada de mi parte, una manera de buscar efectos, porque hace treinta años que trabajo sobre la religión y su relación con la violencia”, dijo en una entrevista con Página/12 en el año 2000.
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En 2004, el Centro Cultural Recoleta, con sede en un edificio que previamente perteneció a los franciscanos y está a un costado de una iglesia católica, organizó una muestra retrospectiva de Ferrari. El evento provocó que el cardenal Jorge Bergoglio, quien hoy es el papa Francisco, condenase la exposición.
“Hoy me dirijo a ustedes muy dolido por la blasfemia que es perpetrada en el Centro Cultural Recoleta con motivo de una exposición plástica”, escribió Bergoglio en una carta, y reclamó que “este evento sea realizado en un centro cultural que se sostiene con el dinero que el pueblo cristiano y personas de buena voluntad aportan con sus impuestos”, además de calificar todo de “una vergüenza”. En respuesta, Ferrari solo agradeció el “favor”, ya que nunca había recibido tanta publicidad. “Mi exposición hablaba de la intolerancia y ellos la demostraron con los hechos”, afirmó.
Si bien al principio hubo protestas en forma de rezos frente al recinto y la destrucción de algunas obras, los fieles lograron que la justicia argentina cerrara la exposición por 10 días. La muestra logró reabrir una última vez antes de ser clausurada, ya que Ferrari temía por la seguridad de los visitantes.
Últimos años y legado
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En contraste con la reacción que despertó en su tierra natal, en 2007 recibió el León de Oro, el máximo galardón de la 52ª Bienal de Venecia, donde expuso La civilización occidental y cristiana. Dos años después, el Museo de Arte Moderno de Nueva York organizó una muestra antológica sobre su obra, en conjunto con la artista brasileña Mira Schendel.
León Ferrari falleció el 25 de julio de 2013, a los 92 años de edad. “(Ferrari) tuvo una vida combativa, un arte no complaciente, un pensamiento permanente, tuvo una mirada pícara, un fulgor entre nosotros. Fue también el más grande artista contemporáneo argentino, con una vida larga, dura, llena de pruebas, fracasos, dolor y coronada con justicia, con el reconocimiento nacional e internacional”, dijo el dibujante Miguel Rep tras anunciarse la muerte del artista.
Uno de sus últimos proyectos era convertir un inmueble de su propiedad en un museo para su obra y la de su padre; hoy, la Fundación y el Museo Taller Augusto y León Ferrari resguardan su legado.
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