El pintor y escenógrafo argentino Raúl Soldi decía que su propósito no era representar un mundo diferente, sino una equivalencia del que le rodeaba. Aunque es mejor conocido por decorar la cúpula del célebre Teatro Colón en Buenos Aires, su amplia obra refleja su distintiva personalidad y su profundo amor por las artes escénicas. Su fascinante vida y su visión lírica, con la que abordó múltiples medios y disciplinas, le ha valido ser una de las figuras más importantes del arte argentino del siglo XX.
¿Quién fue Raúl Soldi?
Raúl Cipriano Soldi nació el 27 de marzo de 1905 en Buenos Aires, Argentina. Sus padres eran músicos; su padre era chelista y en ocasiones interpretaba algunos pequeños papeles en óperas, y su madre, Celestina, tenía un gran talento musical. Además, su hogar estaba al costado de un teatro, al que acudía regularmente para ver los ensayos. Así, Soldi creció con un gran aprecio por la música y las artes líricas. “Me hice pintor porque no pude ser cantante. Si supieran la envidia que les tengo a las personas que cantan o tocan un instrumento”, dijo el pintor en un relato autobiográfico.
Soldi tuvo su primer acercamiento a la pintura a los 15 años; su primera obra fue una reproducción de una obra de Benito Quinquela Martín publicada por una revista. Al año siguiente, su familia visitó Italia, país natal de sus padres. “La Piazza San Marco, los mosaicos, las iglesias, las calles, los edificios públicos me impactaron; Venecia me hizo pintor”, dijo el pintor. Soldi permaneció cinco años en Milán; estudió arte en la Academia de Brera y dibujó anuncios publicitarios para subsistir.
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A su retorno a Buenos Aires en 1933, Soldi comenzó a trabajar como decorador de escenografías para Argentina Sono Films. En sus ratos libres pintaba lo que su corazón le dictaba y, si bien logró vender algunas piezas, no era suficiente para mantenerse. En la década de 1940 recibió una beca para estudiar escenografía en Estados Unidos.
Tras algunas exposiciones exitosas dentro y fuera de Argentina, además de la oportunidad de crear escenarios y vestuarios para producciones de teatro y ópera en el Teatro Colón, Soldi sintió que el éxito llegaba a su vida. En gran parte, fue el impulso de su esposa, Estela Gaitán, lo que lo llevó a dedicarse a la pintura de tiempo completo. “Estela me hizo comprender dónde estaba mi destino, me comprometió todo su apoyo ante previsibles contratiempos económicos, y con femenina decisión, esa que no admite réplicas, me dijo–basta de cine, a pintar todo el día”.
El Teatro Colón
En 1966, Soldi produjo el proyecto más ambicioso de su carrera: la pintura Alegoría a la música, al canto y al baile que decora la cúpula del Teatro Colón. En un principio, la cúpula tenía pinturas del artista francés Marcel Jambon, las cuales se deterioraron en los años 30. Durante un proceso de restauración, se decidió crear una nueva pintura en lugar de rescatar las originales. Soldi quedó encantado con la idea, en especial porque su padre participó en una de las producciones inaugurales en 1908.
En esta fascinante pintura de 318 metros cuadrados aparecen 53 figuras. La obra entera fue pintada en dos meses mientras la ópera estaba en receso. “Cuando subí por primera vez, confieso que tuve miedo […] Está hecha de tirantes y yeso belga. El yeso belga es muy antiguo y al fraguar, forma una materia semejante a la madera; este es el secreto de su maravillosa acústica. Esta cúpula es como la caja de un violín”, relató Soldi.
Raúl Soldi en Glew
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El otro gran amor en la vida de Soldi fue Glew, un poblado a unos 32 kilómetros de Buenos Aires. Tras pasar una temporada ahí, el pintor quedó fascinado por la pequeña capilla del pueblo. “Fue ver sus paredes blancas y decirme, ¡Caramba! ¡Qué lindo seria llenarlas de color”, recordó. Así, Soldi pasó los siguientes 23 veranos creando 13 frescos sobre la historia de Santa Ana, madre de la Virgen María, con elementos que hacían referencia a los paisajes y la comunidad de Glew. “Fueron los veranos más felices de mi vida. Ansiaba que llegara el siguiente para seguir trabajando en la capilla”.
Estilo
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A lo largo de su vida, el estilo de Soldi fue definido como pintura sensible. Este estilo, marcado por la introspección y la cotidianidad, da prioridad al color sobre la forma, abandonando los dibujos complejos y precisos que reinaban en este periodo. Así, la obra de Soldi se caracteriza por figuras estilizadas y ligeramente deformadas que parten de una concepción bidimensional. “…Siendo ya un pintor profesional, comprendí que asombrar no era, bajo ninguna circunstancia, la respuesta correcta. Por eso no soy de los que pretenden inventar la pintura todos los días”, le dijo a la revista Somos en 1977.
Además de su labor pictórica, Soldi creó ilustraciones para obras literarias, entre las que destacan 20 Poemas de amor y una canción desesperada, de Pablo Neruda; Juvenilia, de Miguel Cané; y Cuentos fantásticos, de Edgar Allan Poe.
Legado
En 1979, Soldi creó la fundación Santa Ana de Glew (hoy Fundación Soldi), a la que donó gran parte de sus pinturas. Además de resguardar su obra, esta institución opera como biblioteca popular y ofrece alfabetización a los adultos de la zona. “Nada de lo que he pintado me ha dado tanta alegría como el ver a una señora de setenta años que, en una de las clases de alfabetización, escribió su primera carta a [su] familia”, afirmó el pintor.
Raúl Soldi falleció el 21 de abril de 1994 a consecuencia de una afección pulmonar. Tenía 89 años. A lo largo de su vida, Soldi creó más de 3,000 óleos, acuarelas, pasteles y litografías que hoy forman parte de colecciones de clase mundial como la Galería Uffizi, los Museos Vaticanos y el Museo Nacional de Bellas Artes de Argentina.
En 2019, Google le dedicó un Doodle para conmemorar el 114º aniversario de su nacimiento.
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