La profunda influencia de los campos de internamiento en las esculturas de Ruth Asawa

 

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El arte puede ser un rayo de esperanza en tiempos sombríos. Muchos artistas de la historia—como Frida Kahlo y Vincent van Gogh—produjeron algunas de sus mejores obras en épocas de aislamiento, enfermedad o confinamiento. La artista japonesa-estadounidense Ruth Asawa (1926 – 2013) fue un ejemplo de resiliencia durante toda su vida. Junto con su familia y otros estadounidenses de origen nipón, esta creadora fue injustamente confinada en un campo de internamiento tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1942. Asawa tenía 16 años cuando fue detenida; sin embargo, y a pesar de la difícil situación en la que se encontraba, la artista empezó a pintar y dibujar.

“A veces nacen cosas buenas de la adversidad”, reflexionó Asawa en 1994, cuando tenía 68 años de edad. “No sería quien soy si no hubiera sido por el internamiento, y me gusta quien soy”.

 

¿Quién era Ruth Asawa?

 

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Ruth Asawa era una artista estadounidense conocida por sus esculturas suspendidas de alambre basadas en formas orgánicas. Nació el 24 de enero de 1926 en Norwalk, California, hija de inmigrantes japoneses. Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1942, fue retenida durante 5 meses en el hipódromo de Santa Anita en California antes de ser enviada a un campo de internamiento en Rohwer, Arkansas, durante el resto de su periodo de detención de 18 meses. Durante este tiempo conoció a varios caricaturistas de Disney—que también habían sido detenidos—que la inspiraron para empezar a dibujar y pintar. Una vez liberada, pasó el resto de su vida dedicada a su arte, además de ser activista y mentora en la educación artística.

 

La vida de Asawa en el campo de internamiento

 

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Después del estallido de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno estadounidense decidió que los  japoneses americanos eran una amenaza para el país. Aunque no hicieron nada para justificar su decisión, alrededor de 120,000 personas de ascendencia japonesa que vivían en los Estados Unidos fueron expulsados de sus hogares y obligados a vivir en campos de internamiento. De estas personas, 40,000 eran niños.

En febrero de 1942, el padre de Asawa, Umakichii—un agricultor de 60 años que llevaba 40 años viviendo en los Estados Unidos—fue arrestado y llevado a un campo en Nuevo México. Asawa no lo vio durante casi dos años, y ella, su madre y sus cinco hermanos fueron enviados al hipódromo de Santa Anita en Arcadia, California. Vivieron allí durante cinco meses en dos cuadras de caballos. “El hedor era horrible”, recordó Asawa. “El olor a estiércol de caballo nunca abandonó el lugar en todo el tiempo que estuvimos ahí”.

Entre los detenidos había animadores de los estudios Walt Disney. Ellos daban clases de arte en las tribunas de la pista de carreras, marcando el comienzo del entrenamiento artístico de Asawa.

En septiembre, la familia Asawa fue enviada a un campo de internamiento en Rohwer, Arkansas. Construido junto a un pantano y rodeado por ocho torres de vigilancia y alambradas de púas, el sitio albergaba a 8,000 japoneses-americanos. “Tenías que hacer fila para todo”, recordó Asawa. “Creo que la mitad del tiempo que pasamos ahí lo pasamos esperando en la fila”. Incluso el agua era insalubre. “Olía a huevos podridos”, dijo Asawa. “La única forma de hacer que fuera medianamente tolerable era hervirla y hacer té”.

A pesar de las duras condiciones, Asawa pasó el resto de su periodo de confinamiento dibujando y pintando. En agosto de 1943, consiguió una tarjeta de identificación de la Autoridad de Reubicación de Guerra que le permitió viajar a Milwaukee, Wisconsin. Allí asistió a la Escuela de Profesores del Estado de Milwaukee, con la intención de convertirse en profesora de arte. Sin embargo, la joven artista tuvo que hacer frente a más dificultades. Debido a la discriminación racial, no pudo terminar su carrera ni encontrar un trabajo en el ámbito educativo.

“Me dijeron que, como los recuerdos de la guerra aún estaban frescos, podría ser difícil para mí trabajar en una escuela pública”, recordó Asawa. “Mi vida podría incluso estar en peligro. Esto fue un regalo de Dios, porque me animó a perseguir mi interés por el arte, y posteriormente me inscribí en el Black Mountain College en Carolina del Norte”.

 

La vida en el Black Mountain College

 

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Conocido por sus métodos de enseñanza progresivos, el Black Mountain College ponía la práctica artística en el centro del plan de estudios y hacía que a los estudiantes fueran responsables de su propio aprendizaje. Asawa llegó allí en el verano de 1946, y la experiencia demostró ser verdaderamente formativa en su desarrollo como artista. Fue particularmente marcada por sus profesores y ahí conoció al estudiante de arquitectura Albert Lanier, con quien se casaría en 1949.

“Los profesores eran artistas activos; no había separación entre estudiar, realizar las tareas diarias y relacionarse con muchas formas de arte”, dijo Asawa. “Pasé tres años ahí y me encontré con grandes maestros que me dieron suficiente estímulo para el resto de mi vida—Josef Albers, pintor, Buckminster Fuller, inventor, Max Dehn, matemático, y muchos otros. A través de ellos, llegué a comprender el compromiso total que se requiere para ser artista”.

Después de dejar el Black Mountain College en 1949, Asawa produjo obras de arte de manera constante por más de medio siglo, creando un impresionante portafolio de dibujos abstractos sobre papel y esculturas que definieron su carrera.

 

Las esculturas de alambre de Asawa

 

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En 1947, un artesano mexicano enseñó a Asawa a tejer cestas de alambre, inspirándola a crear sus propias estructuras únicas. A menudo suspendidas del techo, sus sorprendentes creaciones lucen como elaboradas linternas enrejadas y delicadas orbes. Asawa creó estas obras doblando, retorciendo y anudando largos trozos de alambre hasta que crear formas inspiradas en la naturaleza.

El propio jardín de Asawa inspiró los motivos orgánicos encontrados en su trabajo. “Me intrigaba la idea de dar forma estructural a las imágenes de mis dibujos. Estas formas provienen de observar las plantas, el caparazón en espiral de un caracol, ver la luz a través de las alas de los insectos, ver a las arañas reparar sus telarañas en la madrugada, y ver el sol a través del rocío en las agujas de pino mientras regaba mi jardín”, explicó la artista.

Asawa describe su trabajo como “una malla tejida, no muy diferente a una cota de malla medieval. Un trozo de alambre continuo, las formas envuelven formas interiores, pero todas las formas son visibles (transparentes). La sombra revelará una imagen exacta del objeto”.

El trabajo de Asawa ha sido exhibido en museos y galerías de todo el mundo. Además, el Servicio Postal de los Estados Unidos anunció recientemente que lanzará diez sellos con sus obras de arte para celebrar la prolífica carrera de esta artista.

 

Los últimos años de Asawa

 

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El legado de Asawa se extiende mucho más allá de sus obras de arte. Ella creía que el arte pertenecía a la comunidad y era una parte esencial de la vida, por lo que se convirtió en una gran defensora de la educación artística pública para los niños en San Francisco, donde vivió durante sus últimos años.

En 1968, Asawa cofundó el Taller de Arte de la Escuela Alvarado con su amiga Sally Woodbridge. Con poco más que algunos cartones de leche, pedazos de hilo y arcilla, crearon un programa innovador que permitía a cualquier niño (sin importar su situación económica) explorar su potencial artístico con la ayuda de artistas profesionales. Al mismo tiempo, Asawa se convirtió en miembro de la Comisión de Artes de San Francisco, donde pudo persuadir a los políticos y a las fundaciones benéficas para que apoyaran programas de arte dirigidos a los niños pequeños de San Francisco. El Taller de Arte de la Escuela Alvarado fue llevado a 50 escuelas públicas de San Francisco, y empleó a artistas, músicos, jardineros y miles de padres de alumnos.

Asawa llegó a formar parte del Consejo de Artes de California, el Fondo Nacional de las Artes, y se convirtió en fideicomisaria de los Museos de Bellas Artes de San Francisco. En 2010, la escuela pública de artes de San Francisco fue nombrada Escuela de Artes de San Francisco Ruth Asawa en su honor.

Asawa murió por causas naturales en su casa el 5 de agosto de 2013, a los 87 años de edad, pero no cabe duda de que su legado vivirá por siempre.

 

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Todas las imágenes vía el patrimonio de Ruth Asawa.

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Sofía Vargas

Sofía Vargas es redactora en español para My Modern Met. Originaria de la Ciudad de México, es licenciada en Lenguas Modernas y tiene un Máster en Gestión Cultural por la Universidad Carlos III de Madrid. A lo largo de su carrera ha trabajado para varias instituciones culturales y ferias de arte en México. Además de escribir, Sofía dedica su tiempo a explorar otras prácticas artísticas, como la cerámica y la ilustración.
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