Todos sabemos que el Sol es esencial para que haya vida en la Tierra, pero aún queda mucho por aprender acerca de la estrella al centro de nuestro sistema solar. Y ahora, gracias a las nuevas tecnologías, podemos mirar al Sol todavía más de cerca. En una foto tomada por el Telescopio Solar Daniel K. Inouye y recién publicada por la Fundación Nacional para la Ciencia (NSF por sus siglas en inglés), podemos apreciar la superficie solar con un nivel de detalle nunca antes visto. Este acercamiento permitirá a los científicos entender el funcionamiento de los sistemas climáticos del Sol.
La increíble imagen recuerda a tierra quemada y fue tomada a 789 nanometros. Por primera vez, gracias a esta innovadora tecnología, podemos ver objetos “pequeños” de hasta 30 kilómetros de longitud. Así que, ¿qué estamos viendo en esta imagen? El patrón agrietado es el resultado de masas de plasma que hierven sobre la superficie del Sol. Para dar una idea de la escala, cada “célula” individual es en realidad del tamaño de Francia, o el estado de Texas, en Estados Unidos.
La luz y la sombra de la imagen son indicativas de los violentos movimientos del plasma. Los puntos brillantes aparecen cuando el material solar caliente se eleva. A medida que se enfría y se hunde en un proceso conocido como convección, forma líneas oscuras. Es en estas grietas oscuras donde también podemos ver marcadores brillantes de campos magnéticos. “Se cree que estos brillantes puntos, que nunca habían sido con tanta claridad, canalizan energía hacia las capas externas de la atmósfera solar llamada corona”, afirma la Fundación Nacional para las Ciencias. “Estos puntos brillantes podrían explicar por qué la corona solar está a una temperatura de más de un millón de grados”.
La foto representa un increíble triunfo para el mayor telescopio solar del mundo. Situado en la cumbre de Haleakala, en Maui, Hawái, se encuentra en un punto privilegiado que permite que su espejo de 4 metros haga su magia. El telescopio genera una gran cantidad de calor—13 kilovatios—por lo que se diseñó un sistema de refrigeración especializado para proteger la estructura. De hecho, se requieren 11 kilómetros de tuberías para distribuir el refrigerante por todo el observatorio.
El Telescopio Solar Inouye seguirá estudiando el Sol en las próximas décadas, permitiendo a los investigadores desentrañar los misterios del llamado “clima espacial”. A su vez, esto permitirá a los gobiernos prepararse mejor ante posibles desastres climáticos en el futuro. Al ser capaz de predecir tormentas solares, también podrá alertarnos con más antelación sobre las malas condiciones meteorológicas. Actualmente, sólo hay unos 48 minutos de aviso previo de estos eventos. Con esta nueva tecnología, ese marco de tiempo podría aumentar a las 48 horas, dándonos más tiempo para proteger redes eléctricas y satélites.
“Estas primeras imágenes son solo el comienzo”, dijo David Boboltz, director de programa en la división de ciencias astronómicas de la NSF que se encarga de la construcción y operación del telescopio. “Durante los próximos seis meses, el equipo de científicos, ingenieros y técnicos del telescopio Inouye continuará probando el telescopio para que pueda ser usado por la comunidad científica solar internacional. El telescopio solar Inouye recopilará más información sobre nuestro Sol durante el los primeros cinco años de su vida útil que todos los datos solares recogidos desde que Galileo apuntó por primera vez un telescopio al Sol en 1612”.
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