México está lleno de vestigios arqueológicos que ofrecen una mirada a las grandes civilizaciones que lo habitaron en el pasado. Una de las más antiguas es la cultura olmeca, que se extendió por el oriente del país miles de años antes de la llegada de los españoles. Hoy en día seguimos descubriendo nueva información sobre esta antigua civilización a través de artefactos y ruinas arqueológicas. Sin embargo, pocos han cautivado la imaginación del público como las cabezas colosales halladas en la zona.
Estas enormes esculturas están envueltas en misterio. Hasta hoy se conocen solo 17 ejemplares —10 en la zona arqueológica de San Lorenzo, cuatro en La Venta y tres en Tres Zapotes y zonas aledañas— y ninguna es igual a otra. Aquí te presentamos la historia y el significado de estas cabezas colosales, empezando por la civilización que las creó.
¿Quiénes fueron los olmecas?
A menudo considerada la “cultura madre” de Mesoamérica, la civilización olmeca se desarrolló en el golfo de México (particularmente Veracruz y Tabasco) y llegó a su máximo apogeo entre el año 1100 y 900 a.C. Durante este tiempo desarrollaron tres centros poblacionales importantes: San Lorenzo, La Venta y Tres Zapotes.
A pesar de su importancia histórica, aún hay muchas incógnitas en torno al desarrollo de esta civilización. No hay un consenso académico sobre su origen; sin embargo, los primeros indicios de su existencia datan del año 3,000 a.C. y hay registros de su presencia en Mesoamérica hasta el 400 a.C. También se desconoce cómo se hacían llamar a sí mismos. La palabra olmeca viene del náhuatl y significa “habitantes de la región del hule”, y era utilizada por los aztecas para describir al conjunto de pueblos que vivía en la zona.
La sociedad olmeca era politeísta, con un gran número de dioses relacionados con el mundo natural. Su dios principal era el jaguar, y otros animales como los sapos, los caimanes y ciertos reptiles también eran considerados deidades. Al igual que en otras civilizaciones tempranas, los gobernantes eran considerados descendientes directos de los dioses y se les atribuían poderes sobrenaturales.
Los olmecas desarrollaron una importante red comercial a lo largo de Mesoamérica, lo que ayudó a difundir aspectos claves de su cultura. Su influencia en civilizaciones posteriores incluye el culto a la serpiente emplumada y al jaguar, así como su estilo artístico. Además, se cree que fueron los primeros mesoamericanos en idear un calendario y un sistema de escritura.
Descubrimiento de las cabezas colosales
En 1862, el explorador y coleccionista José María Melgar y Serrano dio con la primera cabeza olmeca en la Hacienda de Hueyapan, Veracruz, hoy conocida como Tres Zapotes. Eventualmente fue hallada otra escultura en el sitio, y ambas pasarían a ser conocidas como “Monumento A” y “Monumento Q”.Aunque ya se habían descubierto este y otros monumentos olmecas, la contextualización de esta cultura se le atribuye al arqueólogo y etnólogo estadounidense Matthew Stirling. Con ayuda de Philip Drucker, Stirling realizó la excavación del sitio arqueológico de La Venta, Tabasco, entre 1938 y 1946. Además de las cabezas colosales, Stirling descubrió buena parte de los monumentos de la ciudad prehispánica, incluyendo altares, tumbas y un mosaico del dios jaguar. Anteriormente, los artefactos encontrados en la zona del golfo de México se habían atribuido a los mayas, aunque sus características no encajaban del todo con lo que ya se conocía de esa cultura. En su investigación, Stirling concluyó que esta civilización era mucho más antigua: de hecho, era probable que se tratara de la cultura madre de Mesoamérica, precediendo incluso a los mayas.
El misterio de las cabezas olmecas
Los monolitos olmecas representan uno de los grandes enigmas mesoamericanos por varias razones. Por un lado está su tamaño colosal. Las esculturas están hechas de basalto —una especie de roca volcánica— y las canteras se encuentran a decenas de kilómetros de las principales ciudades olmecas donde fueron encontradas. Considerando que las esculturas tienen una altura de hasta tres metros y un peso promedio de 25 toneladas, es difícil explicar cómo los olmecas lograron trasladar las rocas con la tecnología de la época.
El tema de quiénes son y cuál es el origen de las personas retratadas también ha sido motivo de especulación. Basándose en las facciones de las esculturas, Melgar y Serrano teorizó que la civilización olmeca provenía de África, diciendo: “Reflexioné que indudablemente había habido negros en este país (México), y esto había sido en los primeros tiempos del mundo”. Sin embargo, la arqueóloga Ann Cyphers señala que Melgar probablemente solo estaba buscando referentes culturales para describir una civilización hasta entonces desconocida. Hasta ahora no se han encontrado ningún tipo de artefactos africanos importados en sitios olmecas, y no se ha encontrado ADN africano en los entierros descubiertos.
Entonces ¿a quiénes representan estas esculturas? Cyphers —quien descubrió la última cabeza olmeca— señala que es probable que sean retratos de los antiguos gobernantes, creados con el propósito de exaltar su grandeza y poderío. Además, las cabezas colosales ofrecen una mirada a las modificaciones craneofaciales a las que se sometían los niños olmecas antes del año y medio de edad. Estas modificaciones buscaban ensanchar la caja ósea del cráneo para conseguir ciertas características deseables; específicamente, la nariz ancha, el parietal plano y la comisura de la boca hacia abajo. Así, las cabezas colosales siguen ofreciendo pistas para desenterrar las muchas incógnitas sobre esta gran civilización.
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