Si bien el dadaísmo es un movimiento artístico que surgió hace más de un siglo, sus revolucionarias ideas siguen dando de qué hablar hasta nuestros días. El Dadá fue un movimiento de vanguardia (a menudo denominado como un movimiento “antiarte”) nacido del tumultuoso panorama social y la agitación de la Primera Guerra Mundial. Comenzó como una reacción vehemente y una revuelta contra los horrores de la guerra, así como la hipocresía y las locuras de la sociedad burguesa que habían conducido a su creación. En una subversión de todos los aspectos de la civilización occidental (incluyendo su arte), los ideales del Dadá rechazaron toda lógica, razón y orden, todos considerados pilares de una sociedad evolucionada y avanzada desde los días de la Ilustración.
Los seguidores del dadaísmo, en cambio, adoptaron el absurdo, el caos, el sinsentido y el azar, atributos que creían que ofrecían una representación más acertada de una sociedad que aceptó participar en lo que vieron como la matanza y destrucción sin sentido: la Primera Guerra Mundial. Como lo expresó uno de los seguidores originales de Dadá, el poeta franco-rumano Tristan Tzara, “Los comienzos de Dadá no fueron los comienzos del arte, sino del disgusto”.
El nacimiento del Dadá y Cabaret Voltaire
Durante la Primera Guerra Mundial, varios intelectuales, escritores y artistas que se oponían a la guerra huyeron a Suiza, un territorio neutral. Estos artistas y creadores se reunieron en Zúrich durante sus exilios autoimpuestos y pusieron en marcha el dadaísmo. En 1916, el escritor alemán Hugo Ball—considerado el fundador del Dadá—abrió el Cabaret Voltaire con su pareja y compañera dadaísta Emmy Hemmings.
El lugar era una mezcla un tanto satírica entre un club nocturno y un centro de artes donde los dadaístas se reunían para exhibir sus obras de arte y crear música, poesía y danza experimental. Marcel Janco, otro impulsor originario del dadaísmo, relató: “Habíamos perdido la confianza en nuestra cultura. Todo tenía que ser demolido. Comenzaríamos de nuevo después de la tabula rasa. En el Cabaret Voltaire, comenzamos por impactar el sentido común, la opinión pública, la educación, instituciones, museos, el buen gusto, en fin, todo el orden imperante”.
¿Por qué se llama Dadá?
Hay varias explicaciones diferentes sobre cómo surgió el inusual nombre de este movimiento. La versión más popular de la historia encaja bastante bien con la esencia general del dadaísmo. En esta historia, el nombre fue elegido por Hugo Ball y Richard Huelsenbeck cuando apuñalaron al azar un cuchillo en un diccionario franco-alemán y este aterrizó sobre esta palabra, la cual les pareció apropiada. Tristan Tzara afirmó más tarde que él había acuñado el término. Algunos creen que fue solo una palabra sin sentido, elegida por su semejanza con el primer balbuceo inconsciente de un niño.
“Dadá significa ‘sí, sí’ en rumano, ‘caballito de balancín' y ‘caballo de juguete' en francés”, escribió una vez Ball. “Para los alemanes es un signo de ingenuidad tonta, alegría por la procreación y preocupación por el cochecito de bebé”. Cualquiera que sea el caso, en realidad no necesitaba tener mucho sentido.
A medida que el dadaísmo creció, se extendió por Europa y Estados Unidos. Muchos de sus miembros originales dejaron Zúrich y se fueron a otras ciudades como París, Berlín y Nueva York, llevando consigo sus propias versiones de los ideales y filosofías dadaístas. En consecuencia, en cada nuevo lugar, el movimiento adquirió una tonalidad diferente: en algunas regiones se volvió más político mientras en otras se inclinaba más hacia su elemento antiarte.
Artistas dadaístas y las obras que definieron el movimiento
Hugo Ball
El mismo año en que abrió Cabaret Voltaire, Ball también escribió el primer Manifiesto dadaísta. En él, afirmó lo que parecía ser el motor detrás de gran parte de su trabajo: “Leeré poemas que pretenden prescindir del lenguaje convencional, nada menos, y haber terminado con él… No quiero palabras que hayan inventado otras personas… Quiero mis propias cosas, mi propio ritmo y vocales y consonantes también, que coincidan con mi ritmo propio.“Servirá para mostrar cómo surge el lenguaje articulado. Dejo que las vocales bromeen… Surgen palabras, hombros de palabras, piernas, brazos, manos de palabras. Au, oi, eh. No se deben dejar salir demasiadas palabras. Un verso de poesía es una oportunidad para deshacerse de toda la inmundicia que se adhiere a este lenguaje maldito, como si lo hubieran puesto manos de corredores de bolsa, manos desgastadas por monedas. Quiero la palabra donde termina y comienza. Dadá es el corazón de las palabras”.
Esta nueva forma de articulación poética que describió fue llamad poesía fonética, y fue su principal medio de expresión dadaísta. Ball presentó el primero y más conocido de estos, llamado “Karawane”, en el Cabaret Voltaire en 1916.
Tristan Tzara
Tzara también era poeta, pero sus métodos eran bastante diferentes a los de Hugo Ball. En lugar de deconstruir palabras individuales, buscó subvertir las reglas convencionales de la gramática y dejar sus construcciones poéticas al azar. En 1920, escribió instrucciones que describen su técnica:PARA HACER UN POEMA DADAÍSTA
Toma un periódico.
Toma unas tijeras.
Elige un artículo del periódico de la longitud que quieras que tenga tu poema.
Recorta el artículo.
A continuación, corta cuidadosamente cada una de las palabras que forman el artículo y pon todas en una bolsa.
Agítala suavemente.
Luego, saca cada recorte uno por uno.
Copia las palabras en el orden en el que dejaron la bolsa.
El poema se parecerá a ti.
Y listo, eres ya un escritor absolutamente nuevo y de una sensibilidad arriesgada, aunque incomprendida por los ignorantes.
Jean (Hans) Arp
Jean Arp ayudó a establecer un grupo dadaísta en Colonia, Alemania. Aunque no estaba tan arraigado en el dadaísmo como algunos de sus homólogos, fue uno de los primeros artistas en incorporar la aleatoriedad y el azar como colaborador en sus obras. En uno de sus primeros “collages del azar”, rompió trozos de papel en formas rugosas y luego los dejó caer en una hoja de papel más grande, pegándolos en el lugar donde caían.
Raoul Hausmann
Raoul Hausmann fue un poeta, artista de performance y de collage. Sin embargo, su obra más famosa es una escultura titulada Cabeza mecánica (El espíritu de nuestro tiempo). La pieza consiste en una cabeza de maniquí hecha de madera, con varios instrumentos y objetos adheridos a ella. Esta pieza es una representación icónica y encarnación física de los ideales del dadaísmo, socavando la afirmación de que la cabeza es la fuente de la razón y la lógica. Por el contrario, Hausemann argumentó que la cabeza del hombre está vacía, “sin más capacidades que las que el azar ha pegado al exterior de su cráneo”.
Hannah Höch
Hannah Höch fue una de las pocas mujeres activas en el movimiento dadaísta y una de las pioneras de la técnica del fotomontaje y el collage. Sus obras eran más serias en muchos niveles que las de la mayoría de los demás dadaístas. Al tratar temas del feminismo y la feminidad, sus collages a menudo atacaron con precisión nítida el núcleo de la hipocresía y la opresión de las mujeres de la sociedad moderna.
Marcel Duchamp
Marcel Duchamp, uno de los artistas más famosos del movimiento dadaísta, desafió la noción misma de lo que puede considerarse arte. Su obra de arte más famosa, posiblemente una de las piezas de arte más emblemáticas del siglo XX, es su escultura de 1917 titulada La fuente. La pieza es un urinario que encontró, volteado y firmado bajo el seudónimo “R. Mutt” ¿Por qué lo firmó con un alias? Bueno, esa es una historia mucho más larga.Esta pieza era lo que Duchamp llamaba un “ready-made”, un artículo manufacturado común que luego firmaba, fechaba y exhibía en una galería, con lo que quedada convertida en una obra de arte. Al hacer esto, planteó muchos conceptos que cuestionaban opiniones arraigadas sobre lo que constituye el arte. El propósito más amplio de Duchamp era alejarse de lo que él llamaba arte “retiniano”, o arte hecho para los ojos, a una nueva forma de arte que se crea para la mente.
¿Qué le pasó al Dadá?
El movimiento dadaísta estaba destinado a durar unos pocos años, y parecía haber programado su propio botón de autodestrucción en su misma concepción. “Dadá es anti-Dadá” fue incluso uno de los mantras más utilizados por el grupo. A principios de la década de 1920, el dadaísmo se fue desvaneciendo lentamente a medida que sus protagonistas principales se dispersaban por todo el mundo y se dedicaban a otras actividades. Sin embargo, a pesar de su breve existencia, el Dadá marcó un momento crucial y fundamental en el arte y la cultura del siglo XX, y su influencia todavía se puede ver en muchos de los estilos y movimientos artísticos que le siguieron, mucho tiempo después de su rápida desaparición.
Varios artistas dadaístas se convirtieron en miembros fundadores de otros movimientos artísticos aparecieron tiempo después, siendo el surrealismo el más conocido. El dadaísmo también ha tenido una gran influencia en otras áreas, sobre todo en el pop art y el neodadaísmo, que emergieron en los años cincuenta y sesenta. Además de estas corrientes, el trabajo y las filosofías de Duchamp sobre lo que puede considerarse arte sirvieron para forjar un nuevo camino para el arte conceptual. De hecho, muchos de los movimientos artísticos modernos y contemporáneos que estudiamos y apreciamos hoy tienen sus raíces en el Dadá. Como dijo André Breton, otro artista asociado con el dadaísmo, cuando se acercaba al final de su vida: “Fundamentalmente, desde Dadá, no hemos hecho nada”.La influencia del Dadá incluso se puede ver fuera de las artes visuales. Muchos críticos han asociado su influencia con el nacimiento de la música rock de los 70 y los movimientos punk que le siguieron. Otros han reconocido la base que las imágenes dadaístas podrían haber sentado para gran parte de la cultura visual actual de Internet, especialmente los memes.
Aunque esta rebelión contra el arte y el arte tuvo lugar hace unos 100 años, el Dadá sigue siendo increíblemente relevante; quizás ahora más de lo que ha sido en muchas décadas.
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