Sabemos que nuestros dos pulgares oponibles son una de las cosas que distinguen a nuestra especie de muchas otras dentro del reino animal. Si dos pulgares son útiles, ¿por qué no tener un un tercero? Un equipo de investigadores del University College London ha publicado recientemente los resultados de un experimento con un tercer pulgar robótico en la revista Science Robotics. Utilizando un “tercer pulgar” creado por la diseñadora Dani Clode, el equipo llevó a cabo la primera investigación formal de mejoras corporales de alta tecnología fuera de un laboratorio. Estos científicos descubrieron que el cerebro humano se adapta sorprendentemente fácilmente a un dedo adicional.
El tercer pulgar robótico diseñado por Clode se puede imprimir en 3D y es controlado mediante una almohadilla de presión debajo de la planta del pie del usuario. El dedo de alta tecnología se usa frente al pulgar natural, debajo del dedo meñique. El diseño de Clode resultó ideal para que un equipo de neurocientíficos lo usara para aprender cómo interactúan nuestros cerebros humanos con este tipo de dispositivos. Para el experimento, 20 sujetos aprendieron a usar el nuevo pulgar en un periodo de entrenamiento de cinco días. Otros 10 también tomaron el entrenamiento, pero con una prótesis inmóvil. También se animó a los participantes con el pulgar robótico a que practicaran su uso en casa durante varias horas al día.
La capacitación abordó cómo usar el pulgar robótico para realizar tareas en conjunto con los otros dedos. Estas tareas incluían recoger varias pelotas o copas de vino con una mano. Incluso se probó con tareas con poca concentración, como construir con bloques mientras resolvían problemas de matemáticas. En todos estos ejercicios de destreza y coordinación, los sujetos de prueba aprendieron muy rápido.”Nuestro estudio muestra que las personas pueden aprender rápidamente a controlar un dispositivo de mejora y usarlo para su beneficio, sin pensar demasiado. Vimos que al usar el tercer pulgar, las personas cambiaron sus movimientos naturales de la mano y también informaron que el pulgar robótico se sentía como parte de su propio cuerpo”, Clode reportó en un comunicado.
Además de aprender a usar el pulgar, los sujetos también fueron sometidos a una prueba de resonancia magnética funcional para examinar la adaptación de su cerebro al tercer pulgar robótico. Las exploraciones se realizaron sin la adición robótica. Sin embargo, el equipo descubrió que en la mano relevante, el cerebro parecía “ver” los dedos como más parecidos que en una mano que nunca había tenido el tercer pulgar. Estos cambios en la corteza sensoriomotora fueron sutiles, informó el equipo. Aproximadamente una semana después, las diferencias han disminuido en gran medida en un segundo escaneo. Si bien nuestros cerebros parecen adaptarse rápidamente al aumento robótico de nuestro cuerpo humano, estos cambios neuronales pueden requerir el uso sostenido del aumento para mantenerse.
Estos importantes hallazgos son emocionantes tanto para los diseñadores como para los neurocientíficos. Clode diseñó por primera vez el tercer pulgar como un proyecto que “buscaba reformular la forma en que vemos las prótesis, desde reemplazar una función perdida hasta una extensión del cuerpo humano”. La adaptación voluntaria del cerebro al apéndice indica desarrollos importantes para la creación de prótesis, así como para las mejoras corporales. La líder del estudio, Paulina Kieliba, comentó: “El éxito de nuestro estudio muestra el valor de que los neurocientíficos trabajen en estrecha colaboración con diseñadores e ingenieros para garantizar que los dispositivos de aumento aprovechen al máximo la capacidad de nuestro cerebro para aprender y adaptarse, al mismo tiempo que garantizar que los dispositivos de aumento se puedan utilizar de forma segura”.
Un equipo de diseñadores y neurocientíficos del University College London experimentó con un tercer pulgar robótico. Los cerebros de los participantes se adaptaron rápidamente a la presencia de otro dedo.
h/t: [IFL Science]
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