Caminar por París es una forma ideal de experimentar la vida en la capital francesa. Al pasear por las calles, te encontrarás con todo tipo de sitios llamativos, como sus mundialmente famosas entradas del metro, escaparates únicos, hermosos cafés y, elevándose por encima del resto, los históricos edificios Haussmann.
Diseñados por el barón Georges-Eugène Haussmann como una forma de modernizar el París del siglo XIX, estos edificios se han convertido en un símbolo del encanto tradicional de la ciudad desde entonces. Si bien cualquiera que visite los bulevares más concurridos de París seguramente verá estos condominios de color crema, muchos probablemente desconocen su historia y sus controvertidos orígenes.
El barón Haussmann y la reconstrucción de París
Georges Eugène Haussmann nació en París en 1809. En sus veintes, Haussmann entró en el ámbito de la administración pública, y se convirtió en el secretario general de una prefectura en el suroeste de Francia. Después, ocupó una serie de puestos cada vez más importantes en todo el país.
En 1848, cuando Haussmann trabajaba como prefecto adjunto de otro departamento en el suroeste del país, Louis-Napoléon Bonaparte se convirtió en el presidente de Francia. Siguiendo los pasos de su tío, Napoléon I, eventualmente se hizo del poder para convertirse en emperador. Durante su reinado de 18 años como Napoleón III –nombre que adoptó como líder supremo– una de sus principales iniciativas fue la reconstrucción completa de París.
A mediados del siglo XIX, la ciudad ya no podía satisfacer las necesidades de salud, transporte y vivienda de su creciente población. Para remediar este gran problema, Napoleón III nombró a Haussmann como prefecto del Sena, un papel que le obligaba a supervisar una ambiciosa serie de proyectos de obras públicas. Desde 1853 hasta 1870, Haussmann equipó a París con nuevas tuberías de agua y alcantarillado, estaciones de tren y una red bulevares uniformes.
Los bulevares de París
Haussmann fue elegido por el emperador para dirigir el diseño y la construcción de esta red de bulevares. Napoleón III buscaba que estos avenidas anchas y abiertas lograran “aérer, unifier, et embellir” (“airear, unificar y embellecer”) París, que todavía estaba compuesta principalmente por callejones medievales oscuros y pasajes estrechos y sinuosos. Aunque era un admirador de la historia, Haussmann optó por demoler muchas de estas pequeños caminos, lo que culminó en un evento controvertido que finalmente sería descrito como el “destripamiento del viejo París”.
En 1859, Haussmann completó la grande croisée de Paris, un proyecto que introdujo una importante intersección con el centro de la ciudad. Además de modernizar la rue de Rivoli, rue Saint-Antoine, Boulevard de Strasbourg, y el Boulevard Sébastopol—vías que siguen siendo muy utilizadas al día de hoy—la construcción de esta “gran cruz” culminó con el rediseño de varios sitios en París. Estos incluyen: la Place du Carrousel, una plaza pública ubicada junto al Louvre; las áreas que rodean el Hôtel de Ville, el ayuntamiento de París; y la Place du Châtelet, una bulliciosa plaza en el centro de este nuevo eje.
Tras construir la grande croisée de Paris, Haussmann siguió construyendo bulevar tras bulevar por todo París. Además de su amplitud, hay un elemento arquitectónico que hace que los bulevares de Haussmann sean reconocibles al instante: sus edificios de apartamentos.
Los edificios Haussmann
Para revestir sus bulevares, Haussmann diseñó y desarrolló un nuevo tipo de espacio habitable. A diferencia de los estrechos y desiguales condominios del París medieval, sus modernos edificios de apartamentos tendrían exteriores uniformes, que a su vez conformarían bloques cohesivos que enfatizarían aún más la idea de Napoleón III de un París “unificado”.
Características
Si bien los interiores de estos apartamentos pueden diferir de un edificio a otro, Haussmann declaró que sus fachadas deben seguir pautas estrictas. Todos los edificios están hechos de una piedra de color crema, siendo la piedra caliza luteciana de origen local uno de los materiales más recurrentes. Aunque su altura va desde los 12 hasta los 20 metros de altura, cada edificio es proporcional al bulevar y no tienen más de seis pisos. También tienen techos abuhardillados de cuatro lados con una inclinación pronunciada en un ángulo de 45°. Finalmente, las fachadas de los condominios son estilísticamente similares, de acuerdo con un plano general piso por piso.
Piso por piso
Aunque los diseños exactos varían, la mayoría de los edificios de Haussmann siguen un diseño estándar:
- La planta baja tiene techos altos y paredes gruesas para acomodar tiendas, oficinas y otros negocios.
- El primer piso, conocido como “mezzanine”, tiene techos bajos y generalmente es utilizado por los negocios como espacio para almacenamiento.
- El segundo piso, or “étage noble”, es tradicionalmente el apartamento más deseable de un edificio, ya que requiere subir menos escaleras. El segundo piso tiene un balcón largo y marcos de ventanas bellamente diseñados.
- El tercer (y a veces el cuarto y quinto piso) tienen balcones más pequeños y ventanas menos elaboradas.
- Para darle balance al edificio, el último piso también cuenta con un gran balcón. Sin embargo, como este nivel no es “noble”, el balcón no está tan decorado y las ventanas son idénticas a las del tercer y cuarto piso.
- El edificio se remata con el techo abuhardillado, que alberga pequeñas habitaciones en el ático (tradicionalmente utilizadas como cuartos de servicio) y pequeñas ventanas.
El legado de Haussmann
A finales de la década de 1860, menos de diez años después de que dio vida al edificio Haussmann, el barón se enfrentó a críticas cada vez mayores. Además de las quejas sobre su total desprecio por el “viejo París”, los residentes estaban preocupados por los costos de sus proyectos, que, en última instancia, alcanzaron los 2,500 millones de francos. También hubo sospechas crecientes de que Napoleón III ordenó los grandes bulevares no para “airear, unificar y embellecer” París, sino acomodar a su gran ejército.
Por encima de todo, como señala Haussmann en sus memorias, a los parisinos les molestaba la construcción constante de la ciudad, y el hecho de que a Haussmann se le permitiera implementar un proyecto tan largo. “A los ojos de los parisinos, a quienes les gusta la rutina en las cosas pero son cambiantes cuando se trata de personas, cometí dos grandes errores: en el transcurso de diecisiete años, perturbé sus hábitos diarios al poner a París de cabeza, y tuvieron que ver la misma cara del prefecto en el Hotel de Ville”, dice. “Esas fueron dos quejas imperdonables”.
Sin embargo, incluso con tanta controversia, las renovaciones de Haussmann mejoraron de inmediato la calidad de vida de la ciudad. Hoy, tanto Haussmann como sus diseños son celebrados, y la popularidad del Boulevard Haussmann—una calle famosa que presenta sus icónicos edificios de apartamentos– confirma su legado.
Artículos relacionados:
Echa un dulce vistazo a la chocolatería más antigua de París
La historia detrás de los icónicos letreros ‘art nouveau’ del metro de París
Videos de 130 años de antigüedad te permiten explorar París durante la ‘Belle Époque’