Una mirada detallada a la escultura de mármol más dramática y realista de Bernini

El rapto de Proserpina

Fotos de stock por wjarek/Shutterstock

En el siglo XVII, los artistas italianos comenzaron a adoptar un estilo cada vez más elaborado. Conocido como el movimiento Barroco, este giro hacia una estética recargada y exagerada es evidente tanto en el arte como en la arquitectura de la época, con Gian Lorenzo Bernini a la vanguardia. Además de diseñar la Basílica de San Pedro (uno de los monumentos más importantes de Italia), Bernini era un escultor reconocido, y El rapto de Proserpina está entre sus piezas más famosas.

Creada a principios del siglo XVII, esta escultura de mármol ilustra las extraordinarias habilidades de Bernini, entre ellas su dominio de la anatomía y la capacidad de evocar dinamismo y drama. Si bien el nivel de detalle de la pieza le ha valido ser considerado uno de los escultores más importantes de la historia, el tema retratado en la pieza ha arrojado una velo de controversia sobre ella. A pesar de ello, sigue siendo considerada uno de los íconos por excelencia tanto de la era barroca como de la escultura en general.

 

El rapto de Proserpina de Bernini

El rapto de Proserpina

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Bernini realizó El rapto de Proserpina entre 1621 y 1622. Aunque este escultor nacido en Nápoles tan solo tenía 23 años en ese entonces, ya tenía éxito como un artista en ciernes. La Basílica de San Pedro, su obra maestra arquitectónica, no sería construida hasta 40 años después; sin embargo, Bernini ya era muy popular gracias a cuatro de sus piezas más famosas: David; Eneas, Anquises y Ascanio; Apolo y Dafne; y por supuesto, El rapto de Proserpina.

Con una altura de 2.25 metros, la pieza está tallada en mármol de Carrara, un material proventiente de la Toscana y utilizado históricamente por los antiguos constructores romanos y, más recientemente, por los artistas renacentistas y manieristas. La suavidad de este mármol de alta calidad era ideal al estilo de Bernini, ya que “se enorgullecía de poder darle al mármol la apariencia de carne“.

El rapto de Proserpina

Foto: Wikimedia Commons CC BY-SA 3.0

Este interés por transformar la piedra en piel es particularmente evidente en El rapto de Proserpina, una pieza destinada a retratar una abducción dramática. “Impulsado hasta el punto de rasguñar los límites físicos del mármol”, la atención de Bernini y el interés por el realismo es evidente en los detalles anatómicos de la obra. Cuando la mano de Plutón (el sujeto masculino de la escultura) agarra el muslo de Proserpina (la figura femenina), sus dedos parecen hundirse en su piel. Del mismo modo, esforzándose por someterla, los músculos de sus piernas dobladas y brazos tensos sobresalen, mientras que su cabello y la tela que lo envuelve sugieren movimiento.

Como muchas de las primeras obras de Bernini, El rapto de Proserpina fue comisionado por el cardenal Scipione Borghese, ávido coleccionista de arte y mecenas devoto tanto de Bernini como de Caravaggio. Aunque el Alto Renacimiento ya había llegado a su fin, la gente seguía interesada en revivir un enfoque clásico sobre el arte, así como los temas inspirados en la mitología griega y romana.

 

El mito de Plutón y Proserpina

El rapto de Proserpina

Alessandro Allori, “El rapto de Proserpina”, 1570 (Foto: Wikimedia Commons Dominio público)

Esta pieza retrata un momento del mito de Plutón y Proserpina (Perséfone en la mitología griega), una historia presente tanto en Las metamorfosis de Ovidio, un poeta romano del siglo I d. C., y De raptu Proserpinae, una pieza escrita 400 años después por Claudiano.

Esta historia gira en torno al secuestro de Proserpina, la hija de Júpiter (Zeus en la mitología griega) y Ceres, la diosa romana de la agricultura. Mientras recogía flores, Proserpina fue atacada por un enamorado Plutón, el dios del inframundo, quien salió de la tierra en un carruaje tirado por cuatro caballos negros. Aunque Ceres escuchó los gritos de su hija mientras era arrastrada al inframundo, no llegó a tiempo para rescatarla.

Sin embargo, “una vez que se dio cuenta de que Plutón había secuestrado a Proserpina”, explica Getty, “Ceres se puso furiosa y causó que la tierra se secara y las cosechas se perdieran. Desde los cielos, Júpiter vio que la tierra estaba árida y muerta, por lo que decidió intervenir, y finalmente se llegó a un acuerdo: Proserpina pasaría la mitad del año con su madre y la otra mitad en el inframundo con Plutón”.

 

Interpretaciones contemporáneas y legado

El rapto de Proserpina

Fotos de stock por wjarek/Shutterstock

Dada la naturaleza sombría de esta historia, la escultura de Bernini ha estado envuelta en controversia durante los últimos siglos. Poco después de su finalización, el retrato de Bernini de una escena tan desagradable fue elogiado por la mayoría (el hijo del artista y su biógrafo lo llamaron “un sorprendente contraste de ternura y crueldad”), pero celebrar una representación de un secuestro violento puede ser problemático en el contexto actual.

Recientemente, por ejemplo, Thomas Campbell, director del Museo de Bellas Artes de San Francisco, reconoció los elementos “atractivos, hipnóticos e incluso inspiradores” de la pieza. “Y sin embargo …”, agregó, “ahora estoy luchando por recalibrar mis pensamientos sobre esta obra porque un tema que solía considerar casi como una premisa académica para la escultura virtuosa –las escenas de secuestro son, después de todo, comunes en el renacimiento y arte barroco– parece mucho menos académico dos años después del comienzo del movimiento ‘Me Too' “.

Hoy, discusiones sobre obras de arte —e incluso artistas—potencialmente problemáticas están bajo los reflectores. Sin embargo, en el caso de El rapto de Proserpina, contextualizar la pieza a través de una perspectiva clásica y contemporánea nos permite apreciar el arte sin dejar de ser críticos sobre lo que se representa.

 

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Regina Sienra

Regina Sienra es colaboradora y redactora en español para My Modern Met. Periodista y traductora originaria de la Ciudad de México. Es egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde cursó la licenciatura en Ciencias de la Comunicación con especialidad en Periodismo. Su pasión por escribir sobre las artes visuales, la música, el cine, la literatura y el teatro ha dado vida a una carrera de casi 10 años en diversos medios culturales de México, Estados Unidos y Canadá.
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