El maestro renacentista Leonardo da Vinci produjo una gran cantidad de obras artísticas y científicas. Desde sus numerosos cuadernos llenos de bocetos hasta enormes frescos bíblicos y pinturas al óleo, hay mucho que explorar en su trabajo. Por ejemplo, el retrato que precedió la creación de la famosa Mona Lisa a menudo queda relegado de la lista de obras maestras de Da Vinci. Titulada La dama del armiño, esta pintura al óleo es un magnífico ejemplo de un retrato del Alto Renacimiento pintado en el estilo de claroscuro.
El cuadro representa a una mujer joven con el cabello recogido que sostiene en sus brazos una gran comadreja blanca (también llamada armiño). Aunque este cuadro muestra a la perfección el interés de Da Vinci por el realismo anatómico, también utiliza el armiño como símbolo con significados relacionados con el sujeto de su retrato y su mecenas.
Aquí exploraremos los antecedentes históricos de La dama del armiño, así como el simbolismo que hay detrás de esta inusual elección de animal.
Retratos del Renacimiento
El Renacimiento italiano se caracteriza por un renovado interés por los ideales clásicos, incluido el naturalismo en el arte. En la pintura, este nuevo enfoque se manifestó en la representación realista de personas. Leonardo da Vinci (1452 – 1519) fue una de las figuras más destacadas en el campo del retrato. Era conocido por su habilidad plasmar a la mujer contemporánea en retratos humanistas y aparentemente seculares utilizando el medio relativamente nuevo de la pintura al óleo. Su obra más célebre, la Mona Lisa, suele considerarse el sello distintivo del retrato renacentista.
El encargo de La dama del armiño
Da Vinci recibió el encargo para pintar La dama del armiño de quien había sido su mecenas durante 10 años, Ludovico Sforza (1452 – 1508), duque de Milán (él también encargó el mural de La última cena). El sujeto del retrato es la amante de 16 años de Sforza, Cecilia Gallerani. La joven está representada de la cintura para arriba con un vestido azul y rojo adornado con mangas largas, un collar de cuentas negras y un peinado recogido. En sus brazos sostiene un armiño blanco.
Como todos los cuadros de Da Vinci, el retrato de Gallerani muestra un compromiso con el naturalismo. Esto es evidente en el modelado del rostro de la mujer, el pecho y, especialmente, la mano izquierda que acuna al animal. También está hecho en claroscuro, una técnica que enfatiza las luces y sombras para crear profundidad visual.
El simbolismo del armiño
Muchas personas han señalado que el armiño blanco es demasiado grande para ser anatómicamente exacto; esto sería un error inusual para un artista y científico como Da Vinci, que era un gran admirador de la vida silvestre. Sin embargo, los historiadores lo atribuyen a la función simbólica de la criatura.
Por un lado, el armiño, con su pelaje blanco e invernal, se consideraba un símbolo de pureza. Da Vinci estaba fascinado por el animal, y realizó varios dibujos del mismo en la misma época que el retrato. Uno de estos bocetos muestra a un armiño rindiéndose ante un cazador como representación de estos ideales virtuosos. Al hacer que el sujeto sostenga un armiño blanco, Da Vinci hacía referencia a la pureza de la mujer.
Además, el armiño tiene un significado para el mecenas del retrato, Ludovico Sforza, que era llamado el “armiño blanco” por su afiliación a la Orden del Armiño. Así pues, al hacer que la retratada sostenga al animal, el cuadro confirma su relación romántica. También se especula que el armiño podría ser un juego de palabras con el apellido del personaje, Gallerani, que está relacionado con la palabra griega para armiño, galê (γαλῆ).
Robo y recuperación en la Segunda Guerra Mundial
Tras la muerte del mecenas de Da Vinci, La dama del armiño pasó por muchas manos. Finalmente, en la década de 1880, el cuadro llegó a la casa de la familia Czartoryski en Cracovia, Polonia. Allí permaneció hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando los nazis lo robaron y lo enviaron al Museo Kaiser Friedrich de Berlín. Posteriormente, el retrato llegó al poder del gobernador general de Polonia, Hans Frank. En 1946, la obra de arte fue recuperada de la casa de Frank en Bavaria por las tropas estadounidenses y devuelta al Museo Czartoryski de Cracovia, donde permanece hasta hoy.
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