A principios del 2016. el fotógrafo londinense Michal Huniewicz viajó a uno de los países más enigmáticos del mundo: Corea del Norte. Acompañado por un pequeño grupo de viajeros y un par de guías, visitó la ciudad de Pyongyang. Como era de esperarse, el viaje no fue fácil: una de múltiples restricciones es que, por lo general, las fotografías son consideradas ilegales (excepto en ciertas áreas), pero Huniewicz decidió llevar su cámara de todos modos. Sus guías le dijeron que lo más seguro es que le harían borrar las imágenes pero, milagrosamente, Huniewicz pudo salir del país con todas sus fotos.
Esta serie de imágenes nos da una idea sobre la vida y cultura en un país que ha mantenido apartado del resto del mundo. Huniewicz capturó la extraordinaria arquitectura y monumentos de Pyongyang, así como la vida cotidiana de sus habitantes: concretamente, el fotógrafo documentó cómo los norcoreanos viven día a día entre una constante presencia militar. Huniewicz notó que la mayor parte del tiempo, el grupo de viaje se mantuvo en partes “bonitas” de la ciudad, y que casi no pasaron por las áreas marginadas. Gracias a su habilidad, Huniewicz logró fotografiar ambas facetas.
El fotógrafo publicó una gran cantidad de fotos de su viaje en su sitio. Estas son algunas de nuestras favoritas con sus notas originales.
Arriba: Tienes que ser rápido. No tardamos en darnos cuenta, que aunque ellos pretenden que Pyongyang es una puesta en escena utópica para visitantes como nosotros, la ciudad tiene partes glamorosas y otras que no lo son tanto. Es más, nuestro callado conductor estaba al tanto de esto, y convenientemente, disminuía la velocidad cuando a nuestro alrededor había algo impresionante y aceleraba cuando pasábamos por un sitio menos agradable, para que fuera más difícil fotografiarlo.
No nos dejaban caminar a ningún lado. Un minuto o dos después de salir del tren, nos metieron en una minivan que fue como nuestra segunda casa durante todo el viaje. Como pueden ver, ahora está permitido traer un Smartphone contigo, aunque no hay recepción ni WiFi en ningún lado. Al salir, tu teléfono será inspeccionado a profundidad.
Conozcan a nuestros guías. No podíamos salir del área del hotel sin ellos. Ella era claramente la “policía buena”, e incluso nos cantó una canción. Él era el “policía malo”, y llegamos a la conclusión de que debía tener algún rango militar cuando vimos que algunos soldados le saludaron mientras inspeccionaba sus papeles. Su voz nos decía cuándo ir a dormir y cuándo debíamos despertarnos.
Las meseras que nos atendían a menudo se veían un algo aterrorizadas. Ésta fue nuestra primera noche en Corea del Norte. Cenamos en el sótano del hotel, en un pequeño salón, mientras nos preguntábamos si habría micrófonos ocultos y si podíamos confiar en cada uno de nosotros (éramos un grupo de siete personas).
Así se ve Pyongyang desde el Hotel Yanggakdo. A la izquierda está el Hotel Koryo, que supuestamente sufrió un incendio hace poco. Ahí es donde se hospedan los chinos, quienes tienen más libertad que el resto de los visitantes. El hotel está en el centro de la ciudad y los turistas que se hospedan ahí pueden darle la vuelta a la cuadra o incluso cruzar la calle (aunque oficialmente no está permitido). A la derecha, está el Ryugyong, apodado Hotel of Doom (Hotel de la Muerte). El edificio de 333 metros de alto permanece vacío, ya que Corea del Norte no posee los fondos para terminar su construcción (iniciada en 1987).
En el centro de la capital –el Distrito Central– está la plaza de Kim II-sung, la Gran Casa de Estudios del Pueblo se erige orgullosa e imponentemente, justo enfrente de la Torre Juche al otro lado del Río Taedong. La biblioteca al interior del edificio tiene algunos títulos extranjeros, pero se necesita un permiso especial para acceder a ellos, pues de otro modo las mentes norcoreanas se contaminarían con ideas occidentales. Por cierto, ¿ya les comenté que el nombre oficial de Corea del Norte es República Popular Democrática de Corea? Desde donde alguna vez los retratos Marx y Lenin fueron exhibidos, los dos sujetos usuales –con todo respeto– ahora nos sonríen amablemente.
Aquí están. El padre mucho más elegante que el hijo, quien, a diferencia de la vida real, no lleva zapatos de plataforma. Inicialmente, también llevaba un abrigo pero lo sustituyeron por una parka.
Nos llevaron a este lugar una y otra vez. Tal vez estaban muy orgullosos de este mural.
Construido para conmemorar la resistencia de Corea ante Japón de 1925 a 1945, este es el segundo arco del triunfo más alto del mundo.
¿Cuándo fue la última vez que viste a un niño en occidente limpiando algo? Por otro lado, la estatua a la izquierda muestra a un soldado norcoreano pisando la bandera de Estados Unidos.
Sin embargo, no parece que ellos mantengan el lugar limpio voluntariamente. Desde que Corea del Sur ya no les provee fertilizante, los norcoreanos tienen que recolectar heces en el invierno para las plantaciones de primavera. Estas se usan para producir toibee, un fertilizante que mezcla cenizas con excremento humano. Fábricas y empresas públicas tienen la orden de producir dos toneladas de toibee.
En Corea del Norte hay lugares que puedes visitar y lugares que no; los segundos son más numerosos. Bueno, éste es uno de ellos. Usualmente, nuestros guías nos acompañaban, uno adelante y uno atrás. Pero en un momento los dos estuvieron al frente, lo que me dio 15 segundos para desviarme a esta ordinaria tienda para coreanos. Eso me dio 10 segundos para tomar esta fotografía y la siguiente, antes de que el “policía malo” me echara del lugar y el ambiente se pusiera tenso. No sé si me vio tomando estas fotos.
El centro de la ciudad también tiene estos coloridos rascacielos, que no se parecen en nada a los demás que he visto. Sin embargo, varias partes de su infraestructura lucen descuidadas, como este puente.
Edificios de apartamentos en Pyongyang.
Creo que estaban muy orgullosos de esta área, pues nos llevaban ahí constantemente.