La tragedia de Chernóbil ha marcado la historia de la humanidad, por lo que muchos fotógrafos visitan esta área para documentar las secuelas del accidente nuclear de 1986. Hoy, el devastador impacto ambiental y humano del desastre todavía son visibles. Esto es particularmente cierto para los samosely—personas que viven en la zona de exclusión y que se negaron a evacuar o secretamente volvieron ahí—donde cada día es un recordatorio de la catástrofe y lo que perdieron entonces.
El fotógrafo brasileño Raul Arantes, intrigado por lo que había escuchado de los samosely, decidió visitar la zona de exclusión de Chernóbil para conocer de primera mano a estas personas. A diferencia de muchos fotógrafos, quienes suelen enfocarse en los edificios abandonados de Chernóbil, Arantes quería acercarse a las personas que se habían negado a abandonar sus hogares. Entre este grupo de unas 200 personas, muchas son de edad avanzada, lo que hace que sus imágenes sea un registro crítico de cómo la vida sigue su curso incluso después de un desastre.
Si bien Arantes visitó Chernóbil en 2014, fue hasta hace poco que decidió publicar la serie. A través de su trabajo podemos ver los rostros de aquellos que se negaron a dejar atrás sus vidas, y también obtenemos una mirada íntima de sus hogares. Los habitantes colocan fotografías viejas casi como si fueran una reliquia del mundo antes de la tragedia, manteniendo vivo el recuerdo de tiempos mejores. Al mismo tiempo, también vemos caballos en los pastizales y mesas cargadas de comida: señales de que incluso en las situaciones más difíciles, es posible forjar una especie de normalidad.
Tuvimos la oportunidad de charlar con Arantes sobre su visita a la zona de exclusión de Chernóbil y su decisión de enfocarse en los samosely. A continuación, lee la entrevista de My Modern Met.
¿Qué te inspiró a visitar Chernóbil?
Desde que me enteré de que había personas viviendo dentro de la zona de exclusión, automáticamente me interesé mucho. Esta zona está mayormente deshabitada, a excepción de estos pocos residentes, conocidos como “samosely”. Me impulsa la curiosidad y siempre me inclino a explorar e intentar comprender la naturaleza humana. A medida que pasa el tiempo, la naturaleza recupera su territorio, las aldeas crecen demasiado, la gente envejece y muere, y la invisibilidad de la mortalidad se hace evidente. Esta idea de fugacidad contrasta con el periodo en que se desvanece la radiación.
¿Cómo te preparaste para este proyecto?
Pasé un tiempo investigando el tema y la ubicación. También tenía información de personas que tenían experiencia y habían estado ahí antes. Pasé una semana en Chernóbil, y la ayuda fue esencial: obtener todo el papeleo necesario para acceder a la zona y permanecer ahí por varios días, conducir por los pueblos.
La zona es más segura de lo que muchos piensan. Sin embargo, algunas áreas aún están muy contaminadas. Llevaba un contador Geiger mientras estaba en la zona y tomaba medidas constantemente. La mayoría de los pueblos están bien, pero en varias áreas puede alcanzar su punto máximo violentamente, especialmente en Pripyat y algunos edificios. Sin embargo, por la cantidad de tiempo que pasé en la zona fue relativamente seguro.
Muchas de las personas que visitan la zona de exclusión de Chernóbil se enfocan en fotografiar edificios abandonados. Tú elegiste poner los reflectores sobre las personas que aún viven ahí—los samosely. ¿Qué te hizo abordar este aspecto humano?
Es cierto, hay mucho interés en fotografiar o simplemente visitar edificios abandonados, especialmente en Pripyat. Es, en cierto modo, una experiencia única presenciar las consecuencias del desastre, y también ver cómo se regenera la naturaleza. Pero no estaba muy interesado en visitar escenas apocalípticas. No es algo que me atrae.
Estaba más interesado en los colonos y cómo viven en tales circunstancias. Menos de 200 colonos viven en esta área, todos ancianos. La mayoría de los aldeanos sobreviven con recursos muy limitados y alimentos cosechados por ellos mismos, algunos incluso rechazan el apoyo oficial.
Estuviste a punto de no publicar estas fotos. ¿Qué te hizo cambiar de opinión?
Además de fotografiar, también filmé muchos de estos encuentros. Mi intención inicial era filmar un documental, que al final no sucedió. Guardé las fotos y videos por mucho tiempo hasta que decidí publicarlas. Todavía tengo los videos.
¿Hay algún encuentro que recuerdes después de todos estos años?
La mayoría de las personas que conocí ahí generalmente pasan su tiempo cultivando y cuidando de sus casas. En una aldea, pude conocer a algunos de sus familiares que estaban de visita. Las condiciones suelen ser precarias. Lo sorprendente para mí fue que, mientras te alejas de Chernóbil en auto, algunas áreas están limpias y puedes ver a algunos residentes pescando, cultivando, etc. en condiciones que parecen normales o casi perfectas.
Los colonos son casi inaccesibles, y no creo que pueda encontrarlos nuevamente a menos que visite la zona nuevamente, lo que podría ser una continuación interesante para la serie. Desafortunadamente, no estoy seguro de poder volver a ver a algunas de las personas que conocí, dado el riguroso invierno y que muchos de los colonos eran muy ancianos y frágiles.
¿Qué esperas que la gente se lleve de su trabajo?
No tengo muchas expectativas, pero espero que la gente pueda reflexionar sobre la experiencia humana detrás de esta historia.
Raul Arantes: Sitio web | Instagram | Twitter
My Modern Met obtuvo permiso de Raul Arantes para reproducir estas imágenes.
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