Hoy estamos aquí, mañana ya no. Este sentimiento es el fundamento de una filosofía conocida como memento mori, donde la muerte no es temida sino aceptada. Fue un concepto muy explorado en la historia del arte, desde los bodegones del siglo XVI hasta las esculturas sepulcrales del Barroco. Con el tiempo, su popularidad llegó incluso a los relojes. Las cajas de calaveras, que se abren para dejar al descubierto el reloj, fueron especialmente populares a partir del siglo XVII.
Mientras que los relojes de hoy en día pueden ser lo suficientemente inteligentes como para medir nuestro ritmo cardíaco y recibir mensajes, los primeros relojes también tenían múltiples usos: también eran obras de arte. Fueron desarrollados en Italia hacia el año 1500 a partir de relojes portátiles accionados por resortes y pronto se extendieron por toda Europa. A mediados del siglo XVI, los movimientos de los relojes eran lo suficientemente pequeños como para incorporarlos a joyas y anillos. Y, para proteger los movimientos, se crearon también elaboradas cajas. Estas verdaderas obras de arte funcionaban naturalmente con temas que estaban presentes en otras formas de arte visual.
Inspirados en el Salmo 89—”Recuerda cuán breve es mi vida”—los relojes de calavera eran especialmente populares entre los artesanos suizos de Ginebra y los franceses de Blois. Estas ciudades eran epicentros de la relojería y producían estos recordatorios del paso del tiempo. Un ejemplo de la colección del Museo Metropolitano de Arte es una caja de calavera de principios del siglo XIX utilizada para proteger el movimiento de un reloj del siglo XVII. Como es habitual en estas cajas, la mandíbula de la calavera se abre para mostrar la hora.
Este es solo uno de los muchos ejemplos repartidos por las colecciones de museos de todo el mundo. El Museo Británico y el Museo Fitzwilliam de Cambridge tienen ejemplares similares. En el Louvre se expone un reloj de calavera especialmente elaborado. Creado por el ginebrino Jean Rousseau, la caja está grabada con escenas de la Biblia y tiene motivos florales tallados en la calavera.
Estos relojes son recordatorios que el arte se puede encontrar en muchas formas diferentes. Al permitir a sus propietarios llevar una pieza de memento mori, los relojes adquirían un mayor significado. Si te gustaría tener un reloj similar, ejemplares suelen ponerse en subasta cada cierto tiempo, así que mantén los ojos abiertos.
Los relojes de calavera fueron una expresión popular de memento mori en Europa a partir del siglo XVII.
Los cráneos protegen los delicados movimientos de los relojes que quedan al descubierto cuando la mandíbula se desencaja.
Un ejemplar en el Louvre tiene elaborados grabados a lo largo del cráneo.
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