El primer autorretrato apareció poco después de la invención de la fotografía, y fue tomado en 1839 por Robert Cornelius. Aunque el autorretrato ha sido un tema recurrente entre los pintores a lo largo de la historia del arte, los fotógrafos han continuado con esta gran tradición. Como seres humanos, nuestro rostro y nuestro cuerpo una capacidad increíble de expresividad y narración, por lo que tiene sentido que muchos artistas aprovechen algo que tienen tan a la mano.
¿Por qué el voltear la lente hacia sí mismos inspira tanto a los fotógrafos? Para muchos fotógrafos de autorretratos, su cuerpo es un lienzo en el que pueden superponer ideas y excavar en su psique. Para otros, es una oportunidad para hacer un comentario sobre la sociedad, el trabajo, los roles familiares y la identidad de género. Este género de fotografía también puede ser catártico, una expresión visual de emociones internas o un diario fotográfico.
En la era de las selfies, podrías pensar “¿no es lo mismo un autorretrato que una selfie?”. No exactamente. Los autorretratos artísticos son fotografías cuidadosamente compuestas en las que el fotógrafo, teniendo el control total de su cuerpo, puede llevar su expresión artística a nuevas alturas. La fotógrafa Deana Lawson, quien se toma un autorretrato al menos una vez al año, ve esta práctica as “una ocasión para que [el o] la artista construya su representación a través de su propio medio, ya sea una cámara, un pincel o lo que sea. Es una oportunidad para declarar quién eres visualmente y quién aspiras a ser”.
Esta idea de representarse a uno mismo de manera visual evoluciona constantemente. Dependiendo del fotógrafo, puede tratarse de un autorretrato crudo y emocional o un retrato divertido y encantador que muestra el carácter del autor. La selfie informal a menudo suele verse diferente debido a su intención. Dado que no tan producida como un autorretrato, las selfies tomadas rápidamente están destinadas a ser vistas y consumidas tan rápido como se toman. Por el contrario, muchos fotógrafos de autorretratos realizan proyectos a largo plazo que solo pueden apreciarse en su conjunto. Otros, como Vivian Maier, mantuvieron su trabajo completamente oculto hasta mucho después de su fallecimiento.
Estos famosos fotógrafos de autorretratos han creado arte con sus propias imágenes, inmortalizándose en el proceso.
Man Ray
El artista dadaísta y surrealista Man Ray incursionó en muchos medios artísticos, pero es más conocido por sus contribuciones a la fotografía. En una de sus primeras imágenes, Autorretrato con cámara, aparece manipulando su cámara para hacer énfasis su oficio, de la misma manera que los viejos maestros se retrataron a sí mismos con pinceles en sus autorretratos pintados.
A lo largo de su vida, Man Ray continuó produciendo autorretratos, y a menudo se disfrazaba. Ya fuese con un turbante o ropa de mujer, usó su fotografía para capturar diferentes lados de su persona. Man Ray separó firmemente su fotografía de su trabajo en otros medios, afirmando: “Fotografío las cosas que no deseo pintar, las cosas que ya tienen una existencia”.
Claude Cahun
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La fotógrafa francesa Claude Cahun produjo una impresionante serie de autorretratos en la década de 1920, disfrazándose de vampiro, ángel y skinhead, entre otros. También fue una escritora prolífica, y sus textos abordaron su identidad como persona sin género, aunque la mayoría de los artículos académicos se refieren a ella usando pronombres femeninos. Sus autorretratos, creados a menudo con ayuda de su pareja, Marcel Moore, se centran en socavar los roles de género y ahondar en cuestiones de identidad.
Ashley Lumb de Hemera Collective escribe: “Si leemos algo en sus retratos, son sus propiedades ‘inquisitivas', su apertura a la pregunta ‘¿Quién soy yo?' Cahun nunca se conformó con una identidad particular y construyó su propia imagen para cruzar entre discursos de moda, vanguardia, bohemia, andrógina, lesbiana y revolucionaria”.
Vivian Maier
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El trabajo de la fotógrafa estadounidense Vivian Maier estuvo oculto en gran parte hasta después de su muerte en 2009. Maier, quien usaba la fotografía como un modo de expresión fuera de su trabajo diario como niñera, tomó más de 150,000 fotos, muchas de las cuales son autorretratos. Los autorretratos de Maier la muestran en su papel de fotógrafa, algo que no expresó durante su vida. Apareciendo en reflejos en espejos y ventanas, la muestran como la silenciosa observadora que fue de la vida en Chicago. Sus autorretratos nos cuentan cómo esta misteriosa mujer deseaba ser retratada, más que cómo se la conocía en su vida diaria. Puedes conocer más sobre su trabajo en Vivian Maier, Self-Portraits (en inglés).
Andy Warhol
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Si bien la gente no siempre asocia a Andy Warhol con la fotografía, esta disciplina fue una parte fundamental de su proceso creativo. Warhol a menudo trabajando con Polaroids debido a su velocidad y facilidad, y tomó una gran cantidad de autorretratos, algunos de los cuales fueron convertidas en serigrafías tiempo después.
Un tema recurrente en los autorretratos de Warhol es el drag. Ocasionalmente se fotografiaba diferentes pelucas, lo que indica su fascinación por los juegos de rol y el artificio. En estas imágenes colaboró con Christopher Makos, ya que la serie estuvo inspirada en el trabajo de Man Ray en la década de 1920 con Duchamp, en la que crearon un alter ego femenino para el artista. En cambio, sus autorretratos con una calavera lo muestran abrazando su mortalidad y valiéndose del tropo de memento mori, un recordatorio de la muerte, que ha sido un tema común en el arte desde la época medieval.
Francesca Woodman
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Conocida por sus inquietantes retratos en blanco y negro, la fotógrafa estadounidense Francesca Woodman a menudo es caracterizada como una figura trágica. Su trabajo fue ignorado en gran medida por la escena mainstream durante su vida, y después de luchar contra la depresión, se quitó la vida a la edad de 22 años. Póstumamente, su trabajo adquirió un nuevo significado. Surrealista y conceptual, solía utilizar exposiciones prolongadas y velocidades de obturación lentas para crear una obra fantasmal. ¿Y por qué usarse a sí misma como modelo? “Es una cuestión de conveniencia, siempre estoy disponible”. Conoce más sobre Francesca Woodman en la monografía de Phaidon (en inglés).
Richard Avedon
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Como alguien que una vez dijo, “mis retratos son más sobre mí que sobre las personas que fotografío”, no es de extrañar que el famoso fotógrafo Richard Avedon también se haya tomado muchos autorretratos. Esta leyenda de la fotografía de moda y retrato se fotografió en varias ocasiones a lo largo de su carrera.
Sus autorretratos de la década de 1960 lo muestran con orgullo como el joven y futuro fotógrafo de moda en Harper's Bazaar y Vogue. Más adelante en la vida, adquieren una introspección que ciertamente vino con la madurez. Como fotógrafo conocido por acercarse a sus sujetos famosos, haciéndolos sentir lo suficientemente cómodos como para capturar momentos inesperados, es interesante ver cómo esto se traduce cuando la lente apunta en la otra dirección.
Trish Morrissey
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La artista contemporánea Trish Morrissey se pone como protagonista en su fotografía, realizando proyectos complejos que exploran las relaciones familiares y las relaciones entre extraños, entre otros temas. En uno de sus proyectos más célebres, Front, la fotógrafa se inserta en retratos “familiares” con completos desconocidos. En otro, Seven Years, Morrissey se presenta a sí misma y a su hermana mayor en una serie de cuadros destinados a imitar instantáneas familiares clásicas.
“Utilizo la interpretación y el ingenio como herramientas para investigar los límites del significado fotográfico. Aunque la mayor parte de mi trabajo me presenta a mí mismo como protagonista, no considero que sean autorretratos per se, aunque se pueden leer de esa manera”, Morrissey escribe sobre su trabajo. “Utilizo el humor como una herramienta para desarmar al espectador, que espero se evapore dejando un resplandor psicológicamente tenso que arde lentamente”.
Robert Mapplethorpe
El legendario y controvertido fotógrafo Robert Mapplethorpe, mejor conocido por sus imágenes en blanco y negro con carga sexual, también inmortalizó su propia imagen a lo largo de su carrera. Sus autorretratos reflejan su deseo de cultivar cuidadosamente una imagen “fresca” y reflejar las diferentes dimensiones de su personalidad.
Casi al final de su vida — Mapplethorpe murió de complicaciones relacionadas con el SIDA en 1989 — sus autorretratos se volvieron introspectivos. Ya no hay teatralidad, y las imágenes se enfocan en el rostro del fotógrafo que mira desde las sombras, como si se enfrentara a su propia mortalidad.
Jo Spence
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La difunta fotógrafa británica Jo Spence a menudo es recordada como una figura feminista en este campo. Durante la primera parte de su carrera, sus fotografías, en las que se usa a sí misma como modelo, jugaron con ideas de roles de género después de que abandonó su carrera como fotógrafa de estudio fotografiando bodas y niños. Tras su diagnóstico de cáncer en 1982, sus autorretratos fueron una salida catártica mientras lidiaba con su enfermedad. Así, esta labor se convirtió en un diario honesto para enfrentar los cambios con su cuerpo y le permitió cambiar la dinámica de poder de la enfermedad, dándole la capacidad de reescribir su historia.
Aunque inicialmente venció al cáncer, falleció en 1992 de leucemia. Eventualmente, su trabajo ganó importancia después de su muerte. “Su trabajo se destaca por ser tan abierto: no tenía vergüenza ni miedo de mostrar su cuerpo en su estado más vulnerable, desnudo y con cicatrices por la cirugía, las imágenes son increíblemente poderosas”, comparte shares Niamh Coghlan, de la galería Richard Saltoun, que ha exhibido El trabajo de Spence. “Ha habido mucho interés en su trabajo, un trabajo que a menudo puede ser inquietante por su franqueza. Es casi confrontativo por su franqueza”.
Cindy Sherman
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Ninguna lista de autorretratos estaría completa sin Cindy Sherman. Inmersa en la fotografía desde finales de la década de 1970, Sherman actúa como un camaleón en su propio trabajo, disfrazándose como una amplia gama de personajes en constante cambio. Su trabajo la ha convertido en una líder influyente en el arte contemporáneo, y su fotografía Untitled # 96 estableció un récord en una subasta en 2011: se vendió en Christie por 3.89 millones, lo que la convirtió en la fotografía más cara jamás vendida en ese momento.
El trabajo de Sherman se desarrolla en serie, la cual queda abierta a la interpretación del espectador. Es conocida por sus meticulosos detalles en el maquillaje y el vestuario, así como por su capacidad de actuación, que le permite transformarse en diferentes figuras. Curiosamente, Sherman no ve su trabajo como un autorretrato. Al explicar su proceso creativo, dijo: “Todos piensan que estos son autorretratos, pero no están destinados a serlo. Simplemente me uso como modelo porque sé que puedo llevarme a los extremos, hacer que cada toma sea fea o tonta o tonto como sea posible”.
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