Ser un genio no siempre es fácil. Cuando el trabajo de Galileo Galilei amenazó el orden del cosmos, este astrónomo y físico se convirtió en un enemigo de la Iglesia católica.
La Inquisición consideró a Galileo un hereje y lo condenó a arresto domiciliario. No obstante, estos esfuerzos no pudieron detener al heliocentrismo: el concepto de que la Tierra gira alrededor del Sol en el centro de nuestro sistema solar, algo que es conocido por todos en nuestros días, pero que supuso una revuelta cuando fue sugerido por primera vez. Con ayuda de un telescopio revolucionario que él mismo construyó, Galileo pudo observar los cuerpos celestes de nuevas formas. Su trabajo contribuyó a un cambio de paradigma que lo convirtió en una figura destacada de la Revolución científica y lo consagró como el padre de la astronomía moderna.
Los primeros telescopios
Galileo creció en Pisa en el Ducado de Florencia. Mientras estudiaba en la Universidad de Pisa, se interesó por las matemáticas y la física. Entre sus primeros logros está su trabajo sobre péndulos y su invención del termoscopio. Enseñó geometría y astronomía a estudiantes de las universidades de Pisa y Padua. En ese momento, la visión heliocéntrica del universo ya rondaba los círculos académicos, tal como la postuló Nicolás Copérnico en 1543. Esto chocaba con la visión geocéntrica establecida por Ptolomeo siglos atrás; sin embargo, seguía siendo un tema de debate científico y religioso. Esta idea revolucionaria, considerada herética por algunos, aún no se había probado.
En 1608, los fabricantes de anteojos holandeses Hans Lippershey y Zacharias Janssen y Jacob Metius crearon los primeros telescopios de forma independiente. La óptica era una ciencia establecida desde tiempo atrás y los principios de aumento detrás del telescopio no eran nuevos. Al año siguiente, Galileo se enteró de este “vidrio en perspectiva” o catalejo. Con una vasta experiencia en la creación de instrumentos científicos, decidió fabricar uno propio.
Galileo perfecciona su catalejo
Las versiones holandesas y el primer telescopio de Galileo poseían solo un modesto poder de aumento de 3X. Sin embargo, a finales de 1609, Galileo creó una versión de madera y cuero con un aumento de 21X. Otra versión, de 1610, tenía un aumento de 16X.
Estos primeros modelos tenían campos de visión estrechos pero ofrecían una forma completamente nueva de ver el universo. Antes del telescopio, el universo se estudiaba a través de mediciones tomadas con otros instrumentos. La visualización directa de un fenómeno generalmente se limitaba a las capacidades del ojo humano. Galileo exhibió sus inventos a la nobleza italiana y rápidamente se corrió la voz sobre su trabajo.
Los telescopios de Galileo eran telescopios refractores. Su funcionamiento dependía de una lente cóncava y una convexa conectadas por un tubo largo. Una mira en el extremo de la lente convexa permitía a una persona ver la imagen refractada.
Este dispositivo permitió algunos descubrimientos impactantes. Mirando a través de su telescopio, Galileo descubrió que la Luna no es una esfera perfecta, que Júpiter tiene lunas, Venus tiene fases, y que el Sol gira (los astrónomos chinos encontraron las manchas solares que Galileo observó más de mil años antes, pero este hecho era nuevo para los europeos). El astrónomo publicó sus descubrimientos y bocetos de lo que vio en el espacio en una famosa obra titulada Mensajero sideral. Las lunas de Júpiter y las fases de Venus, en particular, resultaron ser una evidencia importante en apoyo del heliocentrismo.
Galileo y la Iglesia católica: el caso Galileo
Refutar el geocentrismo era un acto arriesgado a principios del siglo XVII. La Iglesia y la ciencia estaban íntimamente entrelazadas en ese momento. Muchos partidarios del geocentrismo basaban sus creencias en los versículos bíblicos que hacen referencia al movimiento del Sol. Sin embargo, la Iglesia también patrocinaba la investigación científica y muchos sacerdotes eruditos estaban interesados en los cielos, las matemáticas y otros temas. Galileo, un católico devoto, no tenía la intención de derrocar la religión. Así, el periodo de aproximadamente 1610 a 1633 llegó a ser conocido como el caso Galileo en la historia de la Iglesia.
En 1610, Galileo defendió activamente el heliocentrismo en su correspondencia y obra. En 1615, un fraile dominico escribió a la Inquisición romana quejándose de la controvertida postura de Galileo. Después de una investigación de estos cargos de herejía, Galileo no fue declarado culpable (en ese momento). Sin embargo, la Inquisición bajo el Papa Pablo V declaró que el heliocentrismo era científica y teóricamente incorrecto y prohibió todo sobre esta teoría. Las Revoluciones de Copérnico y otros libros que promovían la teoría fueron prohibidos. El propio Galileo fue advertido personalmente.
Cuando el Papa Urbano VIII fue elegido, Galileo estaba en la lista buena del papa. La obra de Galileo que compara los modelos geocéntrico y heliocéntrico, titulado Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo, se publicó en 1632 con la aprobación papal y de la Inquisición. Sin embargo, parece que la Iglesia no anticipó el verdadero impacto de este trabajo. En contraste, los méritos de las dos teorías eran desiguales, a pesar de que los historiadores coinciden en que fue el mejor esfuerzo de Galileo. Galileo se encontró una vez más frente a la Inquisición, que previamente había autorizado el libro. Esta vez fue declarado culpable de “sospecha de herejía” y negar las Escrituras. Galileo, por su parte, sostuvo que no había sido heliocentrista desde la prohibición de la teoría.
El legado de Galileo: transformación del paradigma
Galileo vivió el resto de su vida bajo arresto domiciliario y trabajó en cinemática y ciencia de los materiales. Mientras tanto, sus teorías heliocéntricas y el uso del telescopio, junto con el trabajo de contemporáneos como Johannes Kepler, lograron que tanto teoría como el estudio de la astronomía cobrasen fuerza.
Hasta el día de hoy, Galileo es considerado uno de los padres de la astronomía. Su trabajo siguió siendo un anatema para Iglesia hasta el siglo XVIII; con la anulación de la prohibición de sus obras, su cuerpo fue reenterrado en un gran mausoleo en Florencia. Sus diseños y usos del telescopio siguen siendo uno de sus legados más importantes. Hoy, puedes ver los telescopios en el Museo Galileo en Florencia, Italia.
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