La ciudad euroasiática de Estambul, Turquía, tiene una larga historia. Su ubicación central en el estrecho del Bósforo la convierte en una ciudad transcontinental que une al este con el oeste. Por esta razón, fue un centro importante para dos grandes imperios, el bizantino y el otomano. Sorprendentemente, el legado de estas diferentes culturas todavía se puede ver en toda Estambul.
Uno de los mejores ejemplos de esta fusión histórica es la estructura arquitectónica llamada Hagia Sophia, o Santa Sofía. Famosa por su enorme cúpula, Hagia Sophia fue creada como una catedral ortodoxa oriental en el año 537 d.C., durante el imperio bizantino. Más tarde funcionaría como una catedral católica romana y una mezquita. Hoy en día, Santa Sofía es un museo secular, con miles de visitantes que acuden cada año para conocer su espectacular historia a través de sus diversos estilos arquitectónicos. Aquí, exploraremos la larga y fascinante historia de Hagia Sophia.
Explora la historia arquitectónica de Santa Sofía.
Primeros años
Antes de la construcción de Santa Sofía, dos diferentes iglesias bizantinas ocuparon el espacio, pero ambas se quemaron debido a que estaban construidas de madera. Como resultado, el emperador Justiniano I (c. 482-565 d.C.) ordenó que se construyera una nueva y más lujosa iglesia en el 532 d.C. Mandó a traer mármol de alta calidad de todo su imperio, y empleó a más de diez mil personas para el proyecto. Los arquitectos Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto llevaron a cabo el proyecto, usando principalmente ladrillos para la basílica, y mármol para las columnas. Casi seis años después, el 27 de diciembre de 537 d.C., Justiniano I inauguró la nueva basílica.
La basílica terminada se considera un excelente ejemplo de arquitectura bizantina. La estructura tiene una cúpula imperial (que sería renovada varias veces para llegar a medir 31 metros de diámetro y 56 metros de altura), una gran nave y brillantes mosaicos dorados que cubren las paredes interiores.
Transición de iglesia a mezquita
Después de que Constantinopla (ahora Estambul) cayera ante el imperio otomano en 1453, se ordenó que la iglesia se convirtiera en una mezquita. Esto implicó la construcción de minaretes de madera, candelabros, un mihrab (un nicho que indica la orientación hacia la Meca), y un minbar (un sitio donde el imán da sus sermones). Sorprendentemente, los mosaicos dorados no fueron destruidos durante este proceso y en su lugar fueron enyesados—preservándolos indirectamente en el proceso.
Durante las renovaciones del interior, la icónica colección de caligrafía islámica también fue añadida a los muros de Santa Sofía, algo que no se ve en ninguna otra mezquita.
Hagia Sophia como museo
Después de siglos como mezquita, el primer presidente turco, Mustafá Kemal Atatürk, ordenó que Santa Sofía se convirtiera en un museo secular en 1935. Se quitó el yeso de las paredes para revelar los mosaicos, y las alfombras fueron removidas para mostrar el intrincado diseño del suelo de mármol llamado ónfalo. La decoración islámica se mantuvo y se hicieron varias renovaciones en el interior.
Ahora, cuando los visitantes vienen a Santa Sofía pueden ver la amalgama de los estilos bizantino y otomano, convirtiéndolo en un edificio único en el mundo.
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