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La singular visión del artista argentino Xul Solar trascendió corrientes y disciplinas, lo que le valió convertirse en una de las figuras más fascinantes en la historia del arte latinoamericano. Hombre de muchas pasiones, Solar fue un virtuoso que tomó elementos de todo aquello que despertaba su curiosidad para dar vida a una obra fantasiosa y profundamente compleja. Figura clave de la vanguardia argentina, el estilo de este pintor, escultor, lingüista e inventor va más allá de cualquier etiqueta que se ha tratado de colocar sobre su legado.
¿Quién fue Xul Solar?
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Oscar Agustín Alejandro Schulz Solari nació el 14 de diciembre de 1887 en San Fernando, una ciudad de la zona norte del Gran Buenos Aires. Su padre era originario de Riga, parte del imperio ruso en ese momento, y su madre nació en Italia. Su única hermana, Sara, falleció de tifoidea cuando él tenía tan solo siete años.
Entre la educación familiar y su escuela primaria, Xul Solar tuvo algunos de sus primeros encuentros con dos de sus grandes pasiones: los idiomas y la música. Estudió francés, italiano y latín, además de tomar lecciones de violín, las cuales abandonó tras sufrir un accidente de caballo.
En 1905 se inscribió en la carrera de arquitectura, aunque la abandonó dos años después. Cerca de cumplir 25 años, su vocación estaba dividida entre la música y la pintura. Deseoso de conocer a profundidad las vanguardias artísticas que empezaban a moldear la escena artística argentina, en 1912 partió hacia Europa.
Paso por Europa
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Durante su estadía en Europa, Solar exploró de cerca el cubismo, el futurismo y el surrealismo. Además de visitar museos y galerías, el artista convivió con otros creadores y realizó investigaciones, lo que despertó su interés en temas como la filosofía y el ocultismo. Su paso por las grandes capitales de Europa le permitió forjar vínculos que lo impulsarían a desarrollar su carrera y a mantenerse fiel a su singular visión.
Tras recorrer París y Londres, llegó a Turín, donde conoció al colectivo expresionista Der Blaue Reiter, creado por Wassily Kandinsky y Franz Marc. Aunque de ahí adoptó la técnica de la acuarela y la explotación del color, las piezas creadas por los artistas de este movimiento movimiento le parecieron “cuadros sin naturaleza, líneas y colores”. Desde ese momento, sus creaciones comenzaron a llenarse signos y símbolos, dando paso a un lenguaje visual que coincidía con su búsqueda espiritual. Con el tiempo, también comenzó a incorporar colores vivos, formas geométricas y palabras para expresar lo que cruzaba por su mente.
En una visita a Berlín, Xul se sumergió en la obra de Paul Klee, e incluso visitó los talleres donde se formó este pintor alemán nacido en Suiza. En 1917, conoció al pintor argentino Emilio Pettoruti, con quien compartió sus primeras obras durante un viaje por Italia. Tres años después, Solar realizó su primera exhibición en Milán. Pettoruti escribió el texto del catálogo, donde señala el “extraño misterio” en las obras de Solar y su “imaginación sin ningún control de la realidad”.
Vuelta a Argentina
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Xul Solar volvió a Argentina en 1924, y el cambio de paisaje lo inspiró a incorporar letras, símbolos religiosos, imágenes de tarot y motivos inspirados en la cultura china a sus pinturas y dibujos. Recibido por una escena artística que buscaba el balance entre las vanguardias europeas y una estética nacional en una atmósfera conservadora, Solar se volcó a la crítica de arte. Con ello, nació Martín Fierro, un periódico quincenal de arte que lo acercó a las esferas literarias, incluyendo al autor Jorge Luis Borges, quien se convertiría en uno de sus mejores amigos. En diciembre de ese mismo año expuso por primera vez en Argentina, en la muestra colectiva Primer Salón Libre, en la Galería Witcomb de Buenos Aires.
Durante las siguientes décadas, su estilo continuó evolucionando. En los años 30, Xul Solar creó paisajes y diseños arquitectónicos fantásticos basados en la astrología, las teología y el misticismo. Sin embargo, con la Segunda Guerra Mundial cobrando fuerza, se tornó a una paleta en tonos blancos, negros y grises, y cambió la acuarela por la témpera. Paralelamente, desarrolló una serie de nuevos lenguajes que formarían una de las partes más revolucionarias de su legado.
Nuevos lenguajes
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La pasión de Xul por la lingüística y la geometría dio paso a algunos de los procesos más ambiciosos de su carrera. Entre 1945 y 1946 desarrolló un lenguaje llamado panlengua, un un “idioma universal” con raíz numérica y astrológica, monosilábico y sin gramática. También reimaginó el ajedrez para crear el panajedrez, una versión más complicada y espiritual del juego. Interesado por la unión de toda América Latina, también creó el neocriollo, una lengua que une el español y el portugués, el cual fascinó al propio Borges. Solar describió esta creación como “una lengua que reclama al mundo de Latinoamérica”.
En las décadas de 1940 y 1950 tuvo varias exposiciones individuales y participó muestras colectivas en Argentina y otros países. A su vez, realizó una serie de pinturas orientadas hacia el estudio de la Cábala y la astrología. Además, Solar desarrolló su propia versión del Árbol de la Vida, al que denominó Pan-tree, cuyo objetivo era conectar la astrología con otros sistemas de creencias.
Legado
“Hombre versado en todas las disciplinas, curioso de todos los arcanos, padre de escrituras, de lenguajes, de utopías, de mitologías, huésped de infiernos y de cielos, autor panajedrecista y astrólogo perfecto en la indulgente ironía y en la generosa amistad, Xul Solar es uno de los acontecimientos más singulares de nuestra época”, escribió su amigo Jorge Luis Borges en 1949.
Xul Solar pasó sus últimos años en su casa en Tigre, a las afueras de Buenos Aires, donde diseñó las fachadas de algunas viviendas en la zona. En 1960, retomó los colores característicos de sus obras, donde se puede ver la influencia de las obras de Klee que exploró en su juventud.
El artista falleció en 1963, a los 75 años de edad. A unos meses de su muerte, el Museo Nacional de Bellas Artes le hizo un homenaje con una gran exposición retrospectiva. A petición suya, su esposa Lita convirtió su casa en la Casa Museo Xul Solar Tigre, que hoy continúa difundiendo la inigualable visión de este artista argentino.
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