Claude Monet, la figura principal del impresionismo y un maestro del arte moderno, es conocido por su distintivo estilo y su revolucionaria obra. Este artista francés, quien tenía un profundo interés en capturar los fugaces efectos de la luz sobre sus sujetos, solía pintar en plein air—es decir, al aire libre—en su pintoresco jardín. Conocido por sus influencias japonesas, este hermoso espacio destacaba por sus sauces llorones, flores de temporada y, lo más famoso, sus nenúfares.
Durante 30 años, este artista se enfocó en capturar estas plantas flotantes, lo que dio como resultado a Les Nymphéas (“Los nenúfares”), una serie de 250 pinturas al óleo a gran escala. Hoy, estas piezas están entre sus obras más famosas y se exhiben en museos, galerías y colecciones alrededor del mundo.
El jardín de Monet en Giverny
Desde 1883 hasta su muerte 43 años después, Monet vivió en la idílica comuna de Giverny, en Francia.
Aquí, Monet se rodeó de belleza, como puede verse en los soleados interiores de su casa, la colección de estampas japonesas que colgaban en sus paredes, y los jardines de inspiración oriental que construyó a unos pasos de su puerta, una creación colorida que él llamó su “obra maestra más hermosa”.
Al centro de esta “obra maestra” hay un estanque artificial enmarcado por flores y adornado con un puente japonés. Este cuerpo de agua se convirtió rápidamente en uno de los sujetos favoritos de Monet, que con sus mágicos nenúfares se robaba el espectáculo.
La serie Nenúfares
Las pinturas de Monet protagonizadas por estas flores acuáticas capturan impresiones artísticas de su amado jardín. Al hacer énfasis en los efectos de la luz, estas obras tienen una rica paleta de colores que va de rosas pastel y azules claros a violetas profundos y verdes brillantes.
Además, al igual que en toda la obra del artista, algunas de estas pinturas son figurativas, mientras que otras son mucho más abstractas.
A menudo, el artista incluyó estratégicamente reflejos de árboles y nubes en la superficie del agua, dando a la pintura una sensación de profundidad y ofreciendo un vistazo inusual al resto de su jardín.
Compuesta por aproximadamente 250 piezas, esta colección fue creada durante los últimos 30 años de la vida de Monet. Sus últimos cuadros de Les Nymphéas fueron producidos en 1926, año en que murió. En comparación con sus primeras obras, sus piezas posteriores son más difusas, más oscuras y de un color más cálido, una estética que se atribuye ampliamente al deterioro en la vista del pintor.
El legado de Los nenúfares
Hoy en día, los Nenúfares de Monet pueden ser vistos en museos y galerías de todo el mundo. Entre ellos están las famosas paredes curvas del Musée de l'Orangerie en París. “Siguiendo la sugerencia de Claude Monet, las ocho composiciones se presentaron en las dos salas ovaladas consecutivas”, señala el sitio web del museo. “El pintor quería que los visitantes pudieran sumergirse por completo en la pintura y olvidarse del mundo exterior”.
Además, estas piezas populares se pueden encontrar en otros museos de fama mundial, como el Museo Metropolitano de Arte y Museo de Arte Moderno de Nueva York, el Instituto de Arte de Chicago, la Legión de Honor en San Francisco y el Museo Marmottan Monet en París, que alberga la mayor colección de obras del artista.
Su hogar y sus jardines también están abiertos al público, invitando a amantes del arte y académicos por igual a ver con sus propios ojos las flores que inspiraron las pinturas de Monet.
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