A lo largo de su carrera, diseñó más de 1,000 estructuras, de las cuales 532 fueron completadas. Como arquitecto, diseñador de interiores, escritor y educador, fue increíblemente prolífico. De hecho, en 1991, el Instituto Americano de Arquitectos le nombró “el mejor arquitecto norteamericano de todos los tiempos” y muchos de sus edificios han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Pero ¿qué tiene la arquitectura de Frank Lloyd Wright que la hace tan especial?
Wright creía firmemente que la arquitectura era el gran registro de cada civilización y que los arquitectos eran los poetas de su tiempo, con el deber de capturar su momento en la historia. Fue capaz de romper barreras como innovador, pasando de la cerrada y restrictiva arquitectura victoriana a un nuevo género americano que favorecía las líneas limpias y los espacios abiertos. Tanto en el interior como en el exterior, sus edificios juegan con la naturaleza y han dejado un legado que todavía impregna la arquitectura moderna y las artes decorativas.
Características de la arquitectura de Frank Lloyd Wright
Posiblmente hayas oído hablar de Frank Lloyd Wright, pero ¿qué tiene su arquitectura que ha causado una impresión tan duradera? Con una carrera tan larga, su estilo fue evolucionando con el tiempo, lo que nos permite clasificar su obra en distintas categorías que evolucionan entre sí.
Wright fue uno de los líderes del movimiento de la escuela de la pradera, ejemplificado en las casas que construyó entre 1900 y 1914. Nacida en el Medio Oeste, la escuela de la pradera trató de desarrollar un estilo arquitectónico claramente norteamericano que no estuviera influenciado en absoluto por los estilos europeos. Los techos planos de poca altura, los aleros sobresalientes y las plantas abiertas son las grandes señas de identidad de este estilo. La extensión amplia y plana de los edificios pretendía imitar el paisaje de las praderas que los rodeaban. Los materiales naturales, como la madera y la piedra, también contribuyen a la integración de los edificios en el entorno, algo que sería cada vez más importante en la obra de Wright.
También utilizó elementos de diseño basados en la naturaleza en todas sus casas, ya sea en vidrieras o en muebles diseñados a medida. La Robie House de Chicago es un ejemplo excelente de su trabajo residencial durante este periodo, mientras que el Unity Temple de Oak Park es un edificio público realizado en estilo de la pradera.
Wright comenzó entonces la transición hacia un estilo influenciado por la arquitectura maya y egipcia. Este estilo lineal utilizaba bloques de hormigón prefabricados y se fue llamado estilo textil. Esta obra se desarrolló a lo largo de la década de 1920, principalmente en una serie de casas en California. Como siempre, el paisaje era un elemento importante, con grandes extensiones de vidrio que difuminaban los límites entre el interior y el exterior. La Ennis House de Los Feliz, que a veces se denomina arquitectura Mayan Revival, es un ejemplo de la obra de Wright en este estilo.
En la década de 1930, Wright construyó una serie de 60 casas conocidas como casas usonianas. El arquitecto utilizó la palabra usoniano para describir su visión del paisaje norteamericano, que estaría libre de nociones arquitectónicas previas. Estas casas solían ser de una sola planta, sin áticos, sótanos ni mucho espacio de almacenamiento. Sus tejados planos y voladizos ofrecían una calefacción y refrigeración pasivas, y poseían una fuerte conexión visual entre el interior y el exterior. Fue con sus casas usonianas con las que Wright acuñó la palabra carport, utilizada para describir el voladizo que protegía una plaza de aparcamiento. Los conceptos de Wright para las casas usonianas se consideran las bases de las casas estilo rancho que ganarían popularidad en Estados Unidos en los años 50. El historiador de Frank Lloyd Wright, John Sargeant, considera la Rosenbaum House de Florence (Alabama) como “el ejemplo más puro de lo usoniano”.
Arquitectura orgánica
Wright comenzó a utilizar el término arquitectura orgánica en 1908 para describir su filosofía arquitectónica. Se basa en la armonía entre los hábitats humanos y el mundo natural, con un diseño pensado para integrar la arquitectura hecha por el hombre en el paisaje. No es de extrañar que gran parte de esta filosofía esté influenciada por la arquitectura japonesa, en la que Wright se inspiraría cada vez más a lo largo de su carrera.
La Casa de la Cascada (o Fallingwater) en Mill Run, Pensilvania, es uno de los ejemplos más famosos de la arquitectura orgánica de Wright. La idea era que la arquitectura se integrara tanto en el paisaje que se convirtieran en una misma cosa. “Un edificio debe parecer que crece fácilmente a partir de su emplazamiento y tener una forma que armonice con su entorno si la naturaleza se manifiesta en él”.
Esto también se consigue mediante la repetición de patrones inspirados en la naturaleza por todo el edificio, así como el uso de materiales naturales. En la Casa de la Cascada, la elección de Wright de situar la casa directamente sobre la cascada y el arroyo le ayuda a establecer una estrecha relación con la naturaleza. “Ninguna casa debería estar en una colina ni sobre nada. Debería ser de la colina. Pertenecer a ella. La colina y la casa deberían convivir, cada una más feliz que la otra”.
Diseño de interiores y artes decorativas
Wright prestaba mucha atención a todos los aspectos del diseño interior y exterior de sus edificios. De hecho, escribió en una ocasión: “Hacer de una vivienda una obra de arte completa… esa es la oportunidad norteamericana moderna”. Como era de esperar, Wright diseñó gran parte del mobiliario y los elementos decorativos que iban dentro de sus casas y edificios públicos.
Estos motivos decorativos, que se inspiraron en fuentes tan variadas como los biombos japoneses y la Secesión de Viena, han tenido un impacto duradero. Por ejemplo, Wright fue uno de los primeros en adoptar la iluminación empotrada, colocando a menudo papel de arroz o rejillas decorativas de madera delante de las luminarias para filtrar la luz.
Quizá sea más conocido por su trabajo con vitrales. Entre 1885 y 1923, cuando dejó de utilizar la técnica, Wright diseñó 163 edificios que incluían vitrales diseñados por él mismo. Los consideraba “pantallas de luz”, y sus motivos muestran la clara influencia de los grabados japoneses que el arquitecto habría visto cuando visitó Japón por primera vez en 1905. Hoy en día es posible adquirir muebles, grabados, artículos de decoración e incluso libros para colorear inspirados en sus intrincados motivos.
El Guggenheim
Después de la Segunda Guerra Mundial (y con 80 años recién cumplidos) Wright se dio a la tarea de crear una de sus obras maestras más significativas: el Museo Guggenheim de Nueva York. Trabajó durante 16 años, de 1943 a 1959, en el edificio. El diseño, que utiliza principios de arquitectura orgánica, se basa en la espiral de una concha marina.
Desgraciadamente, Wright murió tan solo 6 meses antes de la inauguración del edificio, y varios de sus últimos deseos fueron ignorados. Por ejemplo, el interior debía estar pintado de blanco hueso y los visitantes debían ver las obras de arte bajando por la rampa central, no caminando hacia arriba como funciona ahora el museo.
De hecho, la arquitectura del museo fue bastante criticada en un principio. Wright quería hacer un museo con un espacio físico que fuera tan impresionante como la colección que albergaba, una decisión que hoy es habitual pero que en su momento fue controvertida. En su momento fue atacado por críticos que lo calificaron de “lavadora”, “imitación de colmena” y “taza de escusado gigante”. Con el tiempo, el encargo más importante de Wright en Nueva York se consideró un momento crucial en la arquitectura de los museos, que los liberó de los arquetipos tradicionales y dio paso a la era de los museos modernos.
Mira cómo la arquitectura y el diseño de interiores de Frank Lloyd Wright siguen inspirando hoy en día.
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