Por su papel como un catalizador del arte moderno, el impresionismo se convirtió en uno de los movimientos artísticos más influyentes de la historia. Esta corriente, que tuvo su origen en París a finales del siglo XIX, ha inspirado a innumerables artistas en los últimos 150 años. Si bien muchas de las figuras del impresionismo vivían y trabajaban en Francia, Joaquín Sorolla llevó este movimiento a España, donde su brillante trabajo le valió el título de “Maestro de la luz”.
Historia
Joaquín Sorolla y Bastida nació en Valencia, una ciudad portuaria en la costa este de España, en 1863. El pintor mostró interés por el arte desde pequeño, por lo que sus tíos –quienes se convirtieron en sus tutores legales tras la muerte de sus padres– fomentaron su pasión al inscribirlo en la escuela de arte cuando tenía solo 9 años.
En su la adolescencia, Sorolla viajó por todo el país para mejorar su práctica. A los 18 años visitó las obras maestras albergadas en museos de toda España, y a los veinte viajó a para Roma a estudiar pintura. En 1885 se trasladó a París, donde tuvo contacto de primera mano con el arte moderno.
Si bien el trabajo que Sorolla produjo en ese periodo incorporó elementos importantes del modernismo, en realidad no le impresionó lo que vio en París. “Cuando un artista comienza a contar los trazos en lugar de observar la naturaleza, se pierde”, dijo Sorolla. “Esta preocupación por la técnica, a expensas de la verdad y la sinceridad, es la falla principal que encuentro en gran parte del trabajo de los pintores modernos”.
Pocos años después de su llegada a Francia, Sorolla regresó a España para casarse con su pareja, Clotilde García del Castillo. A mediados de la década de 1890, Sorolla, su esposa y sus tres hijos se mudaron a Madrid, donde el artista comenzó a ganar fama.
Primeros años de carrera como pintor
En 1892, la pintura de Sorolla, ¡Otra Margarita! hizo su debut. Esta pintura es protagonizada por una mujer preocupada que aparece sentada en el vagón de tercera clase de un tren y flanqueada por dos guardias. Como “Margarita” también era un término de argot para una prostituta en Valencia, se cree que esta persona fue arrestada por ofrecer sus servicios, aunque la historia exacta se desconoce.
¡Otra Margarita! le valió dos premios a Sorolla: una medalla de oro en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid y el primer lugar en la Feria Mundial de Chicago. Así, esta pieza logró que Sorolla figurara en la escena artística. Aunque su estilo –caracterizado por una paleta de colores oscuros y una pincelada diminuta– es drásticamente diferente al de su trabajo posterior, ¡Otra Margarita! presenta una característica que eventualmente definiría la obra de Sorolla: un uso “casi teatral” de la luz.
Sorolla amplió sus experimentos con la luz en 1899 cuando completó ¡Triste herencia!. Esta pintura a gran escala muestra de forma emotiva a un grupo de niños con discapacidad que juegan en la playa de Valencia bajo la atenta mirada de un monje. Creada con tonos luminosos, compuesta de pinceladas sueltas y ambientada en un paisaje que Sorolla conocía bien, esta pieza sentó las bases para las obras posteriores del artista y su ascenso a la fama.
“¡Triste herencia! supuso para Sorolla su consagración definitiva en París y significó su absoluta consolidación en el mercado internacional”, explica el Museo del Prado. “La gran repercusión de esta obra, con la que obtuvo el Grand Prix de la Exposición Universal de 1900, le convirtió en el pintor español de mayor éxito de su tiempo. Todo ello confirmaba la validez de las proposiciones artísticas planteadas en este cuadro, un arte sincero con la naturaleza que exploraba –ya sin reservas– la orilla del mar como escenario predilecto de sus pinturas”.