Todos los artistas esperan alcanzar la fama en vida. El expatriado estadounidense John Singer Sargent fue uno de los pocos que pudo conseguir este estatus: a finales del siglo XIX y principios del XX, pocos pintores eran tan solicitados como él.
Los ricos de la Edad Dorada estadounidense y del Londres eduardiano encargaron retratos al célebre artista tras verse atraídos por la calidez natural con la que Sargent representaba a sus sujetos. Formado en el estilo de los grandes maestros, el pintor se pasó la vida evitando el aburrimiento, modificando su temática y aceptando encargos intimidatorios. Cuando falleció a los 69 años, Sargent había completado la impresionante cifra de 900 óleos y más de 2,000 acuarelas; y esto ni siquiera incluye sus desbordantes cuadernos de bocetos llenos de observaciones que realizaba durante sus viajes.
Aunque sigue siendo conocido como un retratista famoso, Sargent era más que la suma de sus cuadros de la alta sociedad. Su obra ofrece una visión de una mente creativa y de su mundo privado entre artistas e intelectuales de principios de siglo XX. Sigue leyendo para descubrir más sobre este fascinante artista, cuya vida y obras se extienden desde Boston a París y más allá.
¿Quién fue John Singer Sargent?
John Singer Sargent nació en Florencia en enero de 1856. Hijo de padres estadounidenses, vivió con su familia en varias ciudades europeas y aprendió francés, alemán e italiano a una edad temprana. Sargent también mostró un talento innato para el dibujo. En 1874, la familia se trasladó a París para que el joven John pudiera seguir con su educación artística.
El joven Sargent comenzó a estudiar formalmente con Carolus-Duran, un retratista cuyo estilo expresivo tendría una gran influencia en su alumno. Según H. Barbara Weinberg, del Museo Metropolitano de Arte, Carolus-Duran enseñaba a sus alumnos a mantener el vigor y la vivacidad de su boceto inicial en el producto final. También los instaba a estudiar a los grandes maestros como Rembrandt, Van Dyck y Velázquez. En 1877, la obra de Sargent había sido aceptada en los prestigiosos Salones de París, instituciones que decidían qué arte era “aceptable” en Francia en aquella época.
Los viajes de sus juventud fueron fundamentales para los estudios de Sargent. En 1876, Sargent visitó Estados Unidos por primera vez. En 1879, estudió las técnicas de las obras de Velázquez en Madrid y observó las pinturas de Frans Halls en los Países Bajos. Ambos artistas solían pintar retratos con esquemas de colores oscuros, algo que también pueden verse en las primeras obras de Sargent. Al viajar a Venecia, el joven pintor observó y pintó la vida cotidiana de los habitantes de la región. Además de estudiar las obras maestras del Renacimiento, Sargent entabló amistad y aprendió de quienes estaban a la vanguardia del arte de finales del siglo XVIII: los impresionistas. Amigo de Monet, las pinceladas sueltas de Sargent y su gusto por pintar al aire libre eran bastante novedosas para el mundo del arte.
¿Qué caracteriza al estilo artístico de Sargent?
Sargent es recordado sobre todo por sus retratos de la aristocracia adinerada de Inglaterra (donde residió después de 1886) y de Estados Unidos. Aunque se inspiró en la tradición del estilo Grand Manner con sus retratos imponentes y aristocráticos cargados de simbolismo y virtud, los retratos de Sargent eran claramente modernos. En lugar de las posturas neoclásicas o la rigidez estilizada, Sargent eligió poses que sugerían momentos naturales, sin esfuerzo, congelados en el tiempo. Las pinceladas gruesas y fluidas del estilo impresionista aportaban calidez y realismo rosado a sus sujetos. Considerado por Sargent como su mejor obra, el retrato de la elegante Madame Gautreau se convirtió en el emblema de las técnicas de Sargent. Conocido como Madame X, el público del Salón de París de 1884 quedó sorprendido por la postura y la soltura de la imagen.
Sargent también pintó miles de escenas en acuarela utilizando colores brillantes y resaltando los detalles de la vida cotidiana. Representó los canales de Venecia, las altas cumbres de los Alpes y caimanes en las orillas de un río. Más adelante, la acuarela se convirtió en su medio preferido, ya que se cansó de los retratos al óleo por encargo.
Las acuarelas de sus viajes se convirtieron en su enfoque principal a partir de 1910. Estas piezas fueron bien recibidas, y se realizaron exposiciones de ellas en Londres y Nueva York. En la actualidad, el Museo de Brooklyn y el Museo de Bellas Artes de Boston poseen impresionantes colecciones de estas obras. Las dos colecciones se unieron en 2014 para una exposición conjunta centrada en lo que los museos denominaron un “enfoque audaz y experimental del medio [que] causó sensación en Gran Bretaña y gran emoción en Norteamérica”. La fama de Sargent le permitía tomar esos riesgos, y sus acuarelas bañadas por el sol son un ejemplo de un artista con una verdadera voluntad propia.
¿Quiénes eran los sujetos de este retratista de élite?
En la década de 1880, el joven John Singer Sargent era considerado como un consumado retratista por sus cuadros de mujeres y niños parisinos. Según Weinberg, tras su traslado a Inglaterra en 1886, el artista tuvo que ganarse a los británicos más reservados que se mostraban escépticos ante su enfoque “francés” hacia la pintura. Los modelos norteamericanos que pintó en los años posteriores a su traslado le fueron de mucha ayuda en este sentido. Estos modelos, que no tenían miedo de asemejarse a los europeos, acabaron convenciendo a varios mecenas británicos de que posasen para el cada vez más codiciado artista. Entre los estadounidenses famosos pintados por Sargent a lo largo de su carrera figuran Isabella Stewart Gardner, Theodore Roosevelt, Woodrow Wilson y miembros de familias famosas como los Vanderbilt y los Astor.Entre los clientes británicos de Sargent había aristócratas de casi todos los niveles de nobleza. Entre ellos se encontraba la encantadora Lady Agnew, pintada con una dulzura informal. Los retratos de cuerpo entero de Winifred, duquesa de Portland, y de Millicent, duquesa de Sutherland, muestran a las jóvenes como ninfas pero con una elegancia innata.
Además de la gente más rica de Europa, Sargent retrató a otros artistas de la época. Entre ellos estaban Monet, Rodin y el novelista Robert Louis Stevenson. Aunque Sargent solía pintar a sus amigos, compañeros y familiares, los encargos que le hacía la clase alta le permitían ganarse la vida de forma respetable. A un precio de unos 5,000 dólares por sesión (unos 150,000 dólares en la actualidad), los sujetos de Sargent pagaban mucho por ser inmortalizados en un lienzo.
En 1918, el gobierno británico encargó a Sargent que ilustrara escenas de la Primera Guerra Mundial. Pasó el último año de la guerra en Francia con las tropas, observando tanto a los británicos como a los estadounidenses. Su monumental pintura al óleo, titulada Gaseados, representa una fila de soldados que se guían unos a otros después de haber perdido la vista en un ataque con gas mostaza. La violencia de lo que entonces se conocía como la “Gran Guerra” transforma a los aristócratas que Sargent había pintado antes en seres irreconocibles. El artista también alude a su conocimiento del trabajo de los grandes maestros: la obra se parece a La parábola de los ciegos de Pieter Bruegel el Viejo.
El legado de John Singer Sargent
Tras dejar a un lado los retratos de la alta sociedad, Sargent exploró nuevos medios. Sus bocetos muestran trazos desenfadados, muchos de los cuales nunca se tradujeron en pintura. Durante las tres últimas décadas de su vida, el pintor volcó sus energías en una serie de inmensos murales en la ciudad de Boston. Recibió encargos de la Biblioteca Pública de Boston, el Museo de Bellas Artes y la Biblioteca Widener de la Universidad de Harvard. Los murales de la biblioteca siguen existiendo hoy en día y fueron restaurados a principios del siglo XXI. Son de temática religiosa; el tratamiento poco halagador que Sargent hizo del judaísmo, en particular, recibió críticas por replicar estereotipos negativos. Por otro lado, el artista se inspiró en temas míticos para los murales del Museo de Bellas Artes, que aún reciben a sus visitantes.Ya sea en el elegante vestido negro de Madame X o en las expresiones serias de las Hijas de Edward Darley Boit, Sargent ilustró a cada uno de sus retratados como individuos con matices y emociones. Sus pinturas iban más allá de la mera expresión de la clase social, y como resultado, fue el retratista más solicitado de su tiempo. Pero en lugar de dormirse en sus laureles, Sargent siguió explorando sus intereses para dedicarse a hacer acuarelas, viajes y ambiciosos murales. En la actualidad, sus obras —tanto lienzos monumentales como bocetos casuales— se encuentran en los museos más prestigiosos del mundo.
Conoce los bocetos de John Singer Sargent, el retratista más famoso (y versátil) de su tiempo.
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