En varios puntos de su historia, Sevilla fue habitada por personas de culturas y religiones muy diversas. Durante ocho siglos, los cristianos, musulmanes y judíos convivieron en relativa tranquilidad en esta ciudad, y esta mezcla de culturas se ve reflejada en su arquitectura. Uno de los más claros ejemplos de esto es el Real Alcázar de Sevilla, un conjunto amurallado de la Alta Edad Media que sirvió como aposento de sultanes y residencia de reyes.
Debido a que fue construido y modificado a lo largo de varios siglos, las estructuras del Alcázar tienen una gran variedad de estilos, que van desde almohade y mudéjar hasta gótico, manierista y barroco. Con sus extensos jardines y arquitectura ecléctica, la belleza del Alcázar de Sevilla ha cautivado los corazones del público, incluyendo a innumerables artistas que encontraron inspiración en esta grandiosa estructura. A continuación te presentamos su historia, así como el arte que ha inspirado a través de los años.
Etapa islámica
Durante el siglo X, Sevilla se encontraba bajo gobierno del califato omeya, un linaje árabe proveniente de Damasco. En el año 914 se inició la construcción de una alcazaba cuadrangular que utilizaba las antiguas murallas romanas como base, con algunos recintos simples en su interior.
La estructura original sería modificada por los gobiernos árabes siguientes, empezando por los abadíes y posteriormente los almohades. Estos últimos, reconociendo la posición estratégica de la fortaleza y su cercanía con el río Guadalquivir, reformaron por completo el recinto y reforzaron las murallas que lo rodean. Durante su reinado, en el siglo XII, fueron construidos varios edificios nuevos, incluyendo el aún existente Patio de Yeso.
Desafortunadamente, la mayor parte del palacio original fue destruido tras la conquista cristiana de Sevilla, por lo que hoy solo se mantienen pocos elementos arquitectónicos de esta etapa. Sin embargo, a este periodo le debemos uno de los elementos más famosos del Alcázar de Sevilla: como era costumbre, al exterior de los edificios se construyeron varios huertos llenos de naranjos, limoneros y estanques; esta zona eventualmente se convertiría en los jardines que conocemos hoy.
Conquista cristiana
Los cristianos retomaron el control de Sevilla en el año 1248, dando inicio a una nueva etapa de la historia de la ciudad. Por un par de años, los palacios almohades fueron habitados tal y como estaban, pero los espacios reducidos y techos bajos del estilo musulmán en realidad no se adaptaban a las necesidades del rey.
Con esto en mente, Alfonso X determinó que el palacio del Alcázar debía reconstruirse, llevando a la creación del Palacio Gótico. Siguiendo el estilo prominente de la época, este palacio cuenta con altos techos abovedados, así como coloridos mosaicos que decoran la parte inferior de los muros. Esta área del Alcázar estaba pensada como un espacio protocolario para disfrute del rey y de su corte.
Pedro I y el Palacio Mudéjar
En 1356, un devastador terremoto en el sur de la península ibérica afectó gravemente a la ciudad. A raíz de esto, el entonces rey Pedro I decidió reemplazar tres de los edificios almohades del Alcázar por un nuevo palacio que serviría como su residencia personal.
Si bien era un rey cristiano, Pedro I tenía un profundo amor y respeto por la cultura musulmana y la judía; por eso, el Palacio Mudéjar que mandó a construir es una amalgama de elementos de las tres culturas. A primera vista, el palacio podría pasar por una construcción musulmana: arcos decorados con sebka y mosaicos de colores decoran el Patio de las Doncellas, situado en el centro del palacio, mientras que el suntuoso Salón de Embajadores cuenta con una ornamentada cúpula de madera al puro estilo árabe.
Sin embargo, la cultura cristiana y la judía también están presentes en el palacio, aunque no siempre a simple vista. En él podemos encontrar inscripciones en árabe que ensalzan al “sultán” don Pedro I e incluso se incluyeron ciertos elementos de la iconografía judía, como la estrella de David de seis picos en los azulejos que decoran los muros del recinto.
El Real Alcázar tras el descubrimiento de América
El descubrimiento de América fue un punto de inflexión para la humanidad, en especial para España. Con su posición privilegiada a la orilla del Guadalquivir, un río navegable que desemboca en el océano Atlántico, Sevilla se convirtió en la puerta al Nuevo Mundo. Por esta razón, en 1503 los Reyes Católicos decidieron establecer la Casa de Contratación de Indias, una institución tenía la función de fomentar y regular el comercio con los navegantes en ultramar. Su sede quedaría establecida en el Real Alcázar, convirtiéndola en el centro logístico del imperio más grande de la historia de la humanidad hasta ese momento.
Con el auge político y la expansión de su imperio por América y Asia, España experimentó varios siglos de gran prosperidad. Esta nueva riqueza también se vio reflejada en el Alcázar de Sevilla. Entre los siglos XVI y XVIII se mandaron a construir varias nuevas estructuras, como el Salón de los Tapices, que está decorado con seis piezas que relatan la conquista de Túnez por Carlos I. También se realizaron grandes remodelaciones de los jardines, incluyendo la creación de la Galería del Grutesco. Esta muralla de estilo manierista está recubierta con rocas, y permite a los visitantes contemplar los jardines desde las alturas.
El Alcázar de Sevilla en el arte
Considerando su extraordinaria belleza, no es ninguna sorpresa que el Alcázar de Sevilla haya inspirado a todo tipo de creadores a lo largo de los siglos. Innumerables pintores acudieron al recinto para intentar retratar no solo la arquitectura del lugar, sino también la gente que se reunía en él. Entre ellos destacan el pintor Manuel Ussel de Guimbarda, quien retrató una escena costumbrista en el ornamentado Palacio Mudéjar (aunque con ciertas libertades estilísticas), así como el orientalista francés Alfred Dehodencq, autor de Un baile de gitanos en los jardines del Alcázar, delante del pabellón de Carlos V.
Por su parte, el artista español Joaquín Sorolla visitó el Alcázar en múltiples ocasiones. Este pintor impresionista quedó fascinado por el recinto amurallado, y retrató varias partes del Alcázar con las pinceladas sueltas tan características de su trabajo.
Dicho esto, la inspiración no se vio limitada a la pintura. Los palacios amurallados y los jardines del Alcázar también han despertado la imaginación de cineastas de todo el mundo. En él se rodaron varias escenas de la icónica película hollywoodense de 1962, Lawrence de Arabia. Más recientemente, el Real Alcázar fue uno de los escenarios de la aclamada serie de HBO, Juego de Tronos; fue ahí donde se grabaron las escenas del palacio de Dorne.
Dado su esplendor y el asombro que despierta en la gente, no debería de sorprendernos que el Real Alcázar de Sevilla sea uno de los monumentos históricos más visitados en toda España. Tan solo en 2019 recibieron a más de 2 millones de personas, un récord histórico para este célebre complejo sevillano. Si te gustaría ver su belleza con tus propios ojos, asegúrate de planear tu visita y compra entradas con antelación, ya que se tiene una cuota limitada de accesos diarios.
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