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El surrealismo, al igual que la inmensa mayoría de los movimientos artísticos, estuvo dominado por hombres. Sin embargo, Remedios Varo, una pintora española que se estableció en México, logró destacar al darle su propio giro al movimiento, con una estética onírica y meticulosa marcada por el dolor de la guerra y la experiencia femenina. “Varo invocó la iconografía de una variedad de fuentes, alegorías renacentistas, el misticismo católico, el sufismo y la psicología junguiana”, dice la casa de subastas Sothebys.
Gracias a su singular visión, la obra de Varo la ha llevado a convertirse en una de las mujeres artistas más célebres del mundo hispanoparlante, y una figura clave del arte de mediados del siglo XX.
¿Quién era Remedios Varo?
Remedios Varo –cuyo nombre completo era María de los Remedios Alicia Rodriga Varo y Uranga– nació el 16 de 1908 diciembre en Anglés, Girona, España. Nacida en una familia acomodada, su primer contacto con el arte fue gracias a su padre, un ingeniero hidráulico, quien le enseñó dibujo técnico cuando era pequeña. La profesión de su padre hizo que la familia viajara mucho por toda España y el norte de Marruecos, pero la familia finalmente se estableció en Madrid en 1917. Impulsada por su interés y destreza en las artes, Varo ingresó a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de donde egresó en 1930 con un título que le permitía dar clases de dibujo.
En la década de 1930, Varo se estableció en Barcelona, donde comenzó a interactuar con la escena del surrealismo y se unió a un grupo de artistas de vanguardia que se hacían llamar “logicofobistas”, que perseguía la síntesis del espiritualismo y el surrealismo. En mayo de 1936 participó en la exposición logicofobista, que buscaba dar visibilidad al surrealismo español. “Este movimiento tenía por objetivo aunar el arte y la metafísica de un modo que desafiara a la lógica y a la razón”, afirma la periodista Kate Hodges. Remedios Varo participó con tres obras.
Ese mismo año conoció al poeta Benjamin Péret, con quien huyó a París ante el estallido de la Guerra Civil Española. La pareja se casó un año después, y Varo se sumergió en la escena surrealista de la capital francesa, donde entró al exclusivo círculo del pionero surrealista André Bretón. Remedios Varo participó en varias exposiciones de los surrealistas, como la Exposition Internationale du Surréalisme, de 1938, y Le Revé dans l'Art, en 1939, aunque siempre marcó cierta distancia del movimiento en sí.
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Remedios Varo en México
Tras un par de años en la capital francesa, Varo tuvo que huir de nuevo tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Esta vez, la pintora se asentó en México, donde pasaría el resto de su vida. El cambio fue muy duro para la artista: a su llegada dejó de pintar y frecuentó a pocas personas, siendo la pintora Leonora Carrington una de sus pocas amigas. En un nuevo país, Remedios Varo se valió de su talento artístico para ganarse la vida, lo que la llevó a incursionar en la ilustración publicitaria –dando origen a una de sus piezas más famosas, Insomnio, parte de una campaña de Bayer–, diseño de interiores y restauración de cerámica precolombina. No obstante, fueron estos empleos los que la impulsaron a desarrollar su estilo característico. Hacia finales de la década de 1940, Varo se separó de Péret.
El apogeo de la carrera de Varo tuvo lugar en la década de 1950. En 1953, se casó con Walter Gruen, a quien Varo conocía prácticamente desde su llegada a México. “Muchas personas creen que yo era un mecenas y que Remedios fue mi artista elegida […] Tenía un empleo mal pagado pero era suficiente para subsistir”, contó Gruen en 1994. Sin embargo, a él se le atribuye haber persuadido a Varo para que dejara el arte comercial, así como haberle brindado las condiciones para que la artista pudiera dedicarse de lleno a la pintura.
Su primera exhibición en solitario, que tuvo lugar en 1956 en la Galería Diana de la Ciudad de México, fue muy bien recibida. Esta época marcó el periodo más prolífico de su carrera. “El uso del dibujo […] caracteriza la obra de Varo en su etapa mexicana, donde encuentra una nueva dimensión del surrealismo en la interpretación de la realidad desdoblada en distintas versiones, en una mezcla de ficción, sueño y premonición”, explica el Museo Reina Sofía.
En la última década de su vida, la obra de Remedios Varo se volvió codiciada por los coleccionistas. “Pero de hecho, el dinero no le impresionaba, porque tenía un valor limitado para ella”, recuerda su esposo. “Desde su primera hasta a su última pintura en México, Remedios mantuvo el mismo nivel de calidad y perfección. A ella no le importaba si trabajaba en una pintura durante un mes o más”.
Remedios Varo falleció de un infarto en 1963, a la edad de 54 años, poniendo fin a una emocionante carrera. En su estudio estaba su último cuadro: Naturaleza muerta resucitando, y el boceto de un cuadro que llevaría el título de Música del bosque.
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Legado
A más de 50 años de su muerte, la obra de Remedios Varo sigue siendo apreciada por su estética onírica y juguetona, con cuadros llenos de detalles minuciosos que exploran las profundidades del subconsciente humano. Algunas de sus obras forman parte de las colecciones de grandes museos del mundo, como el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el Museo Reina Sofía de Madrid–incluyendo una pieza que alguna vez perteneció a la colección privada de André Bretón–, el Museo Nacional de Mujeres Artistas en Washington D.C., y el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México. Este último recibió una donación de 38 pinturas y dibujos por parte de la familia de la artista en 2002, entre los que destaca las icónicas piezas La creación de las aves y Mujer saliendo del psicoanalista.
“Entre las cosas que hacen que Varo sea única es que yuxtapone viejas técnicas maestras con estrategias de automatismo actualizadas, formas de provocar accidentes en sus superficies de pintura, crear texturas inusuales, aunado a un trabajo con incrustaciones y la creación de yuxtaposiciones extrañas”, dice Anne Umland, curadora senior de pintura y escultura de MoMA. “Sus imágenes son absolutamente singulares en el sentido de que están inspiradas en la magia, la alquimia, la transformación y el deseo de aumentar la autoconciencia y la conciencia humana”.
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